Opinión

Todo el peso de la Ley Habilitante

Cuando la empresaria Alcanfor Mendoza-Salvahuella de la Sanguijuela escuchó que el presidente Nicolás Maduro había aprobado un impuesto al lujo, se volvió a ver las paredes de la sala donde se encontraba y apreció por milésima vez los cuadros de Picasso, Dalí, Manet, Monet, Freud, Rembrandt y Van Gogh, y se dijo: “Estos chavistas no saben lo que es lujo, porque nunca lo han tenido, y mucho menos ahora”.

La señora de la Sanguijuela llamó a Alfred, su mayordomo, y le dijo que llamara a su colega Sigmund Alcornoque García-Peñaloza. Al momento lo tenía al oído en su celular. “¿Qué te parece, Sigmund?, la dictadura nos va a imponer un impuesto al lujo”. Desde el otro lado se escuchó una risa capitalista estremecedora. Y la empresaria siguió diciendo: “Ríete ahora, pero yo tengo miedo, Sigmund, estos chavistas no han tenido nunca lujos, son una cuerda de resentidos sociales y seguro nos van a expropiar cuadros y esculturas y vajillas, y para hacerme eso tendrán que matarme”. Sigmund le dijo que no se preocupara, que eso no va más allá de un anuncio: “Nosotros siempre hemos evadido todo tipo de impuesto y ese del lujo es el más fácil de evadir, sobre todo porque esos marginales no saben qué es el lujo”.

Concluida la conversación con su colega, la empresaria pasó el celular a Alfred, su mayordomo, y le dijo: “No muestre mucho ese celular, porque si se lo ve un chavista se lo puede expropiar, porque ese celular es el más lujoso que hay en el país”.

Después, la empresaria caminó orgullosa al lado de sus cuadros y esculturas y se dirigió al jardín a ver de cerca la escultura de Rodin que había traído desde París. Acarició el bronce y siguió caminando hasta llegar a la plazoleta donde estaba el busto de su padre. Se sentó en su banco preferido y pensó en voz alta: “No nos sirvió de nada financiar a Capriles._Recuerdo que le dimos el dinero en efectivo, porque así lo solicitaba el que pedía la ayuda, y efectivamente, fue una derrota efectiva que nos provocó un estrés postraumático, como muy bien lo definió el compañero Ramos Allup; por cierto, él es muy bueno en eso, en calificar los momentos que hemos vivido. Ahora solo falta que pretendan aplicarle a uno todo el peso de la ley habilitante. Esa ley, por lo visto, pesa más que todas las demás, porque allí está todo lo que hemos querido siempre nosotros, el lujo”.

 

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