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Falleció Jefe de la “Caravana de la Muerte” en dictadura de Augusto Pinochet

A los pocos días de tomar el poder en septiembre de 1973, Augusto Pinochet estableció una embestida contra los simpatizantes de Salvador Allende en todo Chile, ordenando y ejecutando la operación “Caravana de la Muerte”, comitiva que asesinó a casi un centenar de personas y que fue liderada por el General Sergio Arellano Stark, quien falleció este miércoles a los 94 años de edad.

La acción militar partió desde el aeródromo Tobalaba (centro de Santiago) el 30 de septiembre de 1973, a bordo de un helicóptero Puma del ejército, cuyo recorrido inicial fueron ciudades del centro y sur de Chile: Rancagua, Curicó, Talca, Linares, Concepción, Temuco, Valdivia, Puerto Montt y Cauquenes. A su paso dejó 26 personas muertas. 

En el norte de Chile la misión partió el 16 de octubre de 1973, recorriendo las ciudades de La Serena, Copiapó, Antofagasta, Calama, Iquique, Pisagua y Arica. El saldo de muertos fue de 71 personas. 

La masacre cometida fue la primera investigación internacional sobre Augusto Pinochet por delitos de lesa humanidad y violación a los Derechos Humanos. El juez español Baltasar Garzón ordenó la detención del dictador chileno en 1998, bajo los cargos de secuestro y homicidio calificado. 

Por este el caso, el juez chileno Víctor Montiglio condenó a Arellano a seis años de prisión pero determinó que no cumpliera la pena en un recinto penal "debido a su deteriorado estado de salud mental", tras ser diagnosticado de Alzheimer, por lo que cumplía casa por cárcel al momento de su deceso.

En las operaciones de la “Caravana de la Muerte” realizadas en Antofagasta, el uniformado Joaquín Lagos Osorio, para la época a cargo de la Primera División del Ejército con asiento en el sector, describiría ante la justicia chilena con respecto a los cadáveres de los prisioneros políticos asesinados por la comitiva, lo siguiente: “Me daba vergüenza verlos. 

 
Si estaban hechos pedazos. De manera que yo quería armarlos, por lo menos dejarlos en una forma humana. Sí, les sacaban los ojos con cuchillos, les quebraban las mandíbulas, les quebraban las piernas… Al final les daban el golpe de gracia. Se ensañaron’. Más adelante Lagos especificó: ‘Se los mataba de modo que murieran lentamente. O sea, a veces los fusilaban por partes. Primero, las piernas; después, los órganos sexuales; después, el corazón. En ese orden disparaban las ametralladoras”.

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