Política

«Minions», apología de la subordinación: cinco apuntes sobre la industria cultural

Desde hace más tiempo del que imaginamos –y del que nos gustaría– la industria cultural del Imperio ha realizado una especie de homologación-intercambio de su producción simbólica (ficticia) hacia la realidad misma, a tal punto de que confundimos una con otra

1. Hollywood: ministerio de cultura, educación y guerra del Imperio

Este tropel ideológico diseñado para la sumisión está acompañado de grandes dispositivos-cadenas de generación de espacios de consumo cultural que todos conocemos, manifiestos en el entramado material audiovisual de la también industria de la comunicación y todas sus bolas de cristal cinematográficas y 2.0; así como han logrado desde nuestro lar instalarnos religiosamente sábado a sábado a ver "Sábado Sensacional", a tener una respuesta casi automática al escuchar Cine Millonario, hemos asistido y seguimos asistiendo a iluminarnos con el tótem sagrado que proyectan las cientos de salas de cine del mundo, ahora con su arsenal intacto en las pantallas del "Cinema a la carte" en nuestros computadores personales.

Cine, televisión, seriados, juegos de video, historietas, y cuanto cañón de relatos usted pueda encontrar son percutores de la mayor guerra psicológica a la que se ha sometido a la humanidad, constructos de la Gran Falsimedia, en una generación constante de "nuevos" referentes culturales para conformar el imaginario a imponer que nunca se acaba; arquetipos comunes de pueblos enteros es sustituido por el estereotipo made in Hollywood una y otra vez, convirtiendo la memoria sensible en pantano de imágenes que se anclan y toman forma en el horno de la ficción.

No es de extrañarse que los llamados memes y videos virales que hoy desplazan las cadenas virales del pasado, pasadas de mano en mano como volante o flyer,en el idioma de la industria, están cargados de una serie de elementos que conforman una especie de telaraña en donde cualquier lugar que se toque se mueve por entero. Es un volante, un rumor que se distribuye en el barrio global.

Es evidente: a) la monopolización del imaginario simbólico arropa todos los espacios y los potentes think tanks no descansan. En pocas palabras: b) es imposible definir qué información es verdad y cuál no, nos sustituyen diariamente la verdad por otra. El Imperio fusiona su burocracia: c) la industria cultural es un híbrido que suma a Hollywood como su ministerio de educación, de cultura y propaganda (de guerra).

2. Muñecos amarillos/animales simpáticos /geografía africana

¿Qué tienen en común "piratas" somalíes y la reina de Inglaterra con una película para niños? ¿Qué tienen en común una banda de animalitos parlanchines y simpáticos que nos muestran sus aventuras en Madagascar (Dreamworks Animation, 2005) y la reciente Minions (Illumination Entertainment, 2015) que narra las peripecias de una multitud de seres que buscan un malvado líder a quien seguir? Aunque en el siguiente texto nos enfocaremos en estos últimos, Madagascar nos ilustra el sistemático proceso de homologación de símbolos que está siendo llevado a cabo por la industria cultural, en donde no se escapa ninguna narrativa y ningún lugar, tanto las expresiones de la industria misma como la proyección de la realidad, en donde las categorías geográficas son alteradas a partir de qué relato se posiciona en el imaginario a través de los medios masivos de comunicación, sin importar si forman parte de la ficción o no.

Para ilustrarnos un poco bastaría con preguntar: ¿sabes dónde queda Madagascar? Algunos responderían que es una isla, otros también responderían que es una isla: la de la película. ¿Dónde queda Madagascar? Es la isla más grande del continente africano y una de las más grandes del mundo, cercana, por cierto, al cuerno del África, zona geográfica comprendida por los países Yibuti, Eritrea, Etiopía y Somalia. Aquí es donde los "piratas" se conectan con una película para niños. No basta investigar demasiado para enterarse de que esta parte del mundo está envuelta en un conflicto bélico permanentemente, puesto que las potencias europeas y el Imperio tienen especial interés en esta zona tanto por los recursos siempre disputados en territorio africano, como por interés geopolítico: el cuerno de África es tránsito obligatorio de los barcos petroleros del Imperio y demás mercaderes de la muerte.

Así como el Imperio monopoliza el discurso de los derechos humanos y se apodera de narrativas para imponerlas a partir de su lógica, también se monopoliza y pretende implantar visiones del mundo –tarea que lleva varios siglos–, así como se realizó a través de las ciencias sociales fundadas por occidente (otrora referentes para leer el mundo) formas de mirar, analizar y pensar, ahora se configuran a través de otro tipo de narrativas el cómo leer la realidad, como hemos dicho en el comienzo del texto, sea esto ficción o no. Todo producto de la industria cultural del Imperio es el nuevo acervo del conocimiento humano, es un nuevo referente para la dictadura global del conocimiento.

Estos tediosos párrafos son resumidos por Vitaly, el amargado tigre ruso de la secuela de Madagascar, cuando en medio de una discusión al no estar de acuerdo con Alex, el león protagonista, le dice con fuerza: "¡Eso es bolchevique!".

3. Minions: la formación de la mentalidad sumisa

En el lenguaje de la industria esta producción es definida como spin-off, es decir, que se desprende de otra animación, conocida en el público latinoamericano como Mi villano favorito, en donde vemos por primera vez a los Minions, pequeños seres amarillos muy elocuentes, trabajadores, con un lenguaje propio basado en monosílabos, todos vestidos de la misma forma: una braga azul, guantes y lentes de protección; sirven como asistentes, lacayos, esbirros, equipo del protagonista, que en este caso es el villano, abrebocas a lo que luego encontraremos en esta historia reciente, protagonizada y estelarizada por los Minions.

Resulta que los simpáticos personajes amarillos, son una sociedad devenida, en voz del narrador, de "organismos unicelulares" a una sociedad entera cuya única función y propósito en la vida es "seguir al villano más despreciable de la historia". Poco a poco vemos cómo esta multitud, estas masas amarillas siguen a un tiranosaurio, un hombre de las cavernas, un faraón egipcio, el mismo Drácula y hasta Napoleón. Todo esto es resuelto en pocos minutos hasta que nos sueltan el relato del horror: toda la sociedad Minions se aparta del mundo hasta un lugar recóndito que parece ser la Antártida, para sufrir un gran conflicto existencial: no hay un villano a quien seguir. Es decir, los Minions son una multitud vacía de propósitos personales, sin intenciones de establecer su propia brújula material y espiritual si no es a través de la sumisión a un líder, y no es cualquier líder, debemos recordar, puesto que debe ser "el villano más despreciable de la historia".

Teóricos, profetas y practicantes del conductismo harían fiesta de vivir en la sociedad Minions. Si acaso no estamos contemplándola en el día a día, en el peligro y la contradicción de ser cientos de millones de personas condicionadas por la variable consiente de Falsimedia, convertida en mecanismo de "aprendizaje" más común: la mímesis. Todas y todos repetimos para aprender, incluso lo que no debemos aprender, en este caso, lo que quieren que aprendamos desde las maquilas del ministerio de educación del Imperio.

El comunicólogo español Vicente Romano, de no haber muerto recientemente, mandaría a sus estudiantes, estudiosos y lectores a botar los ejemplares de su conocido texto La formación de la mentalidad sumisa para sustituirlo por el DVD o la descarga de Minions, manual de suicidio de los futuros agentes de cambio, revolucionarios, militantes y demás elementos de la fauna contracultural, antiglobalización y antisistema, descarado dispositivo legitimador de la alienación y conservación del sistema establecido.

4. De apología de la sumisión a legitimador de la subordinación

El resto de la historia está conformado por eventos misceláneos, guiños en el contexto temporal-geográfico. Ocurre en la década de 1960 en Londres, allí podríamos especular qué exactamente desean homologar e intercambiar con la realidad y los referentes que tenemos de esos años. Para muchos, sobre todo quienes pertenecen a las nuevas generaciones, formados a imagen y semejanza del individuo Minions, subalterno desmemoriado y vacío de intenciones, a partir de ahora los años sesenta serán anclados con el referente Minions, tal vez nunca sepan que existió, por ejemplo, un movimiento contracultural en esa época o enterarse de las terribles dictaduras latinoamericanas. Todo recuerdo hoy es global a un click de distancia, construido también con algunas dosis de cine, video y mucha propaganda.

Aunque parece relleno, el resto de referencias en el transcurso de la historia, que por cierto es bastante arbitrario y carente de sentido en muchos casos, comportan la necesidad de legitimar la subordinación al poder. La villana que en un principio quisieron seguir pretende hacerse de la corona de la reina de Inglaterra, que por supuesto también hace su aparición en la película. Aunque logran robarla, no puede realizarse la coronación de la villana como nueva reina de forma inmediata, ya que necesitan la aprobación a través de la ley mediante un protocolo monárquico. Parece que no basta ejercer el poder a través de la acción, sino que es necesario recibir la aprobación del orden establecido, de la institucionalidad. La gran maquinaria del Estado y la monarquía presentes sosteniendo la tarima y el telón, incluso en una "inocente" película para niños está presente una suerte de tratado para conservar el poder, una especie de Leviatánde Hobbes para dummies.

5. Cajita feliz, no hay mejor regalo al final: un juguete

Cada vez que presencio un spin-off pienso en los depósitos de jugueterías y demás acaparadores de mercachifles transnacionales. Deben quedar muchos todavía –pienso– a lo mejor necesitan recuperar la inversión; hay que hacer más secuelas de la secuela de la secuela. Esta vez están mucho más allá. Conscientes y alineados en su plan sistemático de estudio, de ser la gran aula que "educa" a la multitud que disfruta atónita cómo se mueven los trapos de colores del circo global, mientras del otro lado está la explanada de miseria, hambre y terror guerrerista, formando desde temprana edad a sus futuros tecnócratas, la mano de obra que sirve y servirá al neoliberalismo y su mano ejecutora: el Imperio, su anhelado e indiscutible líder que los librará de todo vacío existencial, su villano favorito; "el villano más despreciable de la historia".

/N.A

Articulos Relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button