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Ruanda, el país donde los medios promovieron un genocidio

Esta ola de violencia que acabó con la vida de gran parte del pueblo ruandés, tuvo su origen en las diferencias entre los tutsi y los hutus, tribus africanas cuya disputa por la dominación del territorio se ha extendido por más de cinco siglos

Este jueves se cumplen 22 años del inicio de una de las masacres más cruentas y sangrientas de la historia reciente: el genocidio de Ruanda, conflicto étnico que generó la muerte de más de 800.000 personas y más de dos millones de refugiados en apenas 100 días.

Esta ola de violencia que acabó con la vida de gran parte del pueblo ruandés, tuvo su origen en las diferencias entre los tutsi y los hutus, tribus africanas cuya disputa por la dominación del territorio se ha extendido por más de cinco siglos.

En la masacre, los medios de comunicación participaron abiertamente al llamar al asesinato colectivo de los tutsi, razón por la cual algunos periodistas cumplen actualmente cadena perpetua, refiere la ABC.

El genocidio se desencadenó tras el 6 de abril de 1994, cuando dos misiles alcanzaron al avión en el que viajaba el presidente de Ruanda, Juvénal Habyarimana, miembro del pueblo hutu.

En venganza por este incidente, al día siguiente la guardia presidencial decidió ejecutar a la primera ministra de esta nación, Agathe Uwlingiyimana, y a los 10 soldados belgas pertenecientes a las fuerzas de seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que la escoltaban.

Luego de estos dos lamentables sucesos, la furia por el exterminio entre tribus estalló. De acuerdo con datos de organismos humanitarios, alrededor del 85% de la población, representada por los hutus, agredió, torturó y aniquiló de manera sistemática al 15% restante, que estaba conformado por los tutsi.

Entre los métodos utilizados contra las víctimas se pueden destacar desde violaciones sexuales masivas, amputaciones con machete y quemaduras, hasta ejecuciones de niños y bebes, entre otras torturas.

Aunque no se tiene registro oficial del número de fallecidos, según organizaciones defensoras de Derechos Humanos, se contabilizaron más de 800.000 muertos, una cifra que resulta devastadora para una nación que contaba con apenas 8 millones habitantes, cuya esperanza de vida no superaba los 44 años y en donde más de 250.000 personas estaban contagiadas por el virus del sida.

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