Volcán Cotopaxi obliga a cambiar corredor aéreo en Ecuador
El proceso eruptivo del volcán Cotopaxi, que incluye emisiones constantes de cenizas y gases, este jueves obligó a las autoridades aeronáuticas de Ecuador a habilitar un nuevo corredor aéreo para los aviones comerciales.
Según explicó la institución en un comunicado, desde mediados de agosto pasado, cuando el coloso de cinco mil 897 metros de altura ubicado en la zona central del país incrementó su actividad, las aerolíneas debieron tomar rutas alternativas para evitar la nube de ceniza volcánica.
Esta situación provocaba un notable incremento de los tiempos de vuelo, consumo de combustible y emisión de gases a la atmósfera, por lo que la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) dialogó con la Fuerza Aérea Ecuatoriana para que permitiera que los vuelos comerciales utilicen parte de una zona de exclusivo uso militar, agrega el texto.
Aseguró además que el nuevo corredor aéreo, denominado W23/UW23, permite ahora a las aeronaves nacionales e internacionales acortar y optimizar sus tiempos de vuelo, sin verse afectadas por la emisión de la ceniza volcánica del Cotopaxi.
El uso de la aerovía W23/UW23 se adoptó con el fin de precautelar la seguridad de las aeronaves y sus pasajeros, y será utilizada mientras persista la afectación por ceniza volcánica en la red de rutas aéreas del país, recalcó la DGAC.
Considerado el segundo volcán activo más alto del mundo, la imponente montaña comenzó a emanar cenizas y gases luego de 138 años de calma.
El proceso eruptivo mantiene en vilo a los más de 200 mil pobladores que habitan en las zonas de influencia del Cotopaxi, cuyo mayor peligro radica en las riadas o lahares que se formarían en caso de derretirse la nieve y el hielo acumulado alrededor de su cono casi perfecto.
Aunque de acuerdo con los reportes diarios que emite el ministerio coordinador de Seguridad, el volcán mantiene una actividad interna alta, y moderada en la superficie, los científicos no descartan que pueda producirse una explosión como la ocurrida en 1877, cuando la lava y las avalanchas de roca y lodo causaron graves daños en la región.