Opinión

Los niveles comunales de la guerra

Según las primeras impresiones y apariencias, eso que se ha dado en llamar "politización" consiste en que ahora el ciudadano está más interesado y ocupado que antes en las noticias de alcance nacional e internacional; en las opiniones y análisis sobre el país, sobre la economía y la macropolítica

Este es un país politizado y, sobre todo a la gente que no vive acá, se impresiona de la facilidad con que cualquier persona de cualquier ocupación y estrato social, en cualquier parte del país, tiene algo que decir sobre la economía, la política nacional e internacional.

Visto así, pareciera que los grandes problemas que está enfrentando el chavismo son los que vienen promovidos por las peripecias de la MUD, sus colegas no tan legalitos y sus disidentes; el sabotaje a gran escala contra la economía y la distribución de alimentos; los tropiezos y avatares del Gobierno Bolivariano, los ataques de los gobiernos desafectos y los de la prensa internacional. Se nos olvida o no hemos querido detectar un detalle: las manifestaciones cotidianas de toda esa guerra en los niveles municipales y locales, e incluso en los comunitarios y domésticos, no son un síntoma de la guerra, sino la guerra misma.

No es que la guerra económica, esa cosa abstracta que huele tanto a Fedecámaras y empresas Polar, se manifieste en las colas y peleas en un supermercado chino de Guanare, no: eso que está pasando en las colas, y más adentro, en nuestras calles, esquinas y familias; esas discusiones amargas entre viejos amigos que a veces terminan en un par de bofetones y en un "no te hablo más"; esos forcejeos con los bachaqueros y la angustia de no poder detectar siempre quién está en la cola porque quiere llevar comida a su casa y quién está bachaqueando; esas discusiones a grito pelao que a veces terminan en tumulto y corredera (y a veces en desenlaces más graves o dramáticos): eso es la guerra. No es un efecto de la guerra: es la guerra.

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La mayoría de los ciudadanos de este país politizado y en rebelión tiene sus sentidos, su energía corporal y su conciencia entregados al 100 por ciento a la búsqueda de alimentos y de bienes para su hogar. Quienes andan apartados de esa dinámica y sólo perciben al país a través de los medios de información son una rotunda minoría. Esta minoría, por lo general bien informada y con una opinión consolidada sobre lo que sabe o intuye, es la que suele difundir análisis macro de la situación nacional. Su dedicación a captar y sintetizar lo que ocurre en todo el país a través de las redes y otros medios le otorga un dominio del ámbito nacional de la guerra.

  

 Otros ciudadanos también "en-redados" usan las redes para hacer un registro de lo que van recogiendo en la calle y para hacer propuestas concretas sobre cómo esquivar las balas de la guerra económica: esos son los imprescindibles.   

  

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Pero en los niveles parroquiales y comunales de la guerra ocurren otras cosas más complejas, con otra intensidad, otros riesgos y otras responsabilidades. Llamamos "niveles comunales" a los que se desarrollan en un ámbito que, al menos formalmente, no existe o está en proceso de gestación: en esas comunas, conglomerados humanos que "van para allá" pero todavía no son comunas propiamente dichas (porque muchas no tienen una legislación, unos recursos, una capacidad operativa), es donde la política y la guerra adquieren verdadero sentido estratégico y profundidad revolucionaria.

El camarada presidente de la república, Nicolás Maduro, acaba de anunciar una arremetida contra los bachaqueros. Diosdado Cabello, profundizando en la noticia, ha convocado a la gente a señalar y denunciar a los que secuestran la comida del pueblo para ir a revenderla más adelante en diez veces su precio regulado. Una semana antes el país se enteró de lo que anda haciendo el alcalde de Puerto Cabello, Rafael Lacava: citar a los delincuentes por teléfono para que le vendan mercancía, y cuando éstos llegan al sitio quienes los están esperando son funcionarios de la policía listos para ponerles los ganchos. Hemos visto fotos de los bachaqueros capturados, limpiando las calles con letreros en sus espaldas. Interesante medida.

Pero en las comunas en formación están sucediendo cosas que están varios pasos más adentro, más allá. Como en las comunidades todo el mundo se conoce y cada quien sabe en qué anda cada familia, cada extraño o recién llegado, todo termina por decirse en los Consejos Comunales. He asistido a sesiones donde se ha señalado con nombre y apellido a los funcionarios policiales que sacaron más de un saco de comida escondido de un operativo de Mercal; discusiones espantosas entre vecinos: uno defendiendo su presunto derecho a bachaquear, otro explicando que si se llevó más de un mercado es porque tiene más de una casa que atender, otro proponiendo que en el plan de autoconstrucción de viviendas que comienza ahora mismo en agosto se deje por fuera a los dos o tres personajes que andan en esto del bachaqueo descarado.

Acá es cuando entra en acción la política, la verdadera, la genuina explicación de por qué y cómo se manifiesta la politización de los venezolanos: he visto bachaqueros confesos dirigiéndose al Consejo Comunal o a los parlamentarios de la Comuna para recular, para que la comunidad reconsidere eso de dejarlos por fuera en el reparto de las casas. ¿Cómo lidiará el Poder Popular organizado con esa declaración de "no lo vuelvo a hacer"? Ya es otro capítulo de este tema. Pero de momento ya está dicho: la nueva organización social fundada por el chavismo está dando muestras de su poder. Comunas que no existen ya están empujando a la gente a discutir sobre la política real, que no es la que se ve por televisión sino la que la gente está practicando en la durísima realidad cotidiana.

Así que la propuesta de Nicolás y la de Diosdado ya estaba siendo activada por el propio pueblo legislador, sólo que con mayor profundidad, ya que los encargados de vigilar y enderezar a los delincuentes no deben ser la policía ni los tribunales sino los vecinos: esas personas con las que compartes cada día y que sabe en qué andas.

/N.A

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