«Bachaqueros» operan de forma deliberada y desangran la economía
Las mafias que venden productos con sobreprecios y que se han incrementado de forma sostenida en los últimos meses tienen más de una forma de extraer del mercado formal los bienes que ofrecen a quienes, por necesidad, no pueden evitar caer en esta cadena corruptiva.
En el supermercado Micro de la parroquia Altagracia, en Caracas, aún no ha amanecido cuando “La Catira” está en la puerta vendiendo los puestos de la cola a Bs 500. Eso sí, no se los vende a cualquiera, solo a bachaqueros.
A quien paga este “peaje” le dan un ticket que lo ubica entre las primeras 50 personas de la larga fila.
“La Catira” saluda con confianza al personal del supermercado y bromea con los efectivos de la Policía Municipal apostados para vigilar el establecimiento. En sus rondas verifica que sus “clientes” estén formados adelante.
Esos números los reparte un día antes en un kiosco que está a una cuadra del local. Esta rubia criolla es inmensa, imponente, fácil de ubicar para quienes buscan una opción distinta (y más cara) que esperar pacientemente el turno por orden de llegada.
Esta y otras irregularidades suceden también en el supermercado Día Día de la avenida Sucre, en Catia, Distrito Capital.
A simple vista se ve una larga cola de usuarios, pero en realidad quienes madrugan quedan de últimos y casi nunca pueden comprar. Una mujer llega a las 7:30 am y acomoda a los presentes para meter de primero a “sus” 20 personas. La acción cuesta Bs 400 y garantiza estar en la puerta del local a pesar de que la policía se encuentra allí.
Quienes pagan por su puesto no son compradores normales sino “bachaqueros” que venden en la calle Colombia, la plaza Sucre y el bulevar de Pérez Bonalde.
“Todos los días compran las mismas personas. Al parecer el captahuellas no funciona en ese supermercado”, explica Raiza Campos, una residente del sector.
Los antiguos manteles para poner los productos dieron paso a las bolsas negras.
De una cuadra a la otra. En la entrada del Mercado de Quinta Crespo hay entre 12 y 15 personas agrupadas quienes discretamente ofrecen el kilo de café en dos mil bolívares, la harina de maíz a Bs 800 y el Baygon a Bs 3.500.
Es más evidente en el Mercado Municipal de Coche, En algunos tarantines las legumbres se mezclan con otros productos manufacturados. Cuando preguntan por el precio de las lechosas les ofrecen también azúcar, leche y arroz.
En Petare el mecanismo es rotarse de un sitio a otro cada día. También alternan los productos que ofrecen: comida o de higiene personal.
Un vendedor de la redoma que pidió no ser identificado explicó que ahí operan individual y en colectivo.
“Algunos andan solos. Otros estamos agrupados y mientras uno va a Farmatodo otro va a Makro. Allí no hacemos ninguna cola sino que pagamos el puesto. Otras veces llegamos en cambote para que la gente se asuste y nos den paso. Aunque esté la policía allí igual pasamos”, explicó.
Contó Aponte que fue un miércoles a las 9:00 pm. “Fui al lugar y allí, junto a unas 30 personas, pude hacer mercado. No fue una compra cómoda porque todo fue apresurado: entramos casi furtivamente y dentro nos dieron un carrito. Al final del pasillo principal estaba la mercancía (azúcar, arroz, café, jabón, leche, harina y hasta pollo”.
El pago no lo hizo por caja sino que le dio la plata a quien organizó el grupo de personas por WhatsApp. Un poco avergonzada, aclaró que hizo la compra por necesidad y no para revender. “Tampoco conozco a los organizadores, solo me anoté y ya”, se disculpó.
Explicó la fuente que de esta forma el dueño del negocio evita bajar la mercancía, despacharla y calarse los desórdenes de la gente por las largas colas, y aun así recibe más dinero que realizando su trabajo normal. “Después uno lo que hace es venderlo en algún restaurante o arepera ya cuadrada previamente o descargarla rápido en algún sitio cercano donde se distribuye a los bachaqueros que los ofrecerán en la calle”, puntualizó. En esta cadena de corruptela las ganancias alcanzan desde 40 hasta 3 mil por ciento. Estos indicadores son directamente proporcionales al sobreprecio del producto para el consumidor final.
Cabe destacar que la compra del cupo no garantiza la adquisición del producto sino solamente el puesto en la cola. Antes, el usuario debe anotarse en una lista que se hace entre las 4 y las 6 de la tarde del día anterior.
Según las fuentes consultadas en el lugar, a las 6 de la mañana un grupo de la Policía Bolivariana coloca un mecate que indica el lugar que van a ocupar quienes ya compraron el puesto… Los demás van detrás.
Una vez que abre el local los funcionarios compran primero, luego los bachaqueros (que pagaron el puesto) y lo poco que queda es para quienes hicieron la cola honestamente.