Víctima de las Guarimbas: Más que un GNB, era un ser humano; era el amor de mi vida (+Fotos)
A las 3:45 de la tarde hace un año, el capitán de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), Ramzo Ernesto Bracho Bravo, de 36 años, recibió un tiro en el costado que le salió por el corazón, cuya bala le costó la vida.
Entre lágrimas, su esposa Yendry de Bracho, recuerda el momento en que le avisaron que su pareja de vida había muerto. “Fue muy triste y doloroso ir a la morgue, bañarlo y vestirlo; me lo arrebataron”.
Había pasado sólo 2 meses de que Yendry Velásquez se había convertido en su esposa; fue el 13 de diciembre de 2013 cuando dijo; “Sí, acepto para toda la vida”, sin saber que sus días con él estaban contados.
Denominada “La Salida”, así llamaron los dirigentes de la oposición al plan golpista que acabó con la vida de 43 fallecidos y más de 800 heridos; entre esos, el capitán Bracho, ascendido a Mayor post mórtem.
Esos días representaron no sólo tristeza e indignación para Yendry, a quien no sólo le quitaron su amor sino se quedó con ese sueño de llevar su vestido blanco al altar; esas tarjetas de invitación en mano que nunca pudieron ser entregadas y que soñaba con que ese 18 de junio de 2014 el capitán Bracho la esperaría en la iglesia Chiquinquirá, en Caracas, para jurar ante Dios amor eterno.
La viuda de Bracho recuerda a su esposo como un hombre cariñoso, inteligente, letrado y amoroso con su familia. Recuerda como acariciaba a sus hijos perrunos: Clara Valentina y Samantha Angélica, demostrando así su inmenso amor por los animales.
Con la voz entrecortada rememora cuando Bracho pasaba cada 31 con su abuela, “él decía que cada vez que eso pasaba, le sucedía algo bueno. Sin saber que ese último 31 era nuestro último diciembre juntos”.
Para ese hombre, con sentimientos, familia, sueños, esperanza e ilusiones, su familia y en especial su abuela representaban lo más importante de su vida, “su gran ejemplo era su abuela de 90 años, era lo más grande para él. Lo que más cuidaba y añoraba eran su mamá y papá”.
Momentos inolvidables
Son innumerables los recuerdos que quedaron tatuados en la memoria de Yendry, así como incontables los planes que quedaron en el aire, y que gracias a ese inesperado día y a esas personas inescrupulosas, el capitán Bracho y su esposa no podrán cumplir.
Recuerda como aquel 20 de septiembre de a la 1:30 de la madrugada, el capitán Bracho, quien estaba en el centro de reclusión ‘El Rodeo’ enfrentando un tiroteo, le pidió matrimonio.
“Eres la mujer con la que he soñado y la razón de una familia de verdad. ¿Quieres casarte conmigo?”, recordó con profundo dolor y con una pequeña sonrisa que le deja ese imborrable recuerdo.
“Qué voy hacer este 14 de febrero (Día de los enamorados) sin el amor de mi vida, sin que me llegue con mi ramo de flores blancas; ahora me tocará a mi llevarle flores al cementerio; es muy triste”, se preguntó entre lágrimas.
Por portar un uniforme no dejamos de ser seres humanos
Con profundo dolor, Yendry Velásquez cuenta lo difícil que ha sido este año, en el que se ha visto sola, sin el gran amor con el que planeaba pasar el resto de su vida.
“Es muy triste ver como esas personas juegan a silenciar la verdad, a pensar que porque uno porta ese uniforme no somos seres humanos. Yo soy un ser humano igual que cualquiera y esa persona que perdí era un ser humano a quien le latía el corazón, se cortaba y echaba sangre”.
Exhorta al mundo a verla como una persona que siente y padece, que por sus ojos corres lágrimas llenas de dolor, gracias a un momento que le cambió su vida para siempre.
“La muerte de tu esposo no fue importante porque era un GNB, uno menos, gran cosa”. Ese es uno de los tantos comentarios a los que se ha tenido que enfrentar Yendry por el simple hecho de dar a conocer su verdad, por exigir justicia y por pedir que los verdaderos responsables paguen por la muerte de un hombre “que todo lo bailaba para no llorar”.