Opinión

Y vienen por nosotros…

Está en nosotros abandonar el terreno de juego, o montarnos en el combate

Todos perdimos en Colombia. La paz, perdió. El pueblo colombiano, perdió. La paz en Venezuela, perdió. Esa derrota estaba cantada.

El presidente Maduro reflexionaba sobre las encuestas. Y uno se pregunta ¿es que acaso alguna encuesta sirve? o ¿es otra de las melladas herramientas del sistema que sigue causando daño en el manejo de la opinión publicada­?

Realmente bastaba que una pequeña porción de los colombianos que viven en Venezuela, de más de 5 millones que están aquí, y de esos 180 mil habilitados para sufragar dijera que SÍ para cambiarle el rostro a la pelea. Sólo unos 15 mil fueron a expresarse a los consulados, y ninguno está dispuesto a regresarse a su tierra, a pesar de nuestra crisis, de nuestros bachaqueros, de la especulación, de la inflación y la violencia salvaje que publicita a diario todo el aparato mediático nacional.

Y no están dispuestos a regresarse porque aquí se hacen y entregan vivienda todas las semanas, porque hay servicio médico gratuito, porque se garantiza las pensiones para los adultos mayores, porque la educación no se paga para sus hijos y para los nuestros, y porque todos seguimos batallando por construir un mundo mejor.

Pero… siempre hay un pero, la cosa no termina con la pérdida de la paz por 60 mil votos. No. Ahora es cuando la derecha del continente siente que ese es otro indicativo de que empiezan a ganar terreno, luego de casi dos décadas de derrota.

En dos minutos de declaración, Santos dejó sentir su satisfacción por el NO. Con la hipocresía de la oligarquía cachaca, reconoció la derrota de la paz, y cada vez que pronunciaba el NO reflejaba la satisfacción del triunfo de todos sus medios, desde la televisión hasta las redes sociales, los cuales generaron miedo en su población: terror a que les entregaran el parlamento a los guerrilleros en una supuesta negociación tras bastidores; pánico de que la gente de la FARC y el ELN se convirtieran en superhéroes.

Por otra parte, los medios colombianos alimentaron el sentimiento del no perdón. Ese de que los <criminales> se iban a salir con la suya. Crearon una matriz de opinión de que para que haya justicia todos deben ir a la cárcel. Ni siquiera hizo falta hacer una purga como en tiempos anteriores cuando masacraron a la gente de la Unión Patriótica que había rendido sus armas. Y lo que es peor, ahora se regodean calificando de traidores a los negociadores.

Y con ese NO, que hubiese sido igual si ganaba el SÍ por un margen pequeño, perdemos todos. Porque las siete bases militares estadounidenses, que fueron instaladas con la excusa de combatir a los insurgentes ahora son más fuertes e incuestionables. Ahora están más justificadas.

La política de asedio contra Venezuela está cantadísima. La Metrópoli, vulgo Estados Unidos, mascarada de los amos del planeta, quiere nuestras riquezas que están en el subsuelo, quiere nuestra agua, nuestro oxígeno, nuestras tierras fértiles. Lo único que no quiere es a cada uno de nosotros. Estamos de más.

Lo más triste es que muchos no nos hemos dado cuenta de eso. Y seguimos pensando de la forma como nos han entrenado a hacerlo: de manera egoísta, individual, pervertida, antisocial.

En nuestro actuar reflejamos la antítesis de lo que pregonamos como proceso. Cuando aprovechamos el cargo para negociar un lote de teléfonos de Movilnet, que llegan a la institución para democratizar el acceso a la comunicación de TODO el personal, y no los dejamos salir de presidencia, sino que nos los dividimos como Alí Babá y sus 40 ladrones. O cuando retenemos los productos del CLAP, y los vendemos bajo cuerda. Aprovechamos la oportunidad de que nos pusieron a cuidar la distribución equitativa de la harina de trigo, y empezamos a venderle al mejor postor pacas de 10 y 20 kilos a 10 ó 15 veces su precio.

O nos metemos en los comités de Barrio Nuevo, Barrio Tricolor, y manipulamos la distribución de los materiales de construcción. Y para justificar ese accionar corrupto, acudimos a argumentos manidos como <es bien idiota el que no aprovecha para ganarse alguito extra> o <si no lo hago yo, otro lo hace> o el más triste de todos: <es que el alto gobierno es corrupto, y la culpa de esto es de Maduro porque no controla a su gente y siempre vuelve a poner a los mismos ladrones en los mismos puestos>…

Mientras tanto hay un gentío echándole un camión de… corazón a la vida. Sembrando, haciendo uniformes para los niños, aprendiendo a comer y a vivir, adecuándose a la guerra económica sin quejarse, sufriendo los embates de los transportistas de colectivos que son una mafia, y que el gobierno no ha podido reventar porque hay complicidad de los alcaldes con los empresarios del transporte, y se han adueñado de las rutas, y tienen esclavizados a los avances y secuestrada a la población de usuarios.

En fin, aunque no lo parezca y no lo reflejen las encuestas hechas a mil 500 personas, que jamás va a representar los sentimientos, las ideas, las visiones de 30 millones de personas, y que sólo sirven para encumbrar a los dueños de las casas de encuestólogos, con este triunfo del NO, quienes acabamos de perder somos todos los que creemos en los procesos de paz para la región.

Preparémosnos para la contraofensiva que ya comienza a sentirse por parte de la derecha del continente, de los Macris, los Temers, las Bachelets, los Santos. Los sueños de equidad, justicia, igualdad deben ser castigados con fuerza ejemplarizante, para que ninguna mayoría silenciada del mundo pretenda seguir el mal ejemplo que damos los venezolanos honestos, trabajadores, democráticos que aspiramos a construir algún día un socialismo pluricultural, participativo y protagónico.

Vienen por nosotros. No nos caigamos a cuentos. Al capitalismo no les gustan los disidentes, y van a utilizar a todos y todas los zombis sociales que Disney y las transnacionales mediáticas han estado alimentando por décadas, para pervertir, dañar, fracturar, destrozar nuestra lucha por un país, un continente, y un planeta mejor.

Está en nosotros abandonar el terreno de juego, o montarnos en el combate. Nadie dijo que iba a ser fácil. Tomemos conciencia de que sin nosotros, sin el Pueblo, nada se puede, no hay producción, no hay consumo, ni los ricos tienen como sobrevivir. Hay que prepararse mental, emocional, física y económicamente para enfrentarlos, porque cuando vengan por nosotros, les estaremos esperando para derrotarlos como Zamora, Bolívar, San Martín, Guaicaipuro y Chávez.

Articulos Relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button