Martin Luther King Visita a las entrañas de un imperio
LOS SECRETOS SOBRE EL ASESINATO DE KING SOLO PODRÁN CONOCERSE EN 2027
EL LÍDER NEGRO ESTADOUNIDENSE TUVO UNA CARRERA POLÍTICA DE APENAS 14 AÑOS, PUES SUS LUCHAS POR LOS DERECHOS DE LOS AFRODESCENDIENTES, LOS POBRES EN GENERAL Y EN CONTRA DE LA GUERRA DE VIETNAM LO CONVIRTIERON EN UN ENEMIGO PÚBLICO PARA EL STATU QUO IMPERIAL. EL FBI LO PERSIGUIÓ E INTENTÓ USAR SU VIDA PRIVADA PARA DESACREDITARLO. LOS SECRETOS SOBRE SU ASESINATO SOLO PODRÁN CONOCERSE EN 2027
Hay biografías que no solo retratan a una persona sino a un país o a una época del mundo. Una de esas historias de vida (y de muerte) es la de Martin Luther King, el líder negro estadounidense. Leer el relato de su recorrido vital es como mirarle las entrañas al país imperial. Discriminación racial, segregación de los pobres de todos los orígenes étnicos, guerrerismo y, sobre todo, mucha hipocresía son los ingredientes de la realidad contemporánea de la nación que ha ejercido su dominio sobre el planeta durante aproximadamente un siglo.
Desde que comenzó su carrera como líder, en 1954, hasta su asesinato, en 1968, King no hizo otra cosa que poner al desnudo las terribles llagas de la sociedad estadounidense, al tiempo que esta se pavoneaba ante el mundo como ejemplo a seguir en cuanto a sistema político y estilo de vida.
Al leer los principales pasajes de la vida de este pastor de la iglesia bautista, se puede comprobar cómo en el flamante Estados Unidos, que presumía ya de ser el país más avanzado del planeta, se practicaba la más deplorable discriminación contra las personas de raza negra, al punto de que existían escuelas, sitios públicos y medios de transporte en los que se prohibía la presencia de gente de piel oscura.
El surgimiento de King, quien había nacido en enero de 1929, en Atlanta, Georgia, se produjo luego de la convulsión que generó en todo el país el simple gesto de una mujer negra, Rosa Park, en 1955, cuando viajaba a bordo de un autobús en Montgomery, Alabama, y se negó a cederle el puesto a un hombre blanco, lo que entonces era obligatorio.
La actitud digna de Park recibió una severa respuesta de la sociedad racista y fue entonces cuando MLK alcanzó un rol protagónico, pues lideró el boicot contra las empresas autobuseras. Durante la protesta, que duró más de un año, King fue privado de libertad y su casa atacada con bombas incendiarias por grupos segregacionistas que, además, quemaron cuatro iglesias negras.
El boicot contra los autobuses constituyó la primera gran victoria del movimiento que comenzaba a liderar King, pues la Suprema Corte terminó declarando ilegal la discriminación en el transporte público, así como en restaurantes y en centros educativos. Sin embargo, aún faltaba mucho para que ese éxito jurídico se hiciera realidad en una sociedad en la que el racismo tenía —y tiene— raíces sumamente profundas.
La muerte comenzó a rondarlo. En 1958, mientras participaba en un acto en Harlem, Nueva York, una mujer negra le asestó una puñalada que pasó a centímetros de su arteria aorta. En una declaración, en la que perdonó a su atacante, King dijo que ese tipo de hechos no era de una persona contra otra sino un reflejo del odio y la amargura que infestaban a la sociedad norteamericana.
La acción de la mujer había tenido que ver con otro de los generadores de miedo colectivo que florecieron en EEUU a mediados del siglo XX: el anticomunismo enfermizo. Al parecer, a la atacante le habían metido en la cabeza la idea de que el líder era dirigido secretamente por infiltrados soviéticos.
Y es que la lucha de los afrodescendientes de EEUU, bajo la conducción de King y otros importantes líderes (Malcom X, entre ellos), coincidió con el peor período del llamado macartismo: la persecución encabezada por el senador Joseph McCarthy contra todo aquel dirigente o militante de izquierda o sospechoso de serlo. Era la época más dura de la Guerra Fría, cuando en EEUU se sembró el terror a un ataque atómico de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y los organismos de seguridad de Estado, especialmente la CIA y el FBI, encabezaron una ola represiva. Son muy conocidas las acciones tomadas entonces contra los guionistas, directores, actores y actrices de Hollywood que fueron considerados “rojos” por el Comité de Investigación de Actividades Antiamericanas del Congreso de EEUU.
El movimiento de King no podía salir ileso de semejante escalada de paranoia. El FBI espió sin descanso al dirigente, intervino sus teléfonos y lo acusó de tener asesores vinculados al partido comunista estadounidense. En una típica maniobra de esos organismos de seguridad, además de lanzar esas acusaciones, difundieron rumores sobre aspectos de su vida privada, todo con el propósito de demoler su credibilidad. Con la información recaudada también intentaron chantajearlo para que abandonara sus luchas. La operación en contra de King fue dirigida personalmente por Edgar J. Hoover, el santurrón director del FBI que, por su lado, llevaba una doble vida. Los archivos de los espías de King, incluyendo los testimonios de los agentes que estaban “vigilándolo” cuando lo asesinaron, solo podrán ser conocidos por el público a partir del año 2027… ¿No es ejemplar la democracia estadounidense, que tanto clama por la transparencia y el derecho a la información de los ciudadanos de otros países?
MÁS ALLÁ DE LA LUCHA AFRO
Martin Luther King no era un peligro para el statu quo gringo únicamente por sus luchas contra la discriminación racial. Se había convertido en una piedra en el zapato en varios otros asuntos clave: la lucha por los derechos de los pobres, sea cual fuera su origen étnico, y la oposición a la guerra de Vietnam.
Una cosa había traído la otra. Luego de luchar por los derechos de los negros pobres, King comprobó que no eran ellos los únicos segregados por la sociedad del país que se ofrecía como paradigma mundial de la libertad y la justicia. También había legiones de latinos doblemente relegados, por la raza y por la barrera del idioma. Igualmente había miles de pobladores originarios del territorio estadounidense, confinados en las llamadas reservaciones indias. Y también había millones de trabajadores blancos hundidos en las peores miserias. A pesar de las brechas existentes entre esos grupos, King consideró que con su liderazgo —ya de alcance nacional— podía convertirse en la voz de todos los desarrapados. También se ocupó de hablar de la justicia económica y social internacional, cuando advirtió que EEUU estaba a la cabeza de un orden mundial que producía hambre y pobreza en todo el planeta.
Esos dos componentes (lo racial y lo socioeconómico) eran de por sí suficientes para que King fuese visto como enemigo público de los grupos de poder de EEUU. Pero, no conforme con ello, osó meterse con los intereses del complejo industrial-militar al cuestionar la presencia gringa en Vietnam. De esa manera, se sumó a una ola de descontento y vergüenza que venía creciendo en todo el país, en especial por los nefastos resultados del conflicto para EEUU.
En los que serían los últimos meses de su vida, MLK fue un destacado vocero en contra de la guerra de Vietnam. Cuestionó el conflicto en sí mismo, cuestionó los métodos y armas utilizadas por EEUU contra la población civil y cuestionó la forma como se reclutaba a los jóvenes para ir a esa carnicería, pues no por coincidencia eran, en su mayoría, negros, latinos, amerindios y blancos pobres.
Esas posturas antibélicas fueron ya demasiado para la paciencia de los poderes imperiales, tanto el poder político como el fáctico. Las grandes movilizaciones en las que participó King en contra de la guerra fueron su sentencia definitiva. Un primer síntoma de lo que venía fue su caída en desgracia con importantes medios de comunicación, como la revista Time y el diario The Washington Post. Ambos instrumentos del establecimiento político-económico lo acusaron de estar en contra de los intereses patrióticos.
En abril de 1968 llegó hasta Memphis, Tennessee, a respaldar la protesta de trabajadores del aseo urbano, que aún eran víctimas de discriminación racial. El 4 de ese mes, mientras se encontraba en el balcón de la habitación del hotel donde se hospedaba, fue alcanzado por las balas de un supuesto fanático segregacionista blanco, James Earl Ray, quien logró escapar pero luego fue capturado y sentenciado a 99 años de prisión. La verdad sobre sus motivos está entre los documentos censurados hasta 2027.
King, quien al morir solo tenía 39 años, es considerado uno de los más brillantes oradores de EEUU. En especial son recordadas frases suyas como “Yo tengo un sueño”, referida a un país realmente igualitario; y la que pronunció la víspera de su muerte, cuando dijo que, como todos, quisiera vivir por muchos años, “pero eso es algo que ahora no me preocupa (…) Dios me ha autorizado a subir a la montaña y he visto la tierra prometida”.