Misión Milagro, esperanza de vida (+Fotos)
Kingstown, 05 de agosto de 2015.- Lorincia Thompson, una joven madre de dos niñas y un pequeñín y habitante de la localidad de Bequia, tomó hace tres semanas una decisión que cambiaría por completo la vida su último hijo, dejarlo intervenir quirúrgicamente por los médicos venezolanos que se encontraban en San Vicente y las Granadinas operando gratuitamente a través de la Misión Milagro Internacional.
Keiny Decoteau, tiene tan solo dos años y le fue descubierto que sufría de estrabismo a los cuatro meses de nacido, cuando su madre preocupada por ver sus ojos direccionados a un solo punto lo llevó a un oftalmólogo de la isla para conocer si su condición podía mejorar o no.
Es allí cuando le informan que Keiny tiene estrabismo y que tenía pocas posibilidades de que sus ojos se corrigieran de forma natural y por lo tanto debía ser intervenido.
Lorincia Thompson empezó a indagar sobre el costo de la operación que oscila entre los dos mil y tres mil dólares, monto que ella no puede pagar ya que su condición humilde no le permite adquirir esa alta cantidad dinero, ya que vive en en condición de pobreza y su sueldo solo le alcanza para alimentar a sus hijos, por lo tanto la esperanza de mejorar la vida de su niño se vio cada vez más alejada, hasta que supo por su pareja que la Misión Milagro se desplegaría por todo San Vicente y las Granadinas para realizar jornadas de captación oftalmológicas.
Con miedo pero con mucha valentía se acercó con su bebé al punto donde se encontraban los oftalmólogos venezolanos, quienes realizaron una revisión exhaustiva del pequeño y evaluaron las condiciones de una posible intervención.
Al pasar de los días, Lorincia Thompson fue contactada por los funcionarios de la Embajada de Venezuela en la isla, quienes le informaron que su hijo Keiny Decoteau, fue seleccionado para recibir el beneficio quirúrgico.
Una semana más tarde, la joven madre tomó un barco junto a su pequeño amor al Cato Memorial Hospital, ubicado en Kingstown, capital de San Vicente y las Granadinas, donde manos expertas y cuidadosas lograrían el importante milagro de mejorar la visión de Keiny.
Lorincia Thompson narra que, “estaba muy asustada cuando supe que lo iban a operar, pero si era por el bien de él había que intentarlo”.
Para ella los 45 minutos que duró la operación se convirtieron en una eternidad, donde la oración a Dios fue su único calmante a la angustia que como madre sentía al permitir que su bebé fuera llevado a un quirófano, considerando que ya no puede tener más hijos y su esperanza estaba puesta en profesionales desconocidos, solo una buena noticia podría aliviar el torrente de nervios que recorría no solo su cuerpo, sino su alma.
Minutos más tarde, fue informada que la operación había sido un éxito y que su niño se encontraba en buenas condiciones para regresar a casa y esperar la recuperación.
Sin embargo, su primera reacción al verlo fue un poco decepcionante, ya que los ojitos de Keiny aún estaban dirigidos a un solo punto, “Estaba agradecida y feliz porque mi hijo había salido bien de la operación, pero sus ojos aún no estaban alineados y perfectos ese día, el bebé lloró mucho cuando se le iba despertando la anestesia y eso me hizo llorar a mí, pero los médicos me tranquilizaron diciendo que todo había salido bien”.
Con el pasar de los días, Lorincia Thompson, empezó a observar cambios radicales en los ojos del pequeño, ya Keiny fijaba la miraba y se trasladaba de un lugar a otro más rápido y sin tropiezo, en ese instante dio gracias a la vida y a los galenos quienes garantizaron y cumplieron que su hijo más nunca tendría sus ojos virados.
“Estoy muy contenta porque me atreví a tomar una decisión de que le hicieran la operación. Estoy agradecida de haberlo hecho justo cuando está más pequeño, porque mientras más crece menos posibilidades tenía de corregir su mirada”.
Los familiares, amigos y vecinos de Lorincia se sorprendieron al verlo por primera vez luego de la operación, al constatar el delicado pero buen trabajo que realizó la Misión Milagro.
“La gente estaba sorprendida y todos me decían que los venezolanos habían hecho una excelente operación, todo el mundo estaba muy feliz por el bebé porque ahora tiene los ojos derechos”.
La Misión Milagro, no solo cambió la vida del vicentino Kenay, sino también la de todos sus familiares, quienes valoran con mucho amor, la labor que realiza el Gobierno de Venezuela en beneficiar a los más necesitados sin importar descendencia, religión, color de piel o estatus social, y Lorincia Thompson puede dar fe de la entrega de quienes laboran es esta fundación tan importante.
“Les pido a la Misión que mantengan esa labor, daré mi testimonio de lo que hicieron por mi y por mi hijo, le agradezco a los doctores por su trabajo, creo que no hay palabras en el mundo que puedan definir mi agradecimientos con ustedes”.