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Pablo Neruda: Poesía para un mundo mejor

Neruda fue el primer poeta en ser galardonado con el Premio Nacional de Literatura de Chile, y entre sus múltiples reconocimientos recibió el Premio Nobel de Literatura

Según Gabriel García Márquez, Pablo Neruda fue el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma. Entre las influencias que tuvo el poeta chileno y activista político, reconoció a Tagore, Darío, Whitman, Huidobro y a Sabat Ercasty, entre otros. En una entrevista relámpago que concedió a Clarice Lispector, le contó que la alegría más grande que le dio la escritura fue poder “Leer mi poesía y ser oído en lugares desolados: en el desierto a los mineros del norte de Chile, en el estrecho de Magallanes a los esquiladores de ovejas, en un galpón lleno de lana sucia, sudor y soledad”. De igual modo, señaló que la tarea más importante era “intentar que el mundo sea digno para todas las vidas humanas”.

Neruda fue el primer poeta en ser galardonado con el Premio Nacional de Literatura de Chile, y entre sus múltiples reconocimientos recibió el Premio Nobel de Literatura. En su discurso de premiación expresó: “El poeta no es un ‘pequeño Dios’ (…) el mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día (…) Él cumple su majestuosa y humilde faena de amasar, meter al horno, dorar y entregar el pan de cada día, con una obligación comunitaria (…) Si el poeta se incorpora a esa nunca gastada lucha por consignar a cada uno de los otros su ración de compromiso, su dedicación y su ternura al trabajo común de cada día y de todos los hombres, el poeta tomaría parte en el sudor, en el pan, en el vino, en el sueño de la humanidad entera”.

Fue también gran amigo de Salvador Allende, a quien apoyó desde la primera vez que el presidente mártir se postuló a la presidencia de Chile en 1952. Cuando Allende ganó, Neruda le expresó su apoyo públicamente, y le dijo: “(…) Tenemos un solo interés que tú compartes: la dignificación de nuestro pueblo”.

NIÑO POETA

El 12 de julio de 1904 nació en Parral, en la región del Maule, Chile, Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, quien sería conocido como Pablo Neruda. Hijo de don José del Carmen Reyes, agricultor de viñedos y trabajador de los diques de Talcahuano y ferroviario en Temuco; y de Rosa Neftalí Basoalto Opazo, profesora en el pueblo, quien murió de tuberculosis apenas a un mes de haber dado a luz al futuro poeta. De su madre le quedó solo una fotografía y sobre ella diría: “Era una señora vestida de negro, delgada y pensativa. Me han dicho que escribía versos, pero nunca los vi, sino aquel hermoso retrato”.

Su padre se casó en segundas nupcias con doña Trinidad Candia Marverde, mujer amorosa que cuidó del niño, y que, en lugar de madrastra, fue llamada Mamadre por el muchachito. Del polvoriento Parral se fueron a Temuco. Cuentan que se inició desde muy joven en la lectura de Buffalo Bill, Salgari, y de Gabriela Mistral, la directora del Liceo de Niñas, a quien recordó como “la señora de las regiones australes con vestidos muy largos y zapatos de taco bajo”.

El mismo Neruda contó que comenzó a escribir poesía tempranamente, apenas aprendió a escribir, y refirió: “sentí una intensa emoción y tracé unas cuantas palabras semirrimadas”. Afiebrado, el joven escribió y escribió, pero a escondidas de su padre, para quien eso de ser poeta no era un oficio digno. Felizmente cómplice, su hermana Laura, le guardaba su libreta de poemas, hasta que un día, el jovencito tomó por seudónimo Pablo Neruda, y entonces sus escritos comenzaron a ser publicados en los diarios La Mañana y Selva Austral de Temucho; Corre-Vuela de Santiago;

Siembra de Valparaíso; Revista Cultural de Valdivia; Asteroides de Cauquenes y en Ratos Ilustrados de Chillán. Sobre aquellos días contó: “Recuerdo que a mi padre le molestaba mucho que yo escribiera (…) él pensaba que eso de escribir llevaría a la destrucción de la familia y de mi persona, y que, especialmente, me llevaría a la inutilidad más completa (…) una de las primeras medidas defensivas que adopté fue la de cambiarme de nombre”. Muchos años después, en 1946, tras sentencia judicial, logró que Pablo Neruda fuera su verdadero nombre.

Al terminar el liceo partió a Santiago. El padre confiaba en que estudiaría para hacerse maestro, mientras el joven se fue con sus sueños de ser poeta. Estudió en el Pedagógico pero también se incorporó en la vida cultural e intelectual de la capital, aunque vivió pobremente en una pensión de la calle Maruri.

En 1921 publicó La canción de la fiesta y en breve, en 1924, alcanzó fama internacional con Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Escribió España en el corazón. Apoyó a los republicanos al estallar la Guerra Civil española y fue gran amigo de Federico García Lorca, a quien consideró “la encarnación de la alegría. Del amor a la vida”. Se relacionó también con Aleixandre y Gerardo Diego de la llamada generación del 27, y fundó la revista Caballo Verde para la Poesía. En 1939 ingresó al Partido Comunista y su obra experimentó un giro hacia la militancia política, que se consagró con la publicación de su Canto general.

SOCIALISTA Y ANTIIMPERIALISTA

En su opinión, el único sistema capaz de lograr que se rompiera la explotación colonial era el socialismo, debido a “su fuerza creadora”. Fue un gran defensor de la cultura latinoamericana y del derecho a la autodeterminación de los pueblos, y consideró que “era necesario oponerse al carácter expansionista de los Estados Unidos”. En su opinión, “(…) los latinoamericanos tenemos muy poco que esperar de la política norteamericana, la política general de los Estados Unidos no solo es agresiva contra nosotros sino contra la mayoría de los pueblos del mundo (…) Se ha constituido como una superpotencia que cree necesaria la implantación de su poder sin límites precisos, mucho más allá de su propio territorio”.

NERUDA Y EL GENERAL GABALDÓN

Marcos Pérez Jiménez prohibió la entrada de Neruda a Venezuela en 1957, pero, dos años después, el poeta logró visitarnos y durante cinco meses recorrió el país junto a su esposa Matilde Urrutia.

En esta temporada se encontró con el general José Rafael Gabaldón, a quien conocía del mundo diplomático, y con quien además compartía ideales libertarios. De su viaje por Venezuela dedicó posteriormente a nuestro país algunos poemas, entre los cuales destacan: Oda a los nombres de Venezuela, Miranda muere en la niebla, Las aves del Caribe y Un canto a Bolívar.

PARTIDA FÍSICA

A la muerte de Allende, escribió: “Aquí en Chile se estaba construyendo, entre inmensas dificultades, una sociedad verdaderamente justa, elevada sobre la base de nuestra soberanía, de nuestro orgullo nacional, del heroísmo de los mejores habitantes de Chile. De nuestro lado, del lado de la revolución chilena, estaban la Constitución y la ley, la democracia y la esperanza. Del otro lado no faltaba nada. Tenían arlequines y polichinelas, payasos a granel, terroristas de pistola y cadena, monjes falsos y militares degradados (…) Las obras y los hechos de Allende, de imborrable valor nacional, enfurecieron a los enemigos de nuestra liberación”.

Pocos días después, el 23 de septiembre de 1973 en Santiago, en pleno golpe de Estado pinochetista, murió el poeta. Su casa fue saqueada y sus libros, incendiados.

UN CANTO A BOLÍVAR (Fragmentos)

PADRE nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire
de toda nuestra extensa latitud silenciosa,
todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada:
tu apellido la caña levanta a la dulzura,
el estaño bolívar tiene un fulgor bolívar,
el pájaro bolívar sobre el volcán bolívar,
la patata, el salitre, las sombras especiales,
las corrientes, las vetas de fosfórica piedra,
todo lo nuestro viene de tu vida apagada,
tu herencia fueron ríos, llanuras, campanarios,
tu herencia es el pan nuestro de cada día, padre.
(…)
Tus ojos que vigilan más allá de los mares,
más allá de los pueblos oprimidos y heridos,
más allá de las negras ciudades incendiadas,
tu voz nace de nuevo, tu mano otra vez nace:
tu ejército defiende las banderas sagradas:
la Libertad sacude las campanas sangrientas,
y un sonido terrible de dolores precede
la aurora enrojecida por la sangre del hombre.
Libertador, un mundo de paz nació en tus brazos.
La paz, el pan, el trigo de tu sangre nacieron,
de nuestra joven sangre venida de tu sangre
saldrán paz, pan y trigo para el mundo que haremos.
(…)
Yo conocí a Bolívar una mañana larga,
en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento,
Padre, le dije, eres o no eres o quién eres?
Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo:
“Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo”.

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