Opinión

30 segundos de dignidad

Los cadáveres de Oaxaca aún están tibios. Su delito fue oponerse a una decisión gubernamental de la nación azteca que atenta contra la estabilidad y la justicia laboral en los predios de la docencia

Menuda, sin la veleidad meliflua característica de la burocracia de los entes multilaterales, se lanzó por la calle del medio. Y, así 24 horas después de su asesinato, los maestros masacrados en la traicionada patria de Zapata se manifestaron en el Consejo Permanente de la OEA  a través de Delcy  Rodríguez,  la aguerrida canciller venezolana.

Algunos que se suponen representan a sus pueblos en la OEA, parecieran vivir, en términos generales, encerrados en sus oficinas y ajenos al dolor de la injusticia y la crueldad, como lo acotó nuestra diplomática cuatrovariada.

Los cadáveres de Oaxaca aún están tibios. Su delito fue oponerse a una decisión gubernamental de la nación azteca que atenta contra la estabilidad y la justicia laboral en los predios de la docencia.

El actual gobierno mexicano, opuesto a la justicia social, simplemente apretó el puño y su mano ejecutora, los gendarmes represivos, dispararon, golpearon, masacraron a mujeres y hombres armados sólo con la sed de equidad.

Mientras tanto, en la reunión diplomática, Estados Unidos, Canadá, Paraguay y Costa Rica estaban en un aquelarre tratando de promover un linchamiento público contra Venezuela, y obviaron un crimen real, que lleva más de una decena de víctimas fatales y numerosos desaparecidos. Y bien sabemos dónde terminan los “desaparecidos” por el gobierno mexicano: invisibilizados en la violencia de los sepulcros colectivos.

Pero Delcy no estaba dispuesta a dejar pasar la oportunidad de hacer evidente la crueldad del gobierno neoliberal de Peña Nieto, y llamó a 30 segundos de respetuoso y crítico silencio por los asesinados.

Nuestra representante se quedó incólume, firme, vengadora, siguiendo los pasos de libertadores y libertadoras, fiel al sendero trazado por nuestro feminista comandante Chávez, y respetuosa de las enseñanzas que su padre, el torturado Jorge Rodríguez, le dejó grabado en el corazón.

Mientras tanto, aquí en Caracas, la Fiscal General de la República y el Presidente Maduro estaban entregando a los familiares, los restos de muchas víctimas de la Cuarta República, porque para nosotros el valor de una Comisión de la Verdad está en hacer justicia, y no en ocultar bajo la alfombra de la historia la crueldad de gobiernos represivos.

Es una sola visión para fuera y para dentro, y la honestidad sí sabe para qué sirven 30 segundos de dignidad.

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