Opinión

Detonantes para agarrar la calle

La dinámica política venezolana impuesta por la agenda de la derecha está caracterizada por la aceleración de eventos. Estos vienen en varias direcciones y tienen diversos matices, pero su única cualidad común es la de propiciar un desplazamiento en el poder político

Las cuestiones más sobresalientes en las semanas recientes son el preludio de un clima nacional enrarecido, el de la caotización total de la vida nacional, de la inestabilidad plena, para empujar al país entero a espacios de confrontación donde luego, como mago que arma el show del conejo en el sombrero, aparezca "La Salida" electoral como única alternativa a la crisis generalizada y profunda.

Lo que en los últimos meses de 2015 fue el tambaleo de la economía toda, hoy es, además de las variables de la guerra económica en vigor, la desestabilización política total, ahora con la derecha en la AN como portaaviones. ¿Cuál será el detonante? ¿Cuál botón van a pisar para propiciar el conflicto abierto?

Referéndum revocatorio, enmienda, declarar "la ausencia de Maduro"

Desde el frente institucional parlamentario, la derecha despliega un abanico de opciones para desmantelar al chavismo en el poder ejecutivo. Algunas alternativas son menos elegantes que otras. En el caso de referéndum revocatorio, la derecha entiende que aún en su buen momento electoral posterior al 6D tendrá difícil alcanzar 7 millones 500 mil votos, cifra necesaria para revocar al Presidente, dado lo reseñado en el vigente Reglamento para Regular los referendos revocatorios del año 2007.

El artículo 200 numeral 2 dice que uno de los condicionantes que debe cumplirse para revocar a un funcionario es que el número de votos "a favor de la revocatoria es igual o superior al número de votos de los electores que eligieron al funcionario revocable". Incluso ganando la votación el día de un eventual referéndum, si no superan la cifra que eligió a Maduro en 2013, este no sería revocado.

Ahora, proponen cambiar la Constitución para acortar el mandato presidencial. Alternativa menos elegante, que transformaría la Carta Magna que ellos tanto se ufanan de decir que defienden. Para hacer viable tal cuestión, tendrían que redactar la enmienda vía parlamentaria y luego someterla a referéndum. Pero para que esta sea admitida por el Consejo Nacional Electoral (CNE), tendrían que pasar por el filtro del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) para que el CNE asegurase de que no someterá a votación un proceso espurio, lo cual le revistiría de nulo.

Una enmienda constitucional que acortaría el período presidencial tendría que colocar en sus disposiciones transitorias que la gestión presidencial en curso debe entregar gestión y desocupar el cargo al cumplirse los cuatro años (lapso previsto del recorte) en eventual aprobación de la enmienda vía referéndum. Quedaría en manos del TSJ determinar si tal ruptura en los lapsos administrativos actuales es lesiva o no a la estabilidad institucional, y en consecuencia a la vida política nacional. Todo esto antes de que el CNE llame a las urnas.

La derecha entiende esos mecanismos, por eso ahora argumentan que una de las alternativas "viables" para desbancar a Maduro es señalar que el Presidente abandonase el cargo por "no asumir plenamente sus funciones". Es, además de absurdo, una cubierta declarada a un golpe parlamentario.

En definitiva, el juego para la derecha podría estar eventualmente trancado, entendiendo que los tiempos y pasos institucionales y constitucionales no están hechos a la medida de su ansiedad de poder, la cual la precipita a actuar ya, mientras sus dirigentes se deslegitiman y desinflan, mientras salen al ruedo precandidatos presidenciales a destiempo.

Las grandes aspiraciones y preocupaciones nacionales se basan en el tema económico, aunque matemáticamente claros, los resultados del 6D son inconsistentes tanto para la derecha como para el chavismo. De hecho, hay buena parte del país entre chavistas y opositores que apuestan al éxito en la política económica del ejecutivo (por el bien del país) en el marco de la coyuntura y que podrían estar considerando la posibilidad de que producir un desplazamiento político del ejecutivo, en estas circunstancias, profundizará la inestabilidad y en consecuencia la prolongación de los problemas económicos.

La confrontación para sacar el conejo del sombrero

La derecha entiende el año 2016 como el año de máxima oportunidad política para consumar su objetivo de desmantelar al chavismo. Auguran golpes de Estado, división del chavismo en sus alturas, anuncian el preludio de una asonada militar de derecha o "de izquierda" y hablan del "estallido inminente".

Lo cierto es que han puesto un acelerante antes de intentar lanzar un fósforo, puesto que luego de escamotear y dilatar entre la derecha en la AN la imposición de la "Ley de Amnesia", la han aprobado y colocado ahora como único condicionante para "mantener la paz".

Entendámoslo de manera más simple: o nos reconciliamos o nos vamos a la calle para alcanzar la paz a sangre y fuego, dicen ellos. La campaña es internacional, es más que consistente, tiene caras de la farándula, premios Nobel, expresidentes desgastados y una comparsa de personalidades y medios que hacen parecer al monstruo de Ramo Verde como un Mahatma Gandhi del este de Caracas. Parece un relanzamiento del viejo guión de Guerra No Convencional, el que reproduce una matriz internacional adversa que facilita el manejo de la opinión pública en circunstancias de injerencia. Dentro de Venezuela la maquinaria es sorprendente y los llamamientos a "la calle" no se están haciendo esperar.

Todo espacio turbio de la realidad venezolana es para ellos un espacio de potencial incendio. Son como pirómanos con porrones de gasolina buscando pastizales secos, propiciando "el estallido", actúan en diversos frentes, con diversos temas, de manera simultánea, socavando, desgastando y mellando los pies de Maduro, quien no quiere permitirse desconcentrarse de la urgencia económica, que es el espacio en el cual la población espera ansiadas respuestas.

En la derecha saben que el TSJ va a vetar la Ley de Amnistía por ser violatoria de la Constitución y socavar fundamentos específicos del Estado de derecho. Aunado a la tranca pre-electoral que ya explicamos y que habrá, tendrán sus detonantes para agarrar la calle. Los tendrán. Sencillamente quieren que se arme el lío, el enfrentamiento, la agudización de la conflictividad, ofrecer "La Salida" electoral como solución para empujar a la opinión pública venezolana entera y con ella a la internacional, de que la principal prioridad nacional no es la coyuntura económica, sino el desplazamiento del poder político.

¿Qué hacer?

La institucionalidad, por un frente, debe resistir con sus atributos propios acordes a la legalidad. Pero el chavismo, dentro de sí, es otra cosa y es el que está llamado a cohesionarse y organizarse, es el que debe recomponerse como tejido político. ¿Esperará el chavismo por una orden del Gobierno para hacer lo que sencillamente nos corresponde hacer? ¿Dejaremos en manos del Gobierno la responsabilidad exclusiva de salvarnos de un nuevo intento abierto de golpe de Estado?

Estamos en una carrera contra el tiempo. Y es, además, de corto alcance. Es una época dura de acciones pragmáticas, de rectificaciones, de repolitización, que nos demanda una inmensa claridad política. Parece que 17 años de desestabilización continua contra el chavismo no han sido suficientes para hacer entender a muchos cómo actúa el enemigo. Grave error. No son estos tiempos para asediar a Maduro desde la "izquierda", carcomidos nosotros con él por el asedio de la derecha.

¿Acaso cometeremos nuevamente (como el 6D) de asumir que la solución de una posible coyuntura política electoral recae exclusivamente en la responsabilidad de Maduro? ¿Entenderá el chavismo en toda su extensión y variantes que lo que está en juego no es el cargo de Maduro sino nuestro propio destino y derecho a la vida y a la historia?

Hay una bomba de relojería justo al frente de nuestras narices. ¿Estamos haciendo lo que nos corresponde? ¿La desactivaremos? ¿Impondremos nuestra claridad política en circunstancias electorales o de confrontación?

/N.A

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