Trump, América Latina y la VIII Cumbre de las Américas
Al empeño en levantar un muro en la frontera con México, discursos antiinmigrantes y hasta ofensas inimaginables (Trump llamó ‘países de mierda’ a Haití y El Salvador) habría que sumarle la exclusión de Venezuela de la VIII Cumbre -a todas luces por orden de Washington- y el retroceso en un acercamiento con Cuba que la región aplaudió.
A propósito de la reunión de Lima, Prensa Latina conversó con expertos del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), de la Universidad de La Habana, quienes abordaron posibles escenarios de un foro centrado en la lucha anticorrupción, que por paradoja de la vida acoge un país cuyo presidente, Pedro Pablo Kuczynski, renunció hace muy poco por escándalos relacionados con ese flagelo.
De acuerdo con el doctor en Ciencias Históricas Ernesto Domínguez, resulta difícil predecir posibles escenarios, aunque uno de ellos pudiera ser que similitudes ideológicas, y sobre todo la convergencia de intereses de las élites latinoamericanas y la actual administración, faciliten la comunicación a la Casa Blanca en la cumbre.
Recordemos que en los últimos años, ya sea por la vía de las urnas o por la de los ‘golpes blandos o institucionales’, la derecha y las posiciones neoliberales han regresado al poder en la región.
Otro escenario es que la política de Estados Unidos hacia América Latina peque, como lo ha hecho en el pasado, de un nivel de desconocimiento de la realidad regional, lo cual pudiera generar contradicciones, incluso con las propias élites latinoamericanas, opinó Domínguez.
Por su parte, la máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales Dalia González advirtió que no debe perderse de vista que las decisiones de política exterior de la mayor potencia económica y militar del planeta están vinculadas a los procesos internos.
De cualquier manera, los expertos coincidieron en adelantar un escenario más hostil en Lima que el imperante hace tres años en Panamá, sede de la VII Cumbre de las Américas, donde Cuba fue invitada por primera vez después de más de dos décadas de exclusiones.
El entonces presidente norteamericano, Barack Obama, trató de ajustarse a la realidad regional, marcada por la presencia de gobiernos progresistas y del reclamo -al margen de colores políticos- de la invitación a Cuba y la celebración del comienzo del acercamiento entre La Habana y Washington.
La administración Obama buscó proyectar una imagen de mayor accesibilidad y voluntad de diálogo, apelando al llamado poder inteligente, una mezcla del duro y del blando, aunque sin renunciar a la IV Flota, al Plan Colombia ni a las bases militares, señalaron los profesores del CEHSEU.
La no invitación a Venezuela para la VIII Cumbre, las amenazas de agresión contra ese país y la escalada en el discurso hostil contra la Revolución Cubana permiten anticipar un ambiente tenso en la capital peruana.
Según Domínguez y González, con Trump parecen retornar a la Oficina Oval las posturas de poder, y América Latina representa una zona clave para Estados Unidos en el objetivo de proyectar su política exterior, al margen de opiniones y criterios sobre prioridades estratégicas.
La llegada del magnate inmobiliario a la Casa Blanca en enero de 2017 ha representado la designación de militares en altos puestos, tal vez como nunca antes, y de figuras en puestos importantes vinculadas al pensamiento neoconservador, aunque no pertenezcan a las élites neoconservadoras tradicionales, dijo Domínguez.
El investigador del CEHSEU añadió que si bien la nueva administración genera debates entre los estudiosos que buscan encontrarle ‘una lógica’, queda clara su intención de desmontar el legado de la anterior, un escenario que pudiera manifestarse en Lima.
Interrogados sobre los orígenes y la esencia de las cumbres de las Américas, los expertos cubanos explicaron a Prensa Latina que estas surgieron en la década de los 90, la primera fue en Miami en 1994, enmarcadas en los ajustes de Estados Unidos al contexto regional y global de entonces.
Las cumbres la vemos como parte del sistema interamericano bajo dirección estadounidense, y aunque no son en teoría un foro de la Organización de Estados Americanos (OEA), en la práctica esta aporta el aparato burocrático y administrativo, subrayaron.
Domínguez precisó que hay correspondencia entre los temas de las cumbres y los ejes de la política exterior estadounidense, ‘aunque estos no son tan fáciles de definir, más allá de las estrategias generales’.