Encuentros afortunados detrás de un mural
Se hacen las 07:00 de la noche y apenas llegan un par de galones de pintura, la jornada pinta larga y la cara de angustia de Cindy Lee se intensifica. ¿Cómo haré para terminar tres paredes para mañana yo sola?, era una pregunta recurrente que se hacía mientras veía a María, su compañera de faena, moverse como un robot de un lado al otro. Comenzó con hacer el bosquejo en las paredes para luego rellenarlo y mientras proyectaba el mensaje del mural, llegaron par de chicos de la comunidad de los que se hizo amiga y su maestra de los pinceles. Pasaron las horas y el trabajo no cesaba, pero ni ella ni los jóvenes que se incorporaron al proyecto estaba pendiente del reloj, solo presentían que era tarde y que había que continuar para tener todo listo al siguiente día.
Estaban en El Valle, específicamente en el sector La Cementera de Distrito Capital, lugar escogido entre tantas bases de misiones para hacer un inmenso mural representativo de las misiones del país. Ahí, los chamos que inicialmente se sumaron también motivaron a un montón de niños que se pararon detrás de Lee para decirle: Nosotros también queremos pintar.
Era difícil no atender la petición de unos 30 infantes dispuestos a hacerlo incluso mejor y más rápido que los grandes. Así fue como María Usecha y Cindy Lee movilizaron a esa pequeña tropa hasta una de las tres paredes, para que se quedaran a cargo de unos árboles que ella había dibujado y que debían solo rellenarse con mucho color.
30 minutos más tarde, un pequeño le toca la espalda diciéndole "Ya terminamos"… el grupo de niños no solo habían culminado el diseño de uno de los edificios del urbanismo FNC, sino que fueron tan creativos, que con sus pequeñas manos plasmadas en la pared, simularon las hojas de unos árboles.
Esto, a Lee no solo la sorprendió, sino que la hizo caer en cuenta de lo afortunada que fue al tener que acudir a esta comunidad caraqueña, la segunda después de Moltalbán donde pintó otros árboles y paisajes que embellecieron aún más a una humilde zona de la Capital.
"Toda la comunidad nos apoyó (…) nos daban cafés y con eso nos mantuvimos hasta las 03:00 de la madrugada activos, unos chamos se fueron a dormir y seguimos María y yo batallando. Nos preguntaron de todo, la gente nos apoyaba y eso nos daba ánimo, es la otra cara de esas comunidades, la que nadie conoce porque no nos hemos involucrado", narró Lee, quien labora como la artista de Misión Árbol.
Amaneció de pronto, el sol salió y para los que participaron en el inmenso mural, fue como si las horas nunca hubiesen transcurrido. A las 10:00 de la mañana del día siguiente ya estaba todo listo para inaugurar la base de misión, excepto el mural que solo esperaba por unos retoques.
Fue a la 01:00 de la tarde cuando Lee dejó los pinceles colgados- había estado pintando por más de 12 horas- y se dedicó unos minutos para conversar con esos chamos que por el cansancio se habían ido a dormir y que volvieron tiempo mas tarde gustoso de haber participado.
"Creo que nadie sabe el talento que hay ahí dentro de esas comunidades y cómo podríamos hacer que esos chicos usen esas energías para cosas buenas. A los niños les di pintura y pinceles y enloquecieron, se llenaron de pintura y fueron capaces hasta de hacer una texturización espontánea", relata Lee de esa experiencia.
Lo que hablan los murales
Useche, consecuente compañera de Lee tampoco dejó impresionarse. Su pequeña estatura y algunos rayos blancos en su cabello no la privaron de hacer amistad con muchos jóvenes de El Valle y Montalbán, de hecho, es ella quien impulsa los murales por estar relacionados con el Quinto Objetivo del Plan de la Patria. "Ellos representan nuestro llamado al cuido del planeta", sostuvo.
Juntas han logrado tres murales, avanzan en otros tres más y tienen la tarea de formar jóvenes muralistas para propagar esta labor, que además de embellecer las paredes de la ciudad capitalina, cumplen con dejar mensajes ecológicos, tal es el caso del que hicieron en la base de misión Cinco Héroes, lugar en el cual aprovecharon una pared de más de diez metros de ancho para mostrar el proceso de reproducción de una semilla cerca de una cuenca hidrográfica.