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Londres: Una ciudad abatida después del Brexit

"Me preocupa que nos hagan pagar la osadía"

Daba exactamente igual que, ¡por fin!, brillase un sol espléndido. Londres amaneció el viernes abatida, aplastada. Las guerras son así: tienen vencedores y vencidos, y la capital ha resultado clamorosamente derrotada. Aunque el 60% de sus votantes (2,26 millones de los 3,7 millones de londinenses que en total participaron en el referéndum) marcó en la papeleta del referéndum la casilla para seguir en la UE, llegando en algunas barriadas a alcanzar el 70%, Londres se despertó sobrecogida y horrorizada con la noticia de la victoria del Brexit.

Aparentemente todo seguía igual: el metro iba a reventar en las horas punta, las tiendas estaban abiertas como siempre, la gente trabajaba como cualquier otro día, los turistas hacían fotos sin parar… Sin embargo desde ayer también se perciben ciertos detalles distintos. Pequeñas cosas, como más pies que se arrastraban cansados, más silencios de los habituales, más caras compungidas o más miradas cabizbajas. Una sensación generalizada de postración mezclada en ocasiones con ráfagas de rabia.

"Tengo miedo. Entramos en una fase desconocida. Es como si hubiéramos desatado una reacción nuclear que ahora nadie puede parar y que no sabemos a dónde nos llevará. Y yo creo que nos va a llevar al desastre absoluto, a una grave crisis económica", pronostica Philip Martins, 32 años y empleado de una compañía de seguros. "Me angustia pensar que por ser inmigrante me puedan expulsar, me pueda quedar sin trabajo, me pueda quedar sin servicio médico… Además me acabo de embarcar en la compra de una casa aquí en Londres, y también me agobia que pueda subir mi hipoteca, que baje mi sueldo y que no me llegue para pagar los recibos", asegura desde el mostrador del café italiano en el que trabaja como encargado desde 2012 Pietro Liguri, un siciliano de 37 años.

"Me preocupa que nos hagan pagar la osadía"

"Me pregunto si los jóvenes de este país vamos a tolerar que los ancianos nos impongan el futuro que ellos quieren", clama en plan ‘cañero’ Paul Erdon, estudiante de Arte. El foso abierto entre Londres y el resto de Inglaterra es tan profundo que algunos incluso proponen directamente que la capital se declare independiente y solicite su ingreso como ciudad en la UE. "Londres es una ciudad internacional, y queremos seguir estando en el corazón de Europa", proclama la petición puesta en marcha a través de change.org para impulsar la independencia de Londres. "Afrontémoslo: si el resto del país está en desacuerdo con nosotros, hagamos oficial el divorcio y vayamos con nuestros amigos del continente".

Pero hasta a algunos de los londinenses que han votado por el Brexit les invade un sentimiento de aprensión. "Estoy contenta de que nos vayamos de la UE, creo que hemos tomado la decisión correcta. Pero me preocupa que Bruselas pueda tratar de hacernos pagar cara nuestra osadía, que nos quiera castigar comercialmente por ello", confiesa Margaret Abott, una funcionaria de 47 años. Por no hablar de los nervios que cunden en la City, muchos de cuyosintermediarios financieros se tiraban ayer de los pelos mientras veían precipitarse la libra y caer en picado las Bolsas.

Pero la metáfora quizás más desgarradora de la humillación del Londres del Remain se encuentra frente al Parlamento. Y no, no nos referimos sólo a la señora del quiosco de ‘souvenirs’ justo a la salida del metro de Westmintser que, entre banderitas británicas, ayer lucía orgullosa -e incluso con aire un poco revanchista- su chapa con la leyenda "Voto con los ojos cerrados por el Brexit".

No. Hablamos de la explanada ante el Big Ben donde se había montado el ‘altar’ público en homenaje a la ‘mártir’ Jo Cox, la diputada laborista a favor de la permanencia del Reino Unido en la UE que fue asesinada la semana pasada a manos de un tipo que presuntamente apoyaba el Brexit y tenía conexiones con grupos ultraderechistas.

El muro gigantesco colocado para que la gente deje sus mensajes en recuerdo de Cox ha desaparecido del centro de la explanada de Westminster y ha sido relegado a una esquina, encajonado entre la estatua de Gandhi y una carretera repleta de coches. Arrinconado, olvidado, abandonado, despreciado, ignorado. Un poco como se siente Londres. Desde ayer, una ciudad distinta. "Qué no cunda el pánico, Londres continuará siendo una gran y exitosa ciudad", proclama su alcalde, Sadiq Khan. Pero cuesta creerlo.

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