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Presidente Maduro celebra 200 años del encuentro entre el Padre Bolívar y Manuela Sáenz

El 16 de junio de 1822, Simón Bolívar entró triunfante a Quito, Ecuador, tras la victoria obtenida por el general Antonio José de Sucre, quien comandó al ejército independentista en la Batalla de Pichincha el 24 de mayo

El 16 de junio de 1822, Simón Bolívar entró triunfante a Quito, Ecuador, tras la victoria obtenida por el general Antonio José de Sucre, quien comandó al ejército independentista en la Batalla de Pichincha el 24 de mayo. Ese día, en medio de la algarabía del pueblo, El Libertador conoció a Manuelita, quien se convertiría en su amiga, defensora y su libertadora.

En ese contexto el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro quien se encuentra cumpliendo gira internacional por países euroasiáticos exaltó tan magna fecha y celebró los 200 años de la que calificó como «la relación más profunda y leal, entre el Padre Bolívar y Manuela Sáenz».

«Bolívar llegó a Quito un día como hoy, y en medio de los más grandes honores del pueblo, conoció por primera vez a la mujer con la que compartió el amor y el sueño por la libertad. Celebramos los 200 años de la relación más profunda y leal, entre el Padre Bolívar y Manuela Sáenz», escribió el Jefe de Estado en su cuenta Twitter.

Extraído del Diario de Quito:

Cuenta Manuela que de los balcones llovían flores y se fue formando en el camino una alfombra de pétalos. En este ambiente festivo y ya cerca de su balcón, donde estaba en compañía de su madre, sus tías y sus criadas Jonathás y Nathán relató: “(…) Tomé la corona de rosas y ramitas de laureles y la arrojé para que cayera al frente del caballo de S.E.; pero con tal suerte que fue a parar con toda la fuerza de la caída, a la casaca, justo en el pecho de S.E. (…) pero S.E. se sonrió y me hizo un saludo con el sombrero pavonado que traía a la mano (…)”.

La caravana prosiguió hasta llegar a la plaza donde estaba un sillón para recibir al Libertador y donde fue coronado 12 veces. En la noche hubo fiesta para el pueblo y fuegos artificiales.

Pero la cosa no terminó allí. Manuela llegó cerca de las ocho de la noche al baile en honor al Libertador en la casa de Juan Larrea. El propio Larrea la recibió y la llevó hasta el salón donde estaba sentado Bolívar conversando: “…Al ver que nos acercábamos se levantó, disculpándose muy cortésmente y atento a nuestro arribo se inclinó haciendo una reverencia muy acentuada. (…) S.E. Bolívar me miró fijamente con sus ojos negros, que querían descubrirlo todo, y sonrió. Le presenté mis disculpas por lo de la mañana, y él me replicó diciéndome: ‘Mi estimada señora, ¡Si es usted la bella dama que ha incendiado mi corazón al tocar mi pecho con su corona! Si todos mis soldados tuvieran esa puntería, yo habría ganado todas las batallas’”.

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