Capriles le paga a indigentes para armar guarimbas en Las Mercedes
Andreína Calzadilla es una joven mujer de 20 años. Vivía con su familia en un apartamento de la Gran Misión Vivienda Venezuela, hasta que por incompatibilidad entre su madre y su nueva pareja, decidió irse con su hija y esposo a vivir a la calle.
Dormía bajo un puente en la Urbanización Las Mercedes, en el este de Caracas, sector que pertenece al estado Miranda. En ese lugar fueron abordados por sectores afectos a la derecha. El gobernador de esa entidad, Henrique Capriles Radonski, personalmente negoció con ellos. La promesa: pronto les darían una vivienda si lo ayudaban en su objetivo de sacar del Gobierno al presidente Nicolás Maduro.
Capriles llegó con comida para un grupo de 40 personas en situación de calle que pernoctaban en el lugar, zapatos, ropa, promesas, pero también cajas de bombas molotov, yesqueros, guantes y lentes, implementos que usaban como vanguardia de las manifestaciones opositoras. Son muchachos en situación de calle, en su mayoría, a quienes este sector les paga y ofrece viviendas y ropa, a cambio de que provoquen y enfrenten a los cuerpos de seguridad en las, cada vez más violentas, manifestaciones de calle.
“Él (Capriles) siempre estaba con nosotros en la guarimba, pero cuando la cosa se ponía muy fea, él se iba”, narró Andreína en una entrevista que le hizo el equipo de prensa de la Misión Negra Hipólita, institución creada por el presidente Chávez en 2005 para erradicar la pobreza extrema y brindar atención integral a las personas en situación de calle, para que inicien una nueva vida y se reintegren a su entorno familiar.
Los medios como aliados de la mentira
La joven contó que recientemente un canal internacional también llegó al sitio donde dormía entre cartones para darse calor en la intemperie. Le pagaron 20 mil bolívares a todo el grupo (40 personas) para que dieran el testimonio que sustentara la matriz que intentan imponer en el exterior: la crisis humanitaria. Andreína accedió y leyó un libreto que le dieron. “La hoja también decía ¿quiénes somos? Venezuela, ¿qué queremos? libertad?… Yo lo hice porque de verdad creí que ellos me iban a ayudar”, narró entre lágrimas.
Agregó que ella les pidió a los periodistas no tomar a su hija, sin embargo luego se dio cuenta que si la grabaron, lo cual representa un delito estipulado en la Ley Orgánica para la protección de Niños Niñas y Adolescentes, en Venezuela.
El Estado, verdadero protector
La semana pasada, Andreína y su hija fueron abordadas por la Misión Negra Hipólita, que de manera permanente tiene brigadas en las calles para rescatar a las personas que por cualquier circunstancia se encuentren en situación de calle.
El método es la persuasión, les hablan, les llevan comida y los convencen de que pueden tener acceso a mejor calidad de vida. Los llevan a los Centros de Atención Integral donde les hacen una evaluación Médica y un diagnóstico de sus necesidades físicas y emocionales, con el cual ingresan a las Comunidades Terapéuticas Socialistas; se trata de centros ubicados en todo el país, donde reciben atención psicológica especializada, atención médica y formación en distintas áreas técnicas con las que exploran sus potencialidades para el trabajo. De igual forma tienen acceso a las diferentes misiones sociales del Gobierno nacional para su proceso de reinserción social.
A uno de estos espacios accedió esta joven (no lo revelamos para resguardar su seguridad), y desde ahí, quiso narrar la manipulación de la que fue víctima.
Contó que tiene una nueva perspectiva de vida, dejó a su hija con su mamá y acaba de iniciar su proceso de recuperación. “La misión Negra Hipólita me está dando lo que me había ofrecido Capriles… Le agradezco al presidente Chávez que haya creado esta misión y le pido a mis compañeros que estaban en la calle que vengan, aquí si los van a atender con amor”.