Bashar al-Asad Otro error de cálculo de EEUU
El presidente sirio pudo haber sido uno de los niños mimados de Washington en el polvorín del medio oriente, pero resultó ser todo lo contrario: una piedra en el zapato. Fieles a su costumbre, los gringos y sus compinches han apostado por derrocarlo, pero este médico nacido un 11 de septiembre se ha mantenido firme en su puesto de mando
El día que Bashar al-Asad cumplió 8 años, en 1973, el imperialismo estadounidense estaba dando uno de sus más funestos y crueles zarpazos contra un pueblo que había pretendido ser libre: el golpe de Estado contra Salvador Allende, en Chile. El día que cumplió 36, en 2001, el mundo entero se estremecía con los ataques contra las torres gemelas del World Trade Center y la sede del Pentágono. Y es que el presidente sirio nació en una fecha que la historia ha ido cargando de malos recuerdos: el 11 de septiembre.
En este 2015, Al-Asad arribó a su medio cupón y apenas si pudo celebrarlo porque se encuentra ya en su cuarto año a la cabeza de la resistencia contra una guerra imperialista desatada contra su país. Una guerra que recuerda mucho, por su infamia, a Chile de 1973. Una guerra que Estados Unidos y sus aliados desarrollan impunemente, amparados en la amplia venia que las fuerzas hegemónicas mundiales se han dado a sí mismas, luego de los sucesos del 11-S.
Médico de profesión, con especialidad en oftalmología, Bashar llegó a la presidencia de Siria tras la muerte de su padre, Hafez al-Asad, quien ejerció el cargo por casi tres décadas, hasta 2000.
Originalmente no era Bashar el señalado para la sucesión, sino su hermano mayor, Basel, pero este falleció en 1994 en un accidente de tránsito. Al asumir esa obligación, el joven médico tuvo que incorporarse al ejército (un requisito casi indispensable en el polvorín del Medio Oriente) y, a corto plazo, asumir la conducción de lo que había sido la acción militar más importante de Siria desde 1976: la ocupación del Líbano.
El sistema imperial esperaba poder convertir al nuevo presidente sirio en uno de sus niños mimados en la conflictiva región. Contaban para ello con su formación occidental, pues habla perfectamente inglés y bastante bien el francés. Pero el mandatario no resultó ser como EEUU y sus amigos esperaban. El periodista cubano Miguel Fernández, conocedor del tema sirio, da cuenta de este desengaño: “Para los grandes círculos de poder resultó muy molesto que este joven mandatario no siguiera las directrices que emanan de Estados Unidos, Inglaterra y Francia; que fuera consecuente defensor de la causa palestina y enemigo jurado del sionismo expansionista que defiende el vecino Israel”.
Fernández precisa que Al-Assad ha cometido otros “pecados”, según la visión imperial, tales como mantener el apoyo a Irán y no permitir la privatización de la industria petrolera, uno de los planes más preciados del poder mundial, pues las reservas de hidrocarburos sirias se estiman en 25.000 millones de barriles.
La decepción de EEUU y sus compinches condujo a lo de siempre: incontables intentos por derrocar al presidente rebelde, incluyendo la siniestra guerra que se lleva a cabo desde hace cuatro años, gracias al apoyo que las potencias occidentales les brindan a los extremistas y mercenarios. Como suele pasarle a los gringos, los cálculos sobre el tiempo que Al-Asad aguantaría han fracasado estrepitosamente.
Contrario a como lo pinta la prensa internacional, el mandatario goza de un apoyo mayoritario del pueblo, que lo ratificó en su cargo y ha resistido heroicamente la destrucción sistemática del que fuera uno de los más prósperos países de la región.
La periodista y profesora universitaria venezolana Cristina González, experta en asuntos internacionales y conspiranoica declarada, resume al personaje con las siguientes palabras: “La conciencia de su obligación, el acierto al detectar a su verdadero enemigo y su capacidad de resistencia son ejemplares y, como mínimo, signos de gran lucidez”.
POR CLODOVALDO HERNÁNDEZ
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/N.A