De la Ciudad

Bachaqueros se camuflajean a las afueras del Mercado de Quinta Crespo

La imaginación de los inescrupulosos que se lucran bachaqueando en las afueras del Mercado de Quinta Crespo no tiene límites. Camuflados como heladeros, vendedores de lazitos para el cabello, bolsas plásticas, chupis, café, entre otros productos, intentan pasar desapercibidos ante las autoridades policiales.

En el mismo espacio, conformado por un pequeño pasillo a la entrada del establecimiento, cohabitan varios vendedores formales e informales. La gritería de los mercantes, los cornetazos de los carros que transitan por la Baralt y el ruido de las motos conforman un ruidoso cóctel que aturden el oído.

Cerca de la puerta principal, frente a la estatua del general Joaquín Crespo, una mujer que hace muy bien el papel de vendedora de colitas para el cabello se acerca sigilosamente a los transeúntes que se disponen a ingresar al mercado y les ofrece arroz y azúcar.

—El kilo de arroz está en Bs 2 mil 500 y el litro de aceite en Bs 3 mil 500 –dice la mujer que no alcanza los 25 años de edad.

—Nooooo qué va, mi amor. ¡Esa vaina está muy cara! –contesta una señora ama de casa y se marcha.

Otro sujeto, de 35 años de edad, aproximadamente, no trae nada en sus manos, pero oferta a viva voz mantequilla Mavesa de 500 gramos. A la pregunta de cuánto cuesta el envase, el hombre detiene en seco su recorrido por el pequeño pasillo del mercado y se apresura a contestar: “Está en 3 mil bolos”.

“Llegó con nuevo precio. Los mayoristas nos la ponen a mil bolos cada envase y nosotros la ‘pegamos’ en ese precio”, aclara el bachaquero ante la queja de su posible comprador, quien refunfuñó porque el producto estaba caro.

Sentadas en casilleros de cervezas, tres mujeres que visten leguis de licra y franelas de distintos colores gritan que tienen para la venta harina de maíz precocida de la marca más conocida en Bs 2 mil 200, jabón de baño en mil bolos. Además, señalan que pueden conseguir papel toilet y aceite vegetal.

Aunque no llevan con ellas la mercancía, las damas cobran a las personas que les compran y se introducen en el mercado de donde sacan los alimentos. Luego se los entregan en bolsas a quienes pagaron el exorbitante precio.

Se presume que algunos concesionarios son cómplices de los estafadores, pues del interior del mercado se les ve saliendo con arroz, pasta y azúcar. En otras oportunidades lo buscan en los galpones de los mayoristas.

POLICARACAS ATACA EL PROBLEMA

Son las 11:00 am de un miércoles. A esa hora llega la patrulla 0107 de PoliCaracas a Quinta Crespo. Una oficial logró capturar a dos bachaqueras, pero sin evidencias.

El camión jaula está estacionado en la calle Oeste 18 y para llegar allí la oficial debió cruzar por la entrada principal del mercado delante de los demás bachaqueros, quienes se hicieron los desentendidos ante “la ladillosa” situación generada por los uniformados. Desde el pedestal de la efigie del general Crespo, un grupo de hombres que mata el tiempo jugando ajiley le gritan a la uniformada: “Negra, no seas mamoma (fastidiosa)”.

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