Luis Mariano Rivera dejó un legado de amor por la naturaleza y el pueblo hace 16 años
"La canción de Luis Mariano/ es canción de la esperanza/ porque mi pueblo sea un pez/ reventador de atarrayas".Es un verso de La canción de Luis Mariano, de Alí Primera, pieza poética que el Padre Cantor dedicó a Luis Mariano Rivera, ese otro músico venezolano que en sus letras supo llegar a lo más profundo del alma de la venezolanidad.
Este jueves 15 de marzo se cumplen 16 años de su partida física. Nació, vivió y falleció en su pueblo de Canchunchú, cerca de Carúpano, en el estado Sucre. Con su obra legó al acervo cultural del país un sinnúmero de composiciones musicales en las que habló de la vida del campesino y de las tradiciones del oriente venezolano.
Nació en 1906 y fue un niño y un joven del campo. Huérfano y casi analfabeto, solo cursó estudios formales hasta el tercer grado de primeria y pasó casi toda su juventud trabajando como peón y obrero. No fue hasta los 38 años de edad cuando Rivera reventó su atarraya volviendo a las aulas para aprender a leer y escribir correctamente.
A partir de allí no se apartó del mundo del conocimiento y la creación "y se dio cuenta de que era poeta”, como lo dijo el Comandante Hugo Chávez en un Aló, Presidente.
“Luis Mariano fue un campesino que descubrió las letras siendo adulto, y en la belleza de la lectura supo sacar de su espíritu noble de hombre sencillo, poemas y canciones que definieron la identidad de su región de una manera magistral”, escribió el presidente Nicolás Maduro en su cuenta en Facebook a propósito del natalicio 111 del "cantista", como se autodenominaba Rivera.
“Nos dejó con su vida un legado de sencillez, perseverancia y amor por la naturaleza y el pueblo, que es parte de nuestra cultura y a la que hoy le rendimos tributo”, continuó el Primer Mandatario Nacional.
Su talento con la pluma le sirvió para componer canciones como Cerecita, La Guacara, La Cocoroba, Costumbres criollas y la más popular, Canchunchú Florido. Rivera también escribió obras de teatro.
Falleció a los 96 años. Dos años antes de cambiar de paisaje lo visitaron en su casa de Canchunchú sus colegas Simón Díaz y Gualberto Ibarreto, a quienes ofreció una entrevista televisada. El autor de Caballo viejo le preguntó su secreto de longevidad y buen semblante. Rivera contestó como el gran maestro que siempre fue, con la sencillez del hombre de campo: “He pensado más en alimentar el espíritu que la materia”.