Carlos Raúl Villanueva: Prestigio Sólido, como el concreto
Su frase “la arquitectura es un acto social por excelencia” fue el faro que guio el proceso de Renovación en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela
Fue el arquitecto por excelencia del siglo XX vene-zolano, con obras que se convirtieron en emblemas de Maracay, Caracas y Maracaibo. Su interpretación del oficio orientó a los renovadores en los años 60 y aún sigue siendo referencia para las generaciones actuales y futuras. Su principal obra, la Ciudad Universitaria, alcanzó el rango de Patrimonio de la Humanidad en 2000, 25 años después de su muerte
Su frase “la arquitectura es un acto social por excelencia” fue el faro que guio el proceso de Renovación en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Corrían los años finales de la estrepitosa década de los 60 y los aires de cambio sacudían al mundo entero.
Hay que entender el contexto de la frase. No era cualquiera el que daba esa orientación, sino el autor de la planta física de la universidad misma, un conjunto de obras que había roto modelos y establecido pautas, especialmente por la integración de otras artes (pintura, escultura) en la concepción arquitectónica, y por la forma como la estética y la utilidad iban de la mano.
Villanueva era, para esos tiempos, un hombre de casi 70 años, pues había nacido en 1900 en Londres (su padre era diplomático venezolano, casado con una francesa). Aparte del esplendoroso campus de la UCV, había dejado importantísimas huellas en la arquitectura venezolana: el hotel Jardín y la maestranza de Maracay (a la que luego se dio el nombre de César Girón); la Reurbanización El Silencio, ícono de la modernidad caraqueña; el Museo de Bellas Artes, el Museo de Ciencias Naturales y el grupo escolar Francisco Pimentel, en la capital; el Museo de Arte Moderno Jesús Soto, de Ciudad Bolívar; y la urbanización Rafael Urdaneta, en Maracaibo.
El prestigio de Villanueva llegó a ser tan sólido que pudo resistir lo que para otras personas hubiesen sido cargas demasiado pesadas. En primer lugar, siendo todavía un veinteañero, comenzó su trabajo en la capital de Aragua al servicio del gobierno del dictador Juan Vicente Gómez. Luego, tuvo un rol destacado en la administración de Isaías Medina Angarita, un gomecista democrático que fue derrocado por una alianza entre adecos y militares impacientes y ambiciosos. Y, para completar, fue una figura notable en la llamada política del concreto armado de Marcos Pérez Jiménez.
Al iniciarse la etapa de la democracia representativa, algunos quisieron execrarlo, cobrarle su participación en aquellos gobiernos. Pero no pudieron. Su obra era demasiado notoria; imposible ocultarla o restarle importancia. De hecho, algunas de sus creaciones terminaron siendo símbolos de ese nuevo sistema político. Tal fue el caso de la urbanización popular 2 de Diciembre, que fue rebautizada como 23 de Enero. En 1963 recibió el Premio Nacional de Arquitectura, que se unió así a otros reconocimientos, como el recibido en la Bienal de Arquitectura de Sao Paulo, en 1957, y el del Congreso Panamericano de Arquitectos, en 1947.
El último proyecto en el que participó el gran maestro fue el edificio nuevo del Museo de Bellas Artes, una obra que realizó en conjunto con Oscar Carmona.
En 2000, 25 años después de su muerte, el principal legado de Villanueva, la Ciudad Universitaria, fue reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, mientras que la Reurbanización El Silencio ha sido rescatada por la Revolución del abandono y la desidia en que se encontraba sumida, igual que el resto del centro de Caracas.
Además de sus grandes obras, quedan sus reflexiones sobre el oficio, que sirvieron de inspiración para los renovadores de los 60 y aún hoy deben serlo para las actuales y futuras generaciones de esta profesión: “La arquitectura es acto social por excelencia, arte utilitario, como proyección de la vida misma, ligada a problemas económicos y sociales y no únicamente a normas estéticas (… ). Para ella, la forma no es lo más importante. Su principal misión: resolver hechos humanos”.
POR CLODOVALDO HERNÁNDEZ
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/N.A