Algunos de los guineanos que conoció Saavedra están luchando duramente por superar este estigma. Nyanbalamou Gabou, un estudiante de medicina de 24 años, trabajó por concienciar a la gente sobre el ébola, pero él mismo cayó enfermo, y en su comunidad le acogieron a su vuelta con los brazos abiertos, cuenta Saavedra
Sobrevivieron al ébola, pero su dolor aún no ha terminado.
La fotógrafa francesa Livia Saavedra viajó en octubre a Conakry, la capital guineana, con la ONG Waha International para documentar la experiencia de los supervivientes del ébola que han vuelto a su casa y a su comunidad. Algunos han perdido a sus familias por la enfermedad, otros ya no tienen trabajo o se enfrentan al rechazo de la gente. “El estigma al que se enfrentan es terrible”, explicaba Saavedra al World Post vía correo electrónico.
Algunos de los guineanos que conoció Saavedra están luchando duramente por superar este estigma. Nyanbalamou Gabou, un estudiante de medicina de 24 años, trabajó por concienciar a la gente sobre el ébola, pero él mismo cayó enfermo, y en su comunidad le acogieron a su vuelta con los brazos abiertos, cuenta Saavedra.
El brote de ébola en África occidental ha acabado con la vida de más de 5.000 personas, principalmente en Guinea, Liberia y Sierra Leona. Según las cifras de la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente otras 10.000 personas se han contagiado de la enfermedad y han sobrevivido.
Dgenebou Soumah, 20 años, prefectura de Coyah: su novio fue a verla cuando llegó a casa, pero no sabe si se casarán. A pesar de la muerte de su madre, su tía y su sobrina, ella está llena de vida. Foto: Livia Saavedra.
M’Balia, prefectura de Coyah: El marido de M’Balia murió en septiembre. Ahora se enfrenta a la extrema pobreza y no puede permitirse alimentar a sus hijos todos los días. Siendo viuda y con dos hijos, no tiene la posibilidad de volver a casarse. Foto: Livia Saavedra.
Fanta y Sydia Bangoura: Sólo se contagió la más pequeña. Todavía no se han dado cuenta de que son huérfanas. Cuidar de los niños afectados por la enfermedad se ha convertido en un problema urgente. Foto: Livia Saavedra.
M’Balia Sylla con su suegro: Su suegro siempre la apoyó. Al personal sanitario le costó mucho convencerla para que se sometiera a tratamiento. Ella trabaja en la enfermería del cuartel militar. Foto: Livia Saavedra.
Kanta, Guinea Conakry.
Bengali Souma, 27 años: Perdió su trabajo y tiene que ocuparse de sus hermanos pequeños. Tendrá que hacer muchos méritos para reintegrarse en su comunidad.
Nyanbalamou Gabou, 24 años: Es estudiante de Medicina. Se encargó de sensibilizar a sus vecinos sobre la enfermedad antes de contagiarse. Foto: Livia Saavedra.
Mamadou Sadio Bah: Mamadou Sadio Bah es médico en un centro de salud. Desde que enfermó, se esfuerza por desterrar los mitos sobre la enfermedad. Foto: Livia Saavedra.
Fanta Camara, 25 años: Trabaja en el Centro para el Tratamiento del Ébola en Donka. Perdió su puesto de maestra por la enfermedad. Foto: Livia Saavedra.
Fatoumata Binta: Desde que su hermano y cinco miembros de su familia murieron, ha tenido que ocuparse de su hermano pequeño. Está pensando trabajar en un centro para la atención del ébola en Donka. Foto: Livia Saavedra.
Dos de los principales epicentros de la enfermedad se encuentran en Nzerekore y en Conakry (en la imagen). Foto: Livia Saavedra.
Las condiciones sanitarias, la falta de agua corriente y la pobreza impiden la lucha de la población contra el brote de ébola. Foto: Livia Saavedra.