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Unión Europea abandonó en la isla griega de Samos a miles de refugiados

Según el tratado UE-Turquía, Grecia tiene que mantener en sus islas a los refugiados mientras no hayan obtenido asilo, un proceso que puede ser muy largo

Más de 2.500 personas, entre sirios, iraquíes, afganos, y africanos de distintos países, malviven en un campamento improvisado, totalmente saturado y olvidado por la Unión Europea (UE), en una colina de olivos en la isla griega de Samos, destacan medios locales.

Los 300 que llegaron en los últimos meses desde las costas turcas, aprovechando las temperaturas estivales, se le sumaron a los 2.300 que ya estaban en la zona, inicialmente preparada para recibir a 700 personas.

Según el tratado UE-Turquía, Grecia tiene que mantener en sus islas a los refugiados mientras no hayan obtenido asilo, un proceso que puede ser muy largo.

Como si esto fuese poco, la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) instó al Gobierno griego a “acelerar los preparativos para el invierno” (cuando las temperaturas bajan a menos de cero grados) para atender debidamente a las personas que están en el refugio, mientras el resto de la UE mantiene una total indiferencia.


¿Qué hacemos aquí?

Descalzo, Naween Rahimi, un afgano de Kabul, se pone una segunda camiseta, para hacer frente como puede a las temperaturas de octubre, que oscilan en torno a los 15 grados centígrados.

“Llegamos la pasada noche; 42 en una pequeña embarcación. Unos chinos me vendieron una tienda por 10 euros”, explica Naween, quien durante la invasión de EEUU a Afganistán trabajó para el ejército gringo como intérprete y ahora vive en el campo de refugiados griego, junto a su mujer.

“¿Qué hacemos aquí? ¿Y si empieza a llover?”, se pregunta Naween, quien intenta ir hasta Londres, donde vive un tío.

A su alrededor, entre un olor que apesta, varios niños caminan en medio de la basura, de bolsas, botellas de plástico y latas de comida vacías.

La mayoría de ellos lleva sandalias, los más afortunados tienen calcetines.

“No hay baños, no hay agua, la comida no es buena para el bebé”, se lamenta por su parte Saura, una iraquí, mirando a sus tres hijos.

Ella y su familia fueron registrados en octubre. Pero su primera entrevista con el servicio de asilo griego será para el 3 de enero.

A unos 100 metros de allí, las alambradas rodean el campamento de acogida oficial de Samos, donde la prensa tiene prohibido el acceso.

Los recién llegados al campamento van cada día al centro oficial para buscar un litro y medio de agua por persona, según Saura, y una porción de comida.

“Estamos en un callejón sin salida. Se tienen que desplazar los refugiados hacia la Grecia continental”, advierte sobre la actual situación Manos Logothetis, médico coordinador del centro helénico de prevención de enfermedades (Keelpno), aunque destaca que se tiene que respetar el procedimiento de asilo.

Además de Samos, otras cuatro islas griegas del mar Egeo (Lesbos, Kos, Quíos y Leros) tienen otros centros de acogida, donde están 11.722 refugiados, aunque la capacidad real de todos es de 5.576 personas.

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