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La carta del hermano de Lucía, la chica violada y asesinada en Mar del Plata

El hermano de la joven Lucía Pérez,  que fue drogada, violada y asesinada en Mar del Plata, Argentina, el pasado 12 de octubre, se expresó este martes de forma conmovedora a través de una carta.

Por el hecho se encuentran imputados y detenidos Matías Farías, de 23 años, y Juan Pablo Offidani, de 41. La fiscal del caso, María Isabel Sánchez, reveló en una conferencia de prensa cómo murió la joven: “Sufrió una agresión sexual inhumana”. Contó además que alguien pudo haber ayudado a los imputados a preparar el cuerpo para llevarlo a una sala de salud.

“Los asesinos quisieron hacer creer que Lucía Pérez había muerto a causa de una sobredosis de cocaína. Se sospecha que aún estaba inconsciente cuando la lavaron, la vistieron y la llevaron a un centro de salud barrial”, indicó Sánchez.

La fiscal explicó que los médicos intentaron reanimarla con un procedimiento urgente, pero este fue en vano.

“Los asesinos no pudieron ocultar los vejámenes a los que la habían sometido y que fueron los que finalmente le provocaron la muerte: tras drogarla y violarla, la empalaron. Fue sometida a una agresión sexual inhumana”, sintetizó la fiscal del caso.

A continuación, la carta de Matías Perez:

“Y ahora, nos amenazan de muerte”

La verdad, me hubiera gustado poder ilustrar esta carta con alguna foto mía, riendo junto a mi hermana. O con una foto suya, abrazada por mis viejos. Pero no, no podemos, ni siquiera eso podemos, porque mientras intentamos procesar que la mataron y cómo la mataron, estamos obligados a procesar las amenazas de muerte que caen sobre todos nosotros.

¿Cómo era Lucía? Como el arte, como el rock, como el amor a los animales. Ahí, en cada estrofa de Viejas Locas, en cada pogo ricotero y en cada abrazo a una mascota abandonada, la van a poder encontrar siempre, sonriendo, mimando a su perro y tirando buena onda para todos lados, por las dudas.

Vivía tranquila, sin salir mucho de casa, hasta ese maldito sábado, 8 de octubre. Pasaron a buscarla cerca de las 10, cuando papá ya se había ido a su laburo. Y a las 15, cuando mi mamá llegó de trabajar, encontró el Facebook abierto en su computadora, junto al equipo de mate, porque sí, Lucía creía que iba a volver inmediatamente a su casa. Se la llevaron engañada.

A las 18, una amiga me avisó que debíamos ir a la comisaría, porque mi hermana había sufrido un accidente. Nunca podría haber imaginado lo que me esperaba. Al llegar, con mi mamá, la oficial que nos atendió no sabía qué decirnos, de modo que permanecimos diez eternos minutos en la oficina del comisario, hasta que nos dieron la noticia. Y se nos cayó el mundo. Pedí reconocer el cuerpo, pero se negaron. Me rehusé a irme e insistí incansablemente, hasta que pude verlo: estaba en una camilla, con los ojitos entreabiertos, como acostumbraba a dormir.

Matías Farías, Juan Pablo Offidani y Alejandro Maciel, los tres sospechosos, hoy están detenidos. Pero no nos alcanza: queremos justicia en serio, que se investiguen todas las causas en las que están involucrados y que cada persona con información pueda ir a la Fiscalía para aportarla. Necesitamos apoyo, sin importar de quién, porque este caso nos compete a todos y no pertenece a ningún sector partidario: se trata de una chica, mi hermana, que murió de una forma horrenda.

Y debemos ser conscientes, sí, porque esta vez le tocó a Lucía sufrir esa bestial violencia de género, pero la próxima te puede pasar a vos, o a la persona que más amás en el mundo. Hay que tomar fuerzas y salir a las calles, para gritar todos juntos, ahora más que nunca: “Ni una menos”.

Sólo así, evitaremos que maten a miles de Lucías más.

Y sólo así podremos cerrar sus ojos, para verla descansar en paz.

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