Opinión

Pacto de no convivencia

En escrito anterior, planteaba que prácticamente nos encontramos a merced de un sistema político y semiótico de fuerzas polarizantes que promueve y, paralelamente, se alimenta del “no pacto” de “convivencia” suscrito entre gobierno, ciudadanía, líderes políticos, medios y redes sociales

En escrito anterior, planteaba que prácticamente nos encontramos a merced de un sistema político y semiótico de fuerzas polarizantes que promueve y, paralelamente, se alimenta del “no pacto” de “convivencia” suscrito entre gobierno, ciudadanía, líderes políticos, medios y redes sociales. 

Hay quienes plantean que en toda comunidad las relaciones entre sus miembros están reguladas por un conjunto de reglas que cohesionan e identifican, en un gran pacto de convivencia, colaboración y respeto. La lengua integrada a ese conjunto de reglas se constituye en la representación semiótica del grupo, comprometidos sus miembros en tal pacto de coexistencia, cordialidad y colaboración armónica.

En nuestro caso, por el contrario, se ha ido consolidando un pacto de polaridades de carácter político, social, intersubjetivo, semiótico y discursivo que genera producción de sentido de grupo y asegura una temporal convivencia a la venezolana que, hasta el momento, conviene y “funciona” para unos y otros.

Sin liberar de responsabilidad a otros actores cómplices que participan en este mecanismo de poder y control social, abordaremos el discurso mediático en tanto dispositivo de construcción social de la realidad, en calidad de “comunicadores del sentido de lo que sucede” y supuestamente corresponsables de la construcción del consenso y la opinión pública. Por el contrario, el discurso mediático que informa sobre la realidad, nada aséptico, está vinculado a la ideología, el poder y permeado por el sesgo y la intencionalidad política. 

En la crítica coyuntura actual, nacional y regional, el discurso mediático tiende a impactar acríticamente convirtiéndose en conocimiento asumido y condicionante que se reproduce sin cuestionamiento alguno a su veracidad. Las noticias cargadas ideológicamente no son “naturales” ni objetivas; por el contrario, están revestidas de un descarado carácter político. 

Aquello que, según su intencionalidad política, el medio considera “noticia”, es sometido a un proceso de recontextualización, suerte de práctica social que ocurre fuera de su contexto real. La noticia procesada en tal “laboratorio mediático” pierde la esencia de lo que realmente sucedió y, una vez recontextualizada, se trasmuta en algo completamente diferente a lo acontecido. 

maryclens@yahoo.com

/N.A

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