Culturales

Orines fertilizantes

Cada vez que un ser humano orina en una poceta y hala la palanca, está desperdiciando 15 litros de agua

Una de las perversiones más lamentables de todas las grandes ciudades es que nos ha obligado a desechar, masiva y cotidianamente, al menos tres elementos de valor incalculable: el agua, los desechos vegetales (las hojas de los árboles) y la orina. Esta breve propuesta plantea la posibilidad de utilizar estos tres productos naturales para producir, con procedimientos agroecológicos, gran cantidad de fertilizantes para la agricultura.

Cada vez que un ser humano orina en una poceta y hala la palanca, está desperdiciando 15 litros de agua. Sírvase multiplicar por la cantidad de personas que usan la poceta diariamente.

Dejemos para después la cuenta de las lavadas de manos y de platos, las defecaciones y cepilladas de dientes. Y dejemos para después el relato del daño ambiental.

Cuando orinamos, estamos expulsando un compuesto orgánico rico en nitrógeno, urea, potasio, fósforo: justo los elementos que contienen los fertilizantes industriales. Por estos elementos que nuestro cuerpo desecha, y que son importantes para la agricultura, se invierten anualmente millones de dólares y los beneficiarios de esta insensatez son las grandes transnacionales que nos venden fertilizantes químicos. Desechamos también toneladas de hojas secas recogidas de las calles, aceras y parques.

La orina es capaz de acelerar los procesos de descomposición de la materia vegetal y producir en corto tiempo un humus de altísima calidad y riqueza y, además, orgánico; esto puede comprobarse en experimentos a pequeña o gran escala.

La proporción estándar, internacionalmente aceptada para el uso de la orina humana en este tipo de procesos, es de 1:10. Es decir, una medida de orina por diez de agua.

Se propone entonces:

1) La implementación de urinarios públicos en un eje determinado. Por ejemplo: alguno de los bulevares y paseos más concurridos (Los Caobos, Los Próceres). Los baños portátiles utilizados en conciertos y actividades al aire libre pueden funcionar como recolectores.

2) La recolección de toda la materia vegetal en los parques y ejes seleccionados.

3) La habilitación de espacios no poblados, en la periferia de la ciudad, para realizar la mezcla y remoción de ambos materiales (orina y desechos vegetales).

El objeto y misión de este proyecto sería la producción masiva de un producto que puede utilizarse en las muchas experiencias de huertos organopónicos e, incluso, en sembradíos que surtan a Caracas de vegetales y, eventualmente, reducir nuestra dependencia de las transnacionales de fertilizantes químicos. Al mismo tiempo se estaría disipando la injusta sentencia que afirma que Caracas no aporta nada para su propio sustento ni para la soberanía alimentaria.

POR JOSÉ ROBERTO DUQUE
@JROBERTODUQUE

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