Jesús Soto es sinónimo de la perseverancia artística
Para vivir el arte que dejó uno de los grandes artistas venezolanos no hay que trasladarse hasta el Museo de Arte Moderno o, a ninguna Bienal en Europa, basta con transitar la estación del Sistema Metro Chacaíto o en el corazón de la autopista Francisco Fajardo para saber lo ingenioso y maravilloso que fue Jesús Soto.
Nacido en el estado Bolívar, en un hogar lleno de músicos, desde joven presentó su inclinación por el arte cinético y el cubismo, tanto que no paró hasta difundirlo mientras iba culminando sus estudios, a pesar de que para los años 50’s, esta tendencia artística era la menos predilecta.
Desde su partida a Francia, visita en Europa diversos países, expuso su visión del arte como una fuente de fácil engaño “al ojo”, más su excesivo ingenio le creó algunas polémicas que lo excluyeron de galerías y eventos. Más esto no lo detuvo para obtener el tope de seguidores y aclamaciones por sus trabajos con diversas presentaciones y formas en grandes capitales.
En el año 2005, en París, tras una larga carrera en el ámbito artístico, falleció el 14 de enero a sus 82 años. Sus obras son un símbolo nacional, es casi inmediato reconocer alguna de estas, sobretodo la “Esfera Theospacio”, pero la más reseñable por sus magnitudes es la “Esfera Caracas” que teñido de un color naranja fuerte, el efecto no se pierde desde la distancia en que se mire, o el “Techo de Foyer en el Teatro Teresa Carreño”