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Habitantes de Bojayá sepultan a víctimas de la peor masacre de Colombia

El pasado 11 de noviembre, un helicóptero de la Misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Colombia transportó desde Medellín (noroeste) 101 cofres con los restos

Los habitantes del municipio colombiano de Bojayá (Chocó, noroeste), algunos de los cuales sobrevivieron a una de las peores masacres del conflicto armado en 2002, sepultan a 101 de sus familiares, amigos y allegados que murieron en esa matanza.

"Desde esta madrugada hemos rezado cinco rosarios cada dos horas, según la edad de las víctimas, ahora nos preparamos para llevar los restos en una procesión luctuosa hasta el mausoleo [de Bellavista Nuevo, donde ahora viven los sobrevivientes de la masacre]", dijo a Sputnik el vocero e integrante del Comité de Víctimas de Bojayá, José de la Cruz.

"Este 18 de noviembre inhumaron a 101 de nuestros hermanos", agregó.

La masacre de Bojayá fue el 2 de mayo de 2002 en medio de un combate entre las entonces existentes Autodefensas Unidas de Colombia (paramilitares) y la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

La refriega entre ambos bandos duró varios días y en medio de ella quedó indemne la población de Bellavista, un pequeño caserío del municipio de Bojayá, por lo que alrededor de 400 personas se refugiaron en la iglesia del pueblo, que consideraron el único sitio seguro.

Sin embargo, un cilindro de gas, usado por las FARC como bomba, rompió el techo de la iglesia y detonó en el altar, lo que se cobró la vida de 79 personas, entre ellas 45 niños, aunque los moradores señalan que fueron más de 100 los fallecidos y decenas los heridos.

Tras la masacre, los sobrevivientes cavaron una fosa común, pero luego exhumaron los cadáveres para enterrarlos en un cementerio improvisado en Bellavista Nuevo, una población distante un kilómetro de la original, donde los restos se mezclaron y donde permanecieron sin identificar durante años.

Sin embargo, como parte de los diálogos de paz de La Habana, se acordó identificar a las víctimas mortales de la masacre, por lo que en mayo de 2017 el estatal Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses inició el proceso, que tomó dos años y medio.

En total, explicó a Sputnik Claudia García, directora de ese instituto, se identificaron con plenitud 72 restos, mientras que uno más tiene perfil genético pero no se hallaron familiares con los cuales cotejar su ADN, y otros siete cuerpos no se pudieron identificar porque las estructuras óseas están muy deterioradas, aunque también serán sepultadas este 18 de noviembre.

"Nos hemos cuidado de conservar algunas partes de esas siete osamentas, por lo que seguiremos las labores de investigación para lograr identificarlas, así sea en meses o en años", aseguró García.

Entre las víctimas que son sepultadas este 18 de noviembre se cuenta también un conjunto de estructuras óseas que están mezcladas y de las cuales no se puede asegurar que correspondan a algún cuerpo, mientras que de manera simbólica se enterrarán también a varios neonatos que murieron en el vientre de sus madres.

"Con el paso de los años otras personas también fallecieron como producto de ese ataque, unas por cáncer, otras por pena moral tras perder a sus familias y otras más por diferentes causas relacionadas con ese hecho, todas ellas mártires que suman más de 100 y que también reconocemos este día como víctimas de Bojayá", explicó De la Cruz.

El pasado 11 de noviembre, un helicóptero de la Misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Colombia transportó desde Medellín (noroeste) 101 cofres con los restos.

​Fueron recibidos ese mismo día en la población de Vigía del Fuerte, donde los embarcaron en canoas embellecidas con flores blancas que navegaron por el río Atrato hasta Bellavista y Bellavista Nuevo y allí se les rindieron ceremonias tradicionales y reposaron en el auditorio del pueblo.

El sacerdote Albeiro Parra, quien en la época de la matanza era el director de la Pastoral Social de la región, dijo que "son rituales propios de la comunidad negra, como cantos, alabaos, rezos a los muertos para que las almas puedan verdaderamente descansar en paz".

Entre el 12 y 15 de noviembre, un equipo de forenses del Instituto de Medicina Legal se reunió de manera privada con las familias y explicó cómo se logró la identificación de cada uno de los restos.

Mientras que el 16 de este mes, delegados de la estatal Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas también explicaron su participación en el proceso.

El 17 de noviembre hubo un acto público que contó con la presencia de funcionarios del Gobierno, de la ONU y de representantes de las comunidades vecinas, en el cual los sobrevivientes pidieron garantías efectivas de no repetición, reactivación económica del territorio y la creación de un lugar de memoria de Bojayá.

"Queremos que a través de un lugar para la memoria, esta masacre que hoy recordamos sirva de ejemplo para otras zonas del país y del mundo, para que un dolor como el vivido aquí no se repita en ninguna otra parte", dijo De la Cruz, quien perdió a cuatro sobrinos en el hecho y a una decena de amigos.

Las ceremonias fúnebres no terminan este 18 de noviembre sino que se mantendrán hasta el 26 de noviembre, tiempo durante el cual se sembrará un árbol por cada víctima como símbolo de "el renacer de la esperanza".

​También se hará un levantamiento de tumbas con los nombres de aquellas personas que quedaron grabadas en la mente de los colombianos como mártires.

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