Teatro venezolano: De César Rengifo a la paz (+Micro +Fotos)
Son cerca de las 7:00 de la noche y el público aguarda impaciente a las afueras del teatro. Discuten sobre el país, divagan sobre lo que saben, comentan algún detalle de sus vidas, se encuentran y… ¡Pasen adelante! Se escucha desde el comienzo de la fila, es la señal de que “dieron sala”. Los visitantes entregan sus boletos al personal del espacio y entran a toda velocidad para asegurarse la mejor vista del espectáculo.
Son cerca de las 7:00 de la noche y el público aguarda impaciente a las afueras del teatro. Discuten sobre el país, divagan sobre lo que saben, comentan algún detalle de sus vidas, se encuentran y… ¡Pasen adelante! Se escucha desde el comienzo de la fila, es la señal de que “dieron sala”. Los visitantes entregan sus boletos al personal del espacio y entran a toda velocidad para asegurarse la mejor vista del espectáculo. “Sala llena”, dice el director quien se esconde tras alguna cortina. El público habla, comenta, se ríe hasta que las luces bajan y el silencio se apodera de la sala. Salen los actores y justo allí comienza a gestarse el hecho teatral.
A propósito del Día Mundial del Teatro que se conmemora este 27 de marzo, Venezuela celebra mayor acceso, disposición de espacios, promoción a la investigación y apoyo a la creación que ha auspiciado el Gobierno Nacional durante los últimos años para el hecho escénico en primera instancia y, en definitiva, para la sociedad toda.
Tan solo en cifras, el Centro Nacional del Teatro -dependiente al despacho de Cultura- ha contabilizado la apropiación de más de 27 salas y lugares para la representación en el año 2013; con una inversión que supera los 22 millones de bolívares, junto a la puesta de más de mil obras teatrales presentadas en diversos festivales y en el circuito teatral que dispone una cartelera fija a precios accesibles, que rondan entre los Bs. 20 y 50.
Los asistentes ríen y, al mismo tiempo, se mantienen a la expectativa con lo que ven en escena. Un fragmento de la obra “Acto Cultural” ocupa la atención de los espectadores. Allí la “Sociedad Luis Pasteur” intenta –paradójicamente- representar una obra teatral en San Rafael de Ejido, pequeño pueblo del estado Mérida que sirvió al dramaturgo José Ignacio Cabrujas para criticar, entre otras cosas, el abandono que otrora padeció el hecho artístico venezolano.
“Que no se desanime nadie. Va a procederse ahora a la velada. Pero claro, hay cambios… se disfrazan… se maquillan… ¡Qué bello el teatro!, ¿no? Tan antiguo, tan como es y como debe ser. El arte, mi amor, que te llena, que te invade y tú ahí sintiendo”, expresa Herminia -personaje de la obra- mientras ordena los predios de la olvidada sociedad merideña al servicio único del arte que intenta servir a las élites de un poblado con desigualdades.
Los espectadores consultados, no precisamente en medio de la referida obra, reconocen en la ampliación de las políticas teatrales una posibilidad permanente para la convivencia. “Es una oportunidad maravillosa de encuentro con el otro (…) El teatro juega un papel importante que no puede verse solamente como un placer estético, sino como una tribuna para expresar libremente mi postura, mis pensamientos”, aseveró Linda Quintero, investigadora del área teatral.
En las tablas la sociedad se encuentra, el público hace un espacio entre sus actividades y destina tiempo para trasladarse a los teatros y disfrutar de las piezas. Al unísono, los actores, escenógrafos, personal de iluminación, maquillaje, vestuario y producción afinan detalles antes de llevar a término el propósito de este rito: confluir.
Rengifo en la paz
Una sociedad de paz será aquella que asuma la cultura y el respeto a la vida como valores fundamentales. Bajo esta sentencia, Venezuela sumó una iniciativa que persigue hacer accesible el hecho escénico y –como reto principal- mermar los niveles de violencia.
El lanzamiento del Movimiento Infantil y Juvenil de Teatro “César Rengifo”, desarrollado el pasado 16 de septiembre del año 2013, marcará una historia para la consecución de una sociedad de paz, afirmó rodeado de niños y entre actores el presidente de la República, Nicolás Maduro.
A seis meses de su instalación, el programa beneficia a más de 2 mil 300 niñas y niños que residen en las comunidades de 14 estados del país, según afirmó su director de formación y docencia, Rainer Suárez.
Artes plásticas, danza, circo, maquillaje, música y otras disciplinas, son impartidas a los jóvenes favorecidos por el movimiento, que al trazarse como misión el rescate de valores y de identidad para impactar en la vida de los niños, de los jóvenes, de sus familias y las comunidades, cimentará sus aportes de paz en la formación permanente.
“Lo que le hace falta al movimiento es seguir avanzando en el tiempo, que quede allí un diseño en la formación de las artes escénicas-específicamente teatro- que vaya pasando de generación en generación; es decir, aquí están niños que tienen una edad, van a ir avanzando, saldrán, vendrán los otros y se van a ir encontrando con este magnífico movimiento de teatro que le va dando las herramientas al formador, al niño, a la niña, a su familia y de allí permea a la comunidad”, explicó el director del movimiento, Pedro Lander.
Rengifo por el arte
En la obra de Rengifo reposa el devenir más auténtico de una poética teatral venezolana. Al tener como premisa que el teatro tuviese sus raíces en lo colectivo, rechazaba el hecho artístico elitesco y eurocéntrico que se comulgó en su época. Por ello, su recorrido dramatúrgico pasa temas indigenistas, luchas independentistas y aquello que perjudicaba a los sectores vulnerables de la sociedad.
“Cuando tú ves la obra de César Rengifo en artes plásticas, su dramaturgia extensa y prolija; su ensayística, pero es lo que menos se conoce; era un gran ensayista que tiene un pensamiento y una filosofía estética de primerísima importancia. Una de las cosas en las que él insiste es en que el arte y particularmente el teatro, había sido realizado en base a la preponderancia de lo individual”.
Esta aseveración fue hecha por Néstor Francia, director de dramaturgia del Movimiento “César Rengifo”, quien reconoció la teatralidad de lo cotidiano, lejos de aquello que Federico García Lorca aseguró: “Un pueblo sin teatro, si no está muerto, está moribundo”.
Para celebrar el centenario de César Rengifo, el movimiento que lleva en honor su nombre prepara un montaje que le rendirá tributo y contará con diversas expresiones de circo, danza, malabarismo, equilibristas, payasos y música.
Por lo pronto, se escuchan los últimos parlamentos en escena, el público no se lo espera, repentinamente la obra concluye y el final lo toma con los ojos humedecidos y las emociones movidas, descolocadas. El actor ofrece su reverencia en señal de gratitud, el público aplaude y así se consuma el encuentro de vida, de caracterización de teatro.