Madre Candelaria “La Sierva de Dios”
Ella nace y vivirá al sur de la Cordillera de la costa, en la provincia venezolana. Más tarde actuará, también, en el oriente del país. Es la sufrida Venezuela agraria, desasistida de los centros de poder, abandonada a su suerte y donde todo escasea: servicios, infraestructura educativa, sanitaria, comunicaciones, comercio… Madre Candelaria vivirá en ese contexto de penuria y permanente, la fuente de su creatividad, una congregación de hermanas muy pobres, para beneficios de los hijos de Dios que son pobres. Sus obras no la entendieron muchas personas, empezando por el Nuncio Apostólico que ve incompatible de “decoro” la vida religiosa y las extremas limitaciones que viven las hermanas. Sus enfermos se sobreabundaron de amor, comprensión y calor humano; la decisión de “hacer todo posible” en bien de su prójimo la llevó a realizar verdaderas proezas.
Susana Paz Castillo Ramírez, mejor conocida como Madre Candelaria de San José, nació en Altagracia de Orituco, Guárico, al sur de la Cordillera de la Costa y a orilla del río Orituco, el 11 de agosto de 1863. Cuando nace, está en pleno apogeo la guerra federal, un movimiento político que buscaba acabar con la anarquía reinante e implantar principios sociales y democráticos. En 60.000 se calcularon los muertos y los heridos fueron incontables, se destruyó el aparato productivo y aumentó la miseria de la población. Todo terminó con la toma de poder de Guzmán Blanco, que sí no aportó cambios sociales sí contribuyó a destrozar la institución eclesiástica con sus 13 años de fatídico e insano ejercicio del poder. La gente pasa hambre, no funcionan los servicios, la iglesia es perseguida.
El 10 de noviembre de 1848 (15 años antes de su nacimiento), toma posesión de la parroquia el Padre Juan Pablo Cabrales. Lo próximos sesenta años Altagracia contará con tres excelentes párrocos, todos ellos con el grado de doctor en Teología, sobre todo el Padre Alberto González y el Padre Sixto Sosa, sacerdotes sabios, emprendedores, con vocación de pastores, sensibles a la necesidad ajena, así, la penuria institucional que vivían los llanos se comprensa con la acción pastoral de estos ministros de Dios. Exponente de ellos, será Madre Candelaria que deberá a ellos su formación cristiana y el apoyo para realizar su obra.
Familia e infancia
Los padres de Susana fueron Francisco de Paula Paz Catillo y María del Rosario Ramírez. La abuela paterna fue prima hermana de Simón Bolívar, el Libertador; esta mujer, legendaria por su piedad y caridad tendría mucha influencia en la personalidad de su nieta, la cual cuando hace su profesión y tiene que cambiar de nombre escogerá el de Candelaria en honor a su abuela.
Los Paz Castillo vivían en Caracas hasta que en 1814 ante la inminente llegada de Boves emigraron a los Valles del Tuy, primero a Aragüita y después a Altagracia de Orituco. El padre de Madre Candelaria era médico empírico que se convirtió en el único recurso para enfrentar los problemas de salud de Altagracia y sus contornos, esos conocimientos de medicina naturista serán herencia familiar que empleará la Madre en tiempos escasez, en sus hospitales. Además, el papá era profundamente cristiano, colaborador de los párrocos, asiduos a la misa y a la recepción de los sacramentos; murió cuando esta tenía siete años. La madre de Madre candelaria, era una persona honrada y trabajadora, piadosa y buena cristiana.
Juventud de Madre Candelaria
El 8 de septiembre de 1879 toma posesión de la parroquia el Padre Alberto González, la joven Susana tenía para ese año 16 años de edad. El Padre González era un sacerdote veterano, doctor en teología que había vivido los amargos días del conflicto entre el arzobispo de Caracas, Monseñor Guevara y Lira, y el presidente de la época, Guzmán Blanco. El Padre González se convirtió en el director espiritual de Madre Candelaria; era un hombre severo, de carácter inflexible, austero en sus costumbres. Este fue el doctor de Susana, modeló su alma, la guió en su vida espiritual, porque para el año no existían conventos en Altagracia.
En 1885 llegó la plaga de la langosta, que durante tres años arruinó cosechas, sembrando miserias y hambre en toda la comarca; esto provocó la emigración de muchas familias, ese mismo año se declara una epidemia de fiebre amarilla que hizo estragos en la población. Estas vicisitudes tan seguidas nos dan idea de la dura vida que enfrenta con frecuencia la Venezuela del interior, la campesina, se trata de un trance amargo, se trata también de un reto. Para la joven Susana será el despegue formal de su acción caritativa; así, sus actividades eran atender a los más enfermos y necesitados, sin escrúpulos de contagiarse; así atendía a los leprosos, a los que padecían de fiebre amarilla, a los tuberculosos, para la época no existían antibióticos y la fiebre era una epidemia terrible.
Al frente de su familia
El 24 de diciembre de 1887 muere doña María del Rosario Ramírez, la madre de Susana, a los 48 años de edad, este hecho marca otra etapa en la vida de la joven que cuenta con 24 años. Se coloca enfrente de su familia y hacer las veces de ama de casa para con sus hermanos Francisco de Paula y Carmela, para con sus sobrinos Abigail, Estanislao y Eduardo, y para los ahijados que habían recogido por la familia anteriormente, atendió en la educación, comida, vestuario, relaciones sociales y formación religiosa.
Tiempos de guerra
El terremoto de 1900 no provocó daños a la región de Altagracia de Orituco, pero las sucesivas guerras, sí lo hicieron, mediante el período guzmancista sucede la revolución libertadora, mientras que otros anhelaban el poder y para obtenerlo no dudaban en llevarse por delante a la región llanera del país. Una batalla larga y la más sangrientas que se recuerde en Venezuela, las tropas al avanzar al centro arrastraron todo (siembras, almacenes, semovientes, etc) y así dejando un montón de mutilados, heridos; y al terminar la operación final se provoca un reflujo de gente malherida, enferma y moribunda. Susana utilizó una casa abandonada que estaba al lado de su casa para recoger enfermos desamparados de las calles, campos y atenderlos, allí poniendo en práctica lo que aprendió de su padre.
El Padre González murió el 11 de noviembre de 1902 a causa de un derrame cerebral, un nuevo párroco toma posesión de Altagracia, el Padre Sixto Sosa, joven sacerdote de 33 años, doctor en Teología y celoso pastor, con él se inicia una nueva etapa en la historia en la vida de Susana.
Hospital de San Antonio
Con el desastre de la guerra, de los seis mil hombres que estuvieron acampados por seis meses en la cercanía de la población, debido que en los buenos tiempos nadie se preocupó por construir un edificio para atender a los enfermos y mendigos que nunca faltan, apenas con la llegada del nuevo párroco se forma en torno a él un movimiento que aglutina a cuantos ven la necesidad de buscar una salida, así se crea una junta promotora, formando parte los doctores Pedro María Arévalo y Estanislao Landaeta. Es así que los doctores y el párroco Sosa entrevistan a Susana. Un articulista reseñaba aquella memorable entrevista “Encontraron a la señorita Susana Pérez Castillo en su humilde hogar, rodeada de enfermos que ella sostenía ayudada por algunas almas buenas. Le hablaron, y simplemente contestó con las palabras de los verdaderos seguidores de Jesuscristo: Aquí estoy.”
El 13 de diciembre de 1903 se inaugura el hospital de San Antonio, en un cerro llamado de Lucena, había un caserón que fue comprado y adecentado para convertir en hospital. Queda como superiora del hospital y del grupo, Susana Paz Castillo, se comenzaron a recoger limosnas, cestas, etc. El entusiasmo del comienzo y las aportaciones voluntarias nunca fueron suficientes, debido que los enfermos siempre llegaban y solicitaban una cama en el hospital. La vida cotidiana del hospital era extremadamente sencilla: curar enfermos, asearlos, preparar el alimento y dárselo, asear los locales y la ropa, en definitivamente todas las necesidades, fueran materiales o personales, iban a caer sobre los hombros de Susana.
Los caminos de Dios
Era evidente que Susana y su grupo, al no pertenecer a ninguna Institución, no ofrecían garantía de continuidad, por esto, el sacerdote Sosa trató de conseguir Hermanitas de los Pobres de Maiquetía que se hagan cargo del hospital, y así Susana y sus compañeras podrían ingresar a esa congregación y seguir prestando servicios.
El gobierno de Guzmán había extinguido la vida religiosa en Venezuela, en los llanos no existían congregaciones venezolanas, el Padre Sosa consciente de eso, intentó subsanar la cuestión procurando poner en contacto a las Hermanitas de los Pobre de Altagracia con las Hermanas de San José de
Tarbes y las Agustinas, pero fracasó. El 13 de septiembre de 1906 se congregaron en la iglesia parroquial los cinco sacerdotes del contorno, el Padre Sixto Sosa queriendo dar a conocer el acontecimiento envía una nota al diario católico “La religión” de Caracas; nota que se remite con una carta para decirle que estaba prohibido formar una nueva Congregaciones.
Después de tanta lucha, el 31 de diciembre de 1910, pasado cuatro años de andadura, Madre Candelaria y sus compañeras hicieron la profesión religiosa según el ceremonial de las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía; el Obispo diocesano confirmó a Madre Candelaria como superiora General. Al tomar sus hábitos cambiaron sus nombres como símbolo de novedad que para ellas representaba la nueva forma de vida, Susana Paz Castillo adoptó el nombre de Candelaria de San José.
Segunda Fundación creada
En Porlamar, la Madre se encontró que existía una Sociedad de Caridad con su junta y el proyecto fue construir un hospital, ella convenció a la mayoría. El 9 de diciembre de 1917 llegan a vapor las hermanas destinadas al futuro hospital de Porlamar. La casa destinada al hospital albergará provisionalmente a enfermos de enfermedades pasajeras con el nombre de Nuestra Señora de los Desamparados, esta obra se pudo comenzar en junio de 1918. Madre Candelaria en vista de que la obra llevará tiempo, deja construida la tercera casa de la Congregación, en Porlamar, ella regresó a Altagracia. Se inaugura el 12 de octubre de 1921, con el apoyo de Monseñor Sosa.
Llegada de los Carmelitas
El 12 de julio de 1922 llega una comunidad de religiosos carmelitas a Porlamar, pronto se estableció una corriente de simpatía entre los carmelitas y las hermanas. El 12 de noviembre de 1923 el Padre Elías Sendra se embarca para España para traer hermanitas carmelitas de allá, para que se encargaran de educar a la juventud de Margarita y a las que se anexaron a la Congregación a cargo de Madre Candelaria.
El gran Milagro
La señora Rafaela Meza, quien vivía en Altagracia de Orituco, Guárico, estaba en estado, fue a su chequeo mensual y el doctor al ver por el ecosonograma el feto, se da cuenta que estaba sin vida, se lo comunicó a Meza y que debían proceder a sacarle el feto que tenía solo 29 semanas de embarazo. Rafaela antes de irse a su casa pasa por la capilla que quedaba en el hospital, con la decisión de visitar al santísimo y llorarle de rodillas. En el camino a la pequeña capilla se encuentra con una Hermana Carmelita de Madre Candelaria que para el momento la Hermana trabajaba en el hospital de Altagracia, esta consuela a la señora Meza y la invita a ofrecerle su dolor a Dios junto con intersección de Madre Candelaria, que le pida ayuda para que todo salga bien con el bebé sin vida que llevaba en el vientre. La Hermana le regala una estampita de Madre Candelaria, la señora se la lleva consigo.
Madre Candelaria era Sierva de Dios para el momento, siendo una veneración privada, es decir, pasaría veneración pública al beatificarla; La Hermana Carmelita cometió un delito que establece el vaticano, por la veneración, pero ella se dejó llevar por el momento, el impulso y la desesperación de Rafaela. La Hermana quedó preocupada por lo cometido y porque sabía que era una violación, dejó todo en mano de Dios y que fuese él el que actuara.
La señora Meza, vuelve varias semanas después para realizarse unos exámenes y proceder a hacerse lo que fuese necesario; cuando le repiten el examen y descubren que el feto tenía vida y así se atribuye este milagro a Dios por intersección de Madre Candelaria. Hoy en día Milagros Candelaria tiene aproximadamente 24 años de edad, vive en Altagracia de Orituco, tiene un bebé, se encuentra muy bien de salud, tiene una familia armoniosa.
Proceso de Beatificación
Al introducirse el milagro en el Vaticano, este le asigna a Venezuela a una persona que lleva el proceso, la investigación de Madre Candelaria para verificar que sí haya sucedido el milagro, para ver si era real o no. El Vaticano también asignó un responsable de la congregación o a una persona que este prepara para llevar el proceso y acompañar al postulador que enviaron de Roma a verificar el proceso que se dio para poder concluir la beatificación y aprobar el milagro de Dios en la señora Rafaela y su bebé por intersección de Madre Candelaria.
Después de la investigación del proceso para verificar el milagro, revisar los exámenes los ecos, hablar con los testigos, le hacen una entrevista al doctor encargado del embarazo de la señora Meza que vio que el feto estaba sin vida y al cabo unas semanas volvió a tenerla. Luego de un proceso de investigación se verificó que no hubo manipulación de exámenes o instrumentos, el milagro si era real, si había sucedido.
Cuando el Vaticano recolectó todas las pruebas posibles y verificarla la información requerida y todo lo que necesitaban para aceptar el milagro, se llevaron todos los documentos al Vaticano. Lo verificaron y lo aprueban, es allí cuando comunican a la congregación de Hermanas Carmelitas de Madre Candelaria, que el milagro fue aprobado, es decir, dan la fecha de beatificación y las Hermanas se colocaron en el momento con los preparativos, debían escribir un libro con respecto a Madre Candelaria para darla a conocer al público, hacer unas respectivas entrevistas con las personas con que estuvo en contacto la Madre, documentos.
La beatificación tuvo fecha el 27 de abril de 2008, fue un hecho importante en Venezuela a nivel de la fe, porque para ese momento Madre Candelaria se convertiría en la segunda Beata venezolana, pero la primera en ser beatificada en Venezuela, debido que antes todas las beatificaciones eran en Roma.
“Como párroco carmelita la beatificación de la Madre Candelaria de San José, fue un signo de gracia y bendición para nuestro pueblo venezolano, dado que es la segunda mujer venezolana que llega a los altares, por su gran virtud de entrega y servicio a los más necesitados y que es ejemplo para nosotros de servir al Señor con alegría” explicó Fray Anthony Flores, añadió: “Haber presenciado la beatificación de Madre Candelaria aquel abril del 2008 fue un momento de inmensa felicidad ver como una parte de pueblo católico venezolano, se unían en alegría a vivir dicha experiencia porque era la primera realizada en nuestro país. Así mismo, ver los estadios universitario repletos cantando y alabando a una misma voz, es algo que no tiene comparación. Dios nos bendice con estos ejemplos de santidad, esperando que más hombres y mujeres virtuosos se unan a está dicha”.