MACRI Neoliberal nuevo hace más bulla que carro viejo
El magnate que asumirá el gobierno en Argentina no aguantó ni un día para poner en claro que será un ariete de postín en la guerra imperial contra la Venezuela bolivariana
El recién electo mandatario argentino se apresuró a demostrar que será el centro delantero del equipo imperial que pugna contra Venezuela y contra cualquier gobierno latinoamericano que huela a socialismo. Multimillonario, con negocios legales y non sanctos, aplicará la receta fondomonetarista y entonces sabrá por qué no es bueno lanzarle piedras al vecino
Mauricio Macri recogerá la cuerda más temprano que tarde. Esas bravatas de ir a pedir sanciones contra Venezuela son cosas de presidente neoliberal recién electo tratando de demostrar que es un duro. Como decía el poeta Andrés Eloy Blanco, lo único que hace más bulla que un diputado nuevo es un carro viejo. Ya vemos que también se aplica a presidentes.
El magnate que asumirá el gobierno en Argentina no aguantó ni un día para poner en claro que será un ariete de postín en la guerra imperial contra la Venezuela bolivariana y, por extensión, contra todos los gobiernos latinoamericanos que huelan a socialismo, aunque sea un poquito. Dijo que pedirá que el Mercosur sancione al gobierno de Nicolás Maduro por tener presos políticos y conculcar la libertad de expresión, repitiendo al caletre la matriz contrarrevolucionaria de siempre. Por si alguien lo dudaba, probó que está dispuesto a ser, desde el Sur, el ejecutor de los planes que salen del Norte. Pero es previsible que ese tipo de iniciativas le duren poco tiempo. Una vez que comience a enfrentar las dificultades del ejercicio del gobierno, Macri se dará cuenta de que quien tiene techo de vidrio no puede pasarse el rato arrojándole piedras a sus vecinos.
Su determinación a disparar contra Venezuela (y, por consiguiente, contra la ALBA, la Unasur y la Celac) es, en muchos sentidos, otro meganegocio de este supergerente: el capitalismo internacional le ha prometido poner a fluir más de 10.000 millones de dólares solo para su primer año en el gobierno. Esa especie de pago por favores recibidos será muy importante para el plan de Macri: generar una burbuja de aparente prosperidad en esos primeros meses en la presidencia. Tiene que tratar de demostrarle al electorado que valió la pena el salto a brazos del neoliberalismo que acaba de dar.
Sin embargo, está bastante claro que tan pronto el nuevo mandatario empiece a aplicar sus medidas de ajuste económico de matriz fondomonetarista (cosa que hará de un momento a otro), la popularidad que haya podido acumular se esfumará. Entonces, el multimillonario presidente se arrepentirá de haber abierto la puerta del intervencionismo extranjero en asuntos internos de los países de la región. Cuando tenga unos meses lidiando con una sociedad cuyas expectativas de igualdad y prosperidad han crecido notablemente, Macri verá que andar invocando cláusulas democráticas no es una buena estrategia. Por más dinero que se tenga.
Y Macri lo tiene, incluso en términos particulares. Heredero de un emporio forjado por Franco Macri, su padre italiano, este ingeniero, que en febrero cumplirá 57 años, es, sin rebuscar mucho, uno de los hombres más acaudalados de Argentina. El conglomerado de los Macri incluye empresas legales en ramos como banca, seguros, automotriz, construcción, recolección de desechos, comunicaciones, correos, publicidad y deporte rentado. Este último campo ha sido clave para la proyección política del recién electo mandatario, pues en 1995, siendo un típico treintón hijo de papá, recibió como regalo un juguete prodigioso en tierra gaucha: la presidencia del club de fútbol Boca Juniors, que en la realidad argentina es mucho más que un equipo, es un sentimiento de profunda raigambre popular.
El Grupo Macri también ha tenido actividades non sanctas, al menos si se le otorga credibilidad a las más de 200 denuncias que se han presentado en los últimos años y que incluyen presuntos delitos como lavado de dinero, fraude en importaciones y contrabando de repuestos automovilísticos. Al imperio macrista también se le señala con el dedo porque logró parte de su prosperidad gracias a la conchupancia con la sanguinaria dictadura de Jorge Videla. En esos tenebrosos tiempos, el entonces presidente del Banco Central Argentino, Domingo Cavallo (luego elevado al rango de ministro estrella de Carlos Ménem), absorbió la enorme deuda externa del Grupo Macri (y de todos los empresarios bien conectados con el terrorífico gobierno) para que terminara pagándola el Estado, valga decir, el pueblo argentino.
Así es, a grandes rasgos, el nuevo centro delantero del equipo imperial contrarrevolucionario. Desde La Bombonera (el mítico estadio del Boca) viene con todo. Vamos a ver cuánto le dura ese empuje goleador.
ILUSTRACIÓN: ALFREDO RAJOY