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Tania D’Amelio: la justicia de paz es la consolidación de un proyecto humanista

La presidenta de la Sala Constitucional del TSJ y Coordinadora Nacional de Justicia de Paz Comunal considera que Venezuela es epicentro de una revolución judicial

Dos grandes interrogantes, ¿cómo hacer para reencontrar en esas comunidades a todas las personas que allí habitan? y ¿cómo preservar la paz en ese territorio?, inmersas en el proyecto humanista de los jueces y juezas de paz, comienzan a despejarse con el proceso de formación como pilar fundamental para la construcción de un nuevo estado comunal basado en la pacificación territorial y la justicia.

El comandante Hugo Chávez avizoró la importancia de que la ley organizara la justicia de paz en las comunidades, dinámica en la que los jueces y juezas de paz fuesen elegidos por votación universal, directa y secreta, en aras de promover la conciliación, la mediación y el arbitraje, para la solución de conflictos, tal y como lo contempla el artículo 258 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, sancionada y promulgada en el año 1999.

En este sentido, la formación y capacitación de los jueces de paz comunal son fundamentales para garantizar su adecuado desempeño y contribuir a la construcción de un nuevo Estado comunal basado en la justicia y la equidad.

Este es un proceso que se viene concretando tras la elección de más de 28 mil jueces y juezas de paz comunal, el pasado 15 de diciembre de 2024; el paso siguiente fue el inicio de la formación, el sábado 25 de enero de 2025, cuando los jueces y juezas electos comenzaron a recibir las herramientas y conocimientos necesarios para el ejercicio de sus funciones.

Formación como pilar fundamental

La presidenta de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia y Coordinadora Nacional de Justicia de Paz Comunal, Tania D’Amelio, en una entrevista concedida al equipo de Prensa Presidencial, explicó que, a la fecha, estos programas han abordado temas como la resolución de conflictos, la mediación, la conciliación, la aplicación de la justicia comunal, la convivencia, el perfil del mediador y cuáles son los medios de actuación para la resolución de conflictos.

Al definir la justicia de paz comunal como un medio alternativo para la resolución de los conflictos en las comunidades, D’Amelio precisó que los más de 28 mil jueces y juezas de paz, a escala nacional, han asistido con mucha mística y compromiso a los espacios físicos, en función de cumplir con  la formación, cuyo carácter es obligatorio.

“Es importante señalar que es obligatoria la presencia de los jueces y juezas de paz, a fin de que puedan contar con las herramientas necesarias, para que en el momento en que les corresponda trabajar con las comunidades, sepan cómo orientar y qué deben hacer”, pormenorizó la Magistrada, como parte de un proceso inicial de formación contemplado en la Ley Orgánica de Justicia de Paz Comunal, en su Artículo 20.

D’Amelio consideró vital la formación, porque esto dará paso a la acreditación como Jueces y Juezas de Paz, desde el Poder Judicial.

En la actualidad, cuentan con una credencial emitida por el Consejo Nacional Electoral (CNE), con miras a obtener una acreditación del TSJ, que los avale para la actuación como jueces y juezas de paz.

Cuentas en asambleas de ciudadanos

En este camino de formación y acción, los jueces y juezas de paz, tras culminar la formación, luego de seis meses, deberán rendir cuentas en asambleas de ciudadanos, en cada territorio en donde fueron electos, explicó D’Amelio, quien sostuvo que estos programas contribuyen a promover la participación ciudadana y el fortalecimiento del tejido social en el marco de este proyecto humanista.

Rol fundamental: reencontrar a la comunidad

La máxima autoridad del Poder Judicial señaló que los jueces y juezas de paz tienen la oportunidad de oro para reencontrar a la comunidad, con paciencia y amor. “Ellos tienen el papel fundamental que es reencontrar a esa comunidad (…) porque el juez de paz está llamado a ser ese hombre paciente, amoroso, por esa razón, el requisito y exigencia de que vivieran en la comunidad. ¿Quién más que el que vive en la comunidad, puede conocer de los problemas que están allí?”.

En este contexto, recalcó que los principios que deben regir a los jueces y juezas de paz es la autoridad moral, al recordar que el proceso de formación también trascurre en la dinámica de señalar las responsabilidades de los jueces de paz.

Ilustró, en esa línea, los dos grandes problemas en los que hay que trabajar: el proceso de la recepción de denuncias por el tema de violencia de género y la articulación y protección de niñas, niños y adolescentes en las comunidades.

La heterogeneidad del proyecto

D’Amelio enfatiza en una de las particularidades de este proyecto como lo es su heterogeneidad, es decir, cuenta con el hombre y la mujer de a pie que vive en la comunidad en la que resultó electo.

“Nos encontramos con amas de casa, hombres y mujeres con el deseo de participar en este proceso, para garantizar la paz en la comunidad” a quienes “nunca se les exigió una profesionalización”.

Minimizar las judicializaciones

Si hay algo importante en este proceso –subrayó D’Amelio– es la disminución  de las judicializaciones y creo plenamente en eso, como parte del proceso de la revolución judicial.

“Estoy segura de que se va a minimizar la judicialización de los casos, a partir de que este proyecto se consolide aún más en la comunidad”, agregó.

Un plan soñador que se está cumpliendo

La magistrada califica este plan de soñador, porque así lo soñó Chávez, quien “presentó ese artículo 258 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela porque este es un proyecto constitucional. El 258 dice que hombres y mujeres van a un proceso electoral, para ser jueces de paz (…) y el 253 dice que forma parte del sistema de justicia lo que es la resolución de conflictos”.

Con énfasis argumentó que “es constitucional, no es algo halado de los cabellos, sino ajustada al tiempo real y a cada comunidad”.

Venezuela epicentro de una revolución judicial

D’Amelio destacó que en la actualidad muchas personas en el mundo deben estar preguntándose ¿qué está pasando en Venezuela? ¿Qué van a hacer los jueces y juezas de paz? Señaló que si bien existen experiencias en otros países, lo que diferencia a Venezuela es que no limita al aspirante por su perfil profesional, razón por la que consideró que la “la experiencia en Venezuela será un referente para el mundo”.

No dudó al señalar que los venezolanos y venezolanas pueden en los territorios solucionar sus propios conflictos y minimizar el tema de la judicialización, pero, sobre todo, lograr el reencuentro, el amor, la pacificación, porque “Venezuela es tierra de paz, amor, reencuentro. Este va a ser un proyecto maravilloso, la consolidación de la paz en el territorio”.

 

 

 

 

 

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