Negritud independentista ocupa lugar de honor en el Panteón Nacional
Yordi Piña
Heroicidad que trasciende, ocupa el primer lugar en momentos históricos distintos y vindica una lucha negra por la libertad. Al cumplirse 194 años de su fallecimiento, los restos de Pedro Camejo son trasladados al Panteón Nacional y, como una marca histórica, también se convierte en el primer afrodescendiente en ingresar al mausoleo de los héroes venezolanos.
El liderazgo de Camejo, principal siempre, le advino consecutivamente logros que para su época esclavista, excluyente y de castas, eran impensados en alguien de su tez: Primero en la fila de ataque del campo de batalla, primer oficial negro del Ejército del Libertador Simón Bolívar y en recibir la Orden de los Libertadores (1819) y primer negro nombrado Teniente de Caballería.
La llanura de San Juan de Payara vio nacer a Camejo en 1790, aunque se desconoce en qué fecha con exactitud, un enigma de tantos que rodean a una población oprimida en la época por su color de piel. De niño, corrió la misma suerte de muchos negros: esclavo al servicio de un amo, en su caso de Vicente Alonzo, simpatizante realista residenciado en tierras apureñas.
Algunos historiadores lo definen como hombre de mucha bravura y hábil en el manejo de la lanza, propia de su cimarronaje, solo al destacar su acompañamiento a las filas republicanas comandadas por José Antonio Páez y su adhesión al Ejército de Bolívar.
No obstante, Camejo –ya veinteañero- combate en las filas de José Tomás Boves, posiblemente aupado por su amo realista, en la Batalla de Araure (1813). En esa oportunidad huye a Apure y poco después se suma al batallón de caballería de Francisco Aramendi, parte de las fuerzas de José Antonio Páez. Con el llamado “centauro de los llanos” participa en las acciones de Mata de la Miel, Yagual, Achaguas y Banco Largo, siendo uno de los 150 llaneros de las Queseras del Medio, destaca artículo de José Rosario Araujo.
Páez cuenta en sus Memorias que aquellos negros bravíos, entre ellos Camejo, no se limitaban a ganar batallas, sino que saqueaban y desplazaban todo lo existente, razón por la cual -narra- tuvo que imponerles su “autoridad y mano dura”. Pese a ello, se trataba de soldados con el temperamento de las clases oprimidas y segregadas por poderosos que dieron su vida en el Ejército Libertador.
Al entrevistarse con Bolívar en San Juan de Payara en 1818, el Negro Primero le confesó con su característico lenguaje popular que se había sumado al ejército republicano por codicia, pero luego comprendió que tenía ideales superiores, de patria grande.
El episodio de su muerte, a los 31 años de edad, es uno de los más criticados por lo que significó la perspectiva de “pedir permiso a su amo para morir”, en desconocimiento de una lucha negra que tuvo a bien liderar Camejo, dibujado en la historia como el segundo ante el blanco colonialista.
Sus restos
La carencia de datos que avalen el traslado del cuerpo de Camejo al templo de San Pablo de Ermitaño, en Tocuyito, abre un campo de especulaciones tejidas a partir de las crónicas sobre la Batalla de Carabobo. Al respecto, el profesor Antonio José Vitulano, consultado por Correo del Orinoco, rescata de Pedro Briceño Méndez un momento de dispersión en la contienda en el que algunos soldados querían cambiar de bando. Señala que “no existía control de lo que ocurría en el campo”, por lo cual interpreta un difícil traslado del cuerpo en esas circunstancias. No obstante, es mera especulación.
Los cronistas tocuyanos como Rubén Racamonde y Tomás Medina Agudo, citados por el cronista del Libertador Ulises Dalmau, reafirmaban en algunos textos el traslado del cuerpo de Camejo a la localidad y su velatorio un hospital. Luego, según esa hipótesis, fue enterrado en la iglesia local.
El mismo historiador pudo conversar con Rosarito Romero, fallecido en 1974 a los 106 años de edad, y en su testimonio afirmó haber visto en el piso del templo una losa con el nombre de Pedro Camejo con fecha del 24 de junio de 1821. Esto, por supuesto, antes de que en 1920 el General Gómez ordenara la remodelación de la iglesia, cuando el área de cementerio fuera tapada con concreto.
Negro Libertador
La trascendencia de Pedro Camejo como un esclavo convertido en Libertador, se debe a que simboliza el carácter aguerrido de las poblaciones vejadas como agentes de sus propios cambios. La misma proyección la habría hecho para 1815 Simón Bolívar, como una premisa estratégica para alcanzar la independencia de los pueblos colonizados.
“En el Ejército Libertador, quien iba al frente era el Negro Primero y él simboliza para nuestra patria e historia, el cumplimiento de la profesía de la Carta de Jamaica: sin protagonismo del pueblo no hay independencia. Fue el Negro Primero el gran símbolo de esa batalla, de esclavo a hombre libre y de hombre libre, a libertador”, asegura el presidente Nicolás Maduro.
No obstante, para el Jefe de Estado venezolano son las circunstancias vividas por Camejo, en su época y contexto, lo que le hace forjar el espíritu de victoria, al aprender de sus derrotas.
“Así somos nosotros, de los golpes de la vida, de las dificultades, de los problemas, vamos forjando el espíritu, el carácter, la capacidad para enfrentar dificultades, obstáculos, problemas de cualquier índole”, sostiene Maduro.
No es sino hasta 194 años después de su fallecimiento, cuando es trasladado al Panteón Nacional. Este hecho se debió, a juicio del Primer Mandatario, al desprecio de la oligarquía por el pueblo; situación que se repitió durante años, hasta que en 1999 -con el Comandante Hugo Chávez- llegó el pueblo a Miraflores.
Con Camejo entre los héroes que descansan en el Mausoleo Nacional, se reconoce un “gran símbolo del pueblo en combate”.
Inspiración a la FANB
Para el cuerpo castrense venezolano, la figura simbólica de Pedro Camejo es inspiradora a fin de exaltar el concepto bolivarianista de “el Pueblo en armas”, considera el ministro de Defensa, G/J Vladimir Padrino López.
La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) arrancó el pasado 16 de junio una campaña nacional para exaltar la memoria del soldado negro, con un recorrido del cofre en el que reposan ahora sus restos simbólicos y la cuchilla usada por Teniente de Caballería en lugares emblemáticos que desentrañaron su heroicidad.
Enmarcado en el actual escenario de guerra económica, psicológica y conspiraciones comprobadas por las autoridades, López subraya que la vida del Negro Primero cobra fuerza vital, por cuanto robustece la batalla que se libra, según sostiene, en diversos flancos.
"Hoy estamos en otra guerra de independencia, con otros contextos, con otros medios, artificios, pero siempre inspirados no sólo en la proeza, virtudes y hazañas de nuestros libertadores, sino en la grandeza de la historia venezolana. El pueblo no puede estar desvinculado de su historia", asevera.
Padrino López reconoce en el héroe venezolano a un valiente y dispuesto a defender las causas justas del pueblo subyugado, en aquel entonces por la Corona española.