Opinión

Bolívar

Nuestro Padre Bolívar supo ser más grande que su propio tiempo y lo logró aferrándose a los principios, al honor y a la idea justa que defendía, así lo expresaba en una de sus cartas, en 1823:

“El honor es el mejor guía del laberinto de las revoluciones”.

De mil laberintos pudo salir el Libertador, sin claudicar a la causa de la Independencia Nacional y de la igualdad social, de esta última tomó conciencia plena durante su estadía en Haití y la hizo estructura central de su pensamiento libertario, como quedó plasmado en su discurso ante el Congreso de Angostura en 1819:

“Mi opinión es, legisladores, que el principio fundamental de nuestro sistema, depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela. Que los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad”.

Esta convicción de que solo podía haber República y libertad si se reconocía y practicaba la igualdad, lo llevó al laberinto de las contradicciones de clases con sus compañeros de lucha, contradicciones que degeneraron en odios y persecuciones que como él mismo lo confesó en 1830,  finalmente lo llevaron a las “puertas del sepulcro”.

Un día del año 2012, el Comandante Hugo Chávez reflexionaba en privado sobre la última estadía del Padre de la Patria en Caracas, año 1827,  y me comentó que él creía que Bolívar no enfrentó a Páez y a la Cosiata, aunque tenía fuerza moral y popular para hacerlo,  porque significaba perder su gloria de Libertador y degenerar en el líder de una facción pugnando por el poder.

Con esta frase, “prefirió la gloria antes que el poder”, y una tajante afirmación, concluyó el Comandante Chávez aquella reflexión.

Realmente, cuando Bolívar se percata de los sucesos que amenazaban la unidad Sudamericana desde Venezuela y ante las negativas de Páez de ceder en su facciosa ambición de poder, decide venir a Caracas, pero antes le escribe a éste el 23 de diciembre de 1826:

“Quiero salir ciertamente del abismo en que nos hallamos, pero por la senda del deber y no de otro modo”.

Lamentablemente los enemigos de sus ideas, liderados por Páez y Santander, escogieron el modo de la intriga, de la mentira, de la traición, de la fragmentación y Bolívar cumpliría con honor lo que había escrito al General Salom, seis años antes de su muerte, el 17 de diciembre de 1824:

“Aunque me cueste la vida voy a impedir la guerra civil”.

Y se marchó de su Caracas para no volver más en vida. Sin embargo, poco tiempo después de su muerte, Venezuela fue a la guerra civil por casi cien años, porque el pueblo no se resignó a la traición al proyecto social de la revolución de Independencia y a la subordinación a una nueva oligarquía y a otros viejos o nacientes imperios.

Bolívar regresó para amar a Venezuela, como cantaba  Alí Primera, en el fuego sagrado que Chávez avivó en esta generación de patriotas bolivarianos y bolivarianas, que estamos empeñados en su idea libertaria.

Hoy cuando nos pretenden llevar a nuevos laberintos donde se nos quede perdida la Patria, inspirémonos en la consecuencia con la idea justa que mantuvo el Padre Bolívar y digamos, como lo expresó en 1816, hace 200 años, cuando salía de uno de los laberintos de nuestra historia:

“Formemos una Patria a toda costa y todo lo demás será tolerable”.

En homenaje a los 233 años del nacimiento del niño Simón, defendamos nuestra Patria a toda costa. ¡San Pedro Alejandrino, nunca más! ¡Viva Bolívar!

 

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