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Etten Carvallo, marcada por la diversidad

Etten se llama así porque su mamá, cuando la llevaba en la barriga, estuvo leyendo Cartas a Theo, un libro que recopila las cientos de cartas que el pintor holandés Vincent van Gogh le mandó a su hermano, algunas desde un pueblito que solía frecuentar: Etten. Eso fue hace 42 años, cuando Etten Carvallo nacía en Caracas en el seno de una familia comunista y católica que venía del interior del país, de Altagracia de Orituco, estado Guárico, otro pueblito.

Etten tiene 20 años trabajando profesionalmente como ilustradora y diseñadora. Ilustró el cuento La fiesta de los ratones, publicado por Monte Ávila Editores y escrito por Doris Camaute de Carvallo, su mamá, quien le puso el nombre. Actualmente se puede ver su trabajo en la sección de “Opinión y Análisis” de Ciudad CCS, diario en el que desarrolla, desde hace cuatro años, un estilo “político y poético”. Sus padres —quienes también pintan y escriben— nunca la alejaron de un museo ni de las clases de dibujo. Creció en Sabana Grande, estudió bachillerato en la Escuela de Arte Cristóbal Rojas y, al poco tiempo de haberse graduado, empezó a ilustrar en el periódico Economía Hoy.

Hizo cursos de dibujo en el Museo de Bellas Artes y colaboró con varios periódicos, hasta que se dedicó por un tiempo a la fotografía —siempre se ha mantenido en el trabajo gráfico— y se fue a trabajar en Miraflores como fotógrafa del Despacho de la Presidencia. Allí conoció el convenio de salud Cuba-Venezuela, en el que trabajó casi tres años. “Algo que no tenía nada que ver conmigo, pero ha sido uno de los trabajos más humanos y satisfactorios. Mi trabajo era atender al público y asistir a los pacientes. Estuve año y medio en Cuba ayudando a los pacientes venezolanos, acompañándolos.

No es fácil estar fuera de tu país, y menos con un problema de salud. Mi trabajo era apoyarlos”.
Etten es musulmana, practica el islam desde hace tres años. Su vida ha estado marcada por los cambios y la diversidad, de culturas y religiones, cosa que ha influenciado profundamente sus oficios. “Bismillahi rahmani rahim. En el nombre de Dios, altísimo”, dice antes de empezar a hablar.

DESDE QUE OCURRIÓ LO DE CHARLIE HEBDO SE HA HECHO VIRAL LA FALACIA DE QUE LOS MUSULMANES SON TERRORISTAS

—El islam siempre condenará los actos terroristas porque es una religión de paz, pero el musulmán está obligado a luchar contra la opresión y contra cualquier injusticia. Es típico que quieran inculpar a los musulmanes por ataques terroristas: al imperio norteamericano no le conviene que el islam se propague porque no vive del consumismo material que ellos promueven. Por otro lado, está el tema económico y las riquezas de los países árabes. Desde hace mucho tiempo, incluso desde el cine, desde Hollywood, se viene trabajando la mente de las personas para que vean a los árabes como malvados y así irse apropiando, poco a poco, de su territorio. Es muy pronto para decirlo, pero creo que nunca vamos a saber la verdad del atentado contra los trabajadores de Charlie Hebdo. Va un poco por esa vía: la de generar rechazos y choque de civilizaciones para ellos justificar, como siempre, invasiones sobre estos países. Por otro lado, no estoy de acuerdo en cómo se maneja la “sátira” de los ilustradores de esa revista, me parece muy escatológica. Ellos siempre se han dedicado a la burla, pero no hay una propuesta de cambio. Utilizan como bandera la libertad de expresión, pero a la ética la dejan de lado, pareciera que quisieran alimentar el racismo. El trabajo del ilustrador debería ser para construir. Es válido hacer la crítica, pero también se debe dejar una ventana abierta hacia la construcción de algo positivo.

¿POR QUÉ EMPEZASTE A PRACTICAR EL ISLAM?

—En el momento en que decidí casarme con un musulmán. La conversión era un requisito obligatorio para hacer el matrimonio por el islam. Antes de tomar la decisión, investigué, sobre todo el tema de la mujer, que me preocupaba mucho, porque tenía una información con la que no estaba muy de acuerdo. Hubo cambios: perdí amistades, mis padres también tenían prejuicios con la religión. Hice un curso intensivo de Ciencias Islámicas en Irán durante mes y medio. Allá aprendí mucho más sobre el porqué de las cosas y regresé a Venezuela mucho más clara. Observé mucho a las mujeres de allá, a la familia, a la sociedad y me gustó, no tuve ninguna objeción.

¿DÓNDE SE ESTUDIAN LAS CIENCIAS ISLÁMICAS?

—En la Universidad Internacional Al-Mustafá en Qom, una ciudad de Irán. Es la universidad más religiosa del país. Allí convergen distintas nacionalidades, es una universidad abierta a los países latinoamericanos. Hay cursos de todo tipo. Mucha gente va a estudiar el idioma persa o dialectos árabes. Es obligatorio saber árabe en esta religión, porque ese es el idioma original del Corán. Conozco muy poco aún.

—CADA PAÍS ISLÁMICO TIENE SUS FORMAS DE PRACTICAR LA RELIGIÓN. EL MALTRATO A LA MUJER ES UN PROBLEMA CULTURAL DE ALGUNOS PAÍSES

—No se debe generalizar. El Corán es nuestra guía, pero cada país lo interpreta según su cultura. En Afganistán tienen un trato hacia la mujer bastante rudo y fuerte, pero ya ese es un problema cultural de ese país en específico, eso no está contemplado en el Corán. Al contrario, el islam es muy respetuoso con la mujer. De hecho, en esta religión la mujer tiene muchos más derechos que la mujer occidental. En Irán hay bastantes mujeres en el parlamento. Las universidades iraníes tienen mucha más población femenina que masculina.

¿QUÉ CARACTERÍSTICA RESALTAS DEL ISLAM?

—La espiritualidad. El islam da mucha paz. Da libertad al momento en que te ayuda a comprender que muchas cosas de nuestro mundo terrenal no son necesarias. Las mujeres, por ejemplo, se desprenden de la imposición de la moda, de lo que la industria cultural dicta en cuanto a la manera de lucir atractiva para llamar la atención de un hombre. La mujer se preocupa más por cultivar el conocimiento y la espiritualidad que por su físico. La idea es que te quieran como mujer por eso, por los valores. Comprender eso es sentirse libre.

—¿CÓMO HACES PARA UNIFICAR TODAS LAS CREENCIAS RELIGIOSAS O CULTURALES POR LAS QUE HAS PASADO?

—Para mí todo lo que sea espiritual, que ayude a cultivar el ser, el alma, es de gran respeto.

¿CÓMO CAMBIÓ TU COTIDIANIDAD DESDE QUE PRACTICAS EL ISLAM?

—La oración es muy importante en el islam porque es el momento en que te conectas con Dios y agradeces. Agradecer es muy importante para nosotros: agradecer un día más de vida, por el día y la noche, por el sol, por la luna, por la naturaleza en general. Nosotros tenemos como obligación, dentro de los pilares de la religión, rezar cinco veces al día. Ayunamos una vez al año en el mes de Ramadán: es una forma de purificarse y limpiarte para que el alma, el espíritu y los pensamientos estén sanos también. Ayunar es saber controlarte, cosa que también ayuda a controlar las emociones. Lo ideal para los musulmanes es llegar a un estado de purificación como el de un recién nacido.

—¿QUÉ COSAS DE NUESTRA CULTURA HAS DEJADO DE HACER?

—Además de cambiar el estilo de alimentación y de entretenimiento por completo, el cambio más visible, por lo menos para la mujer, es la vestimenta. El cuerpo es un templo y hay que cuidarlo y cubrirlo para no ser objeto de pensamientos impuros y, un poco, para que las personas que se te acerquen lo hagan por el valor de tu intelecto y pensamiento y no por algo físico.

¿QUÉ HAS LOGRADO CON LA PRÁCTICA DEL ISLAM?

—Me siento en paz y libre de ciertas cosas que antes me preocupaban o me ataban mucho al mundo material.

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POR MARÍA BETANIA CHACÍN

 

 

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