De la Ciudad

Juego de los animalitos fomenta la ludopatía en la población

Desde hace varios meses, el juego de los animalitos ha generado un gran furor entre los caraqueños, quienes apuestan desde 100 bolívares hasta todo el salario en ruletas de números asociados con animales. De esta manera, entregan al azar su dinero al gato, mono, perro, burro o culebra, manteniendo a las agencias de loterías repletas de personas que aguardan en largas colas para probar su suerte.

El juego se basa en una selección simple, que permite multiplicar la apuesta acertando una opción ganadora. El cliente selecciona 1 de las 38 combinaciones disponibles en la ruleta y de aceptar dicha combinación obtiene 30 veces el monto apostado. Por cada Bs 10 obtiene un beneficio de Bs 300.

En oficinas, plazas, centros médicos, el Metro o camionetas, son comunes las conversaciones sobre la apuesta. “Ayer me hubiese ganado como 3 millones si le hubiese jugado al mono, pero no tuve chance en el trabajo para salir y apostarle los 100 mil que tenía”, comentaba un joven que circulaba por la avenida Baralt.

A pesar de la gran popularidad que ha obtenido en la capital, este juego no es nuevo. En el oriente del país este pasatiempo tiene años revolucionando los centros de lotería. “Yo recuerdo que cuando tenía como ocho años mi abuelo me mandaba a una agencia allá en El Tigre para apostarle a un animal”, comentó Rubén Hernández, residente de los Altos Mirandinos.

Además de las agencias de loterías, este juego cuenta con páginas de Facebook como “Datos animalitos ruleta activa” o chats de mensajería de texto donde las personas buscan datos para saber a qué animal apostarle o para conocer los resultados.

NO ES INOFENSIVO

Para las personas este juego puede resultar solo una moda pasajera o inofensiva, pero para el médico psiquiatra, Ángel Riera, esta modalidad puede traer graves consecuencias para sus jugadores.

“Esta viralidad de los animalitos puede conllevar a una condición, que posteriormente puede ser psiquiátrica, llamada ludopatía, trastorno que obliga a una persona a jugar y apostar de forma progresiva. Esta condición puede traer graves consecuencias, ya que han existido casos donde las personas pierden a sus familias, trabajos, amistades y hasta bienes materiales que son utilizados para empeñarlos y así conseguir cómo jugar”, explicó.

Así como los adultos, este juego de azar también ha atrapado a menores de edad, quienes, sin la supervisión de sus padres, asisten a las agencias de lotería para apostar.

“Estos casos son muy graves porque los niños, desde temprana edad, van desarrollando ese trastorno de conducta que los impulsa a las apuestas. Incluso existen padres o familiares que les dan dinero a los niños para que les jueguen un animal. Esto no se debe hacer, por ello los familiares tienen que inculcar desde casa los valores y charlar con sus hijos para que eviten caer en estos juegos, que más adelante podrían convertirse en un grave problema social”, indicó.

Riera aseguró que la obsesión por los juegos de azar se manifiestan durante momentos de crisis, como mecanismo usado por las personas para liberarse de preocupaciones.

“Los estudios indican que cuando un país está en guerra, el consumo de drogas, el alcoholismo y los juegos de azar tienden a incrementarse por la necesidad del individuo de liberar tensiones. En el caso de que no se consiga comida, medicamentos o el dinero no alcance, pues las personas buscan apostar lo poco que tienen para ver si su dinero se multiplica de una manera más fácil”, manifestó.

El galeno propuso que más allá de impartir charlas ocasionales sobre cómo prevenir estos casos, se necesita crear un proyecto de ley en materia de salud mental “que tenga un enlace en la educación, donde las escuelas y universidades incluyan en el pensum de estudios una materia donde se hable de estos casos, así como de las redes sociales y todo lo que se escriba en ellas, que generan trastornos de conducta en la población”.

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