¿Cuál será el destino de la Unasur?
Vale recordar que los países que forman la Unasur son Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay, Perú, Chile, Venezuela, Ecuador, Guyana, Surinam y Colombia
La sede de la Unión de Naciones del Sur (Unasur) está ubicada en la mitad del mundo, en las afueras de Quito, Ecuador. El edificio costó 43,5 millones de dólares. Este inmueble, que tiene cinco plantas, es realmente un emblema majestuoso, revelador del proyecto que tiene sus fundamentos en el ideal bolivariano.
Más allá del tema de la sede, ha sido motivo de preocupación no solo el hecho de que la estructura física de la Unasur, en lo sucesivo tendrá otra finalidad: una Universidad Indígena, sino que Argentina, Brasil, Colombia, Chile y Perú decidieron no participar en las distintas reuniones y poner de manifiesto que se saldrán de la Unasur desde que Bolivia asumió la presidencia pro témpore para los años 2018-2019, evidencia de que están apostando a otros propósitos. Y para alcanzarlos es necesario desmembrar todo cuanto huela a unión.
Vale recordar que los países que forman la Unasur son Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay, Perú, Chile, Venezuela, Ecuador, Guyana, Surinam y Colombia. Este conglomerado representa cerca de 400 millones de habitantes (aproximadamente el 68% de la población de América Latina), y tiene el objetivo de “construir, de manera participativa y consensuada, un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre sus pueblos, otorgando prioridad al diálogo político… con miras a eliminar la desigualdad socioeconómica, lograr la participación ciudadana… y reducir las asimetrías en el marco del fortalecimiento de la soberanía e independencia de los estados”.
Es, pues, preocupante que una idea que tuvo un un propósito unionista, que debe trascender las tensiones de los gobiernos de turno, esté en riesgo de desaparecer. Hasta el mismo Lenín Moreno, presidente de Ecuador, habría señalado los beneficios de este mecanismo de integración. Pero pretenden imponerse la lógica y los intereses de quienes realmente gobiernan al mundo, en desmedro de los intereses de los pueblos y de su soberanía. No obstante, el juego no ha terminado.