Opinión

¿Y la chica de Ipanema?

Así vamos, con una oposición que gracias a Chávez, hay que decirlo, descubrimos que era y sigue siendo la peor

La tarde languidece en el Centro Comercial San Ignacio. Hay gente que camina apurada porque está saliendo del trabajo, otra gente en cambio, va lentamente, observando vidrieras. Y hay otra gente que está asombrada. Que está viendo a Cinthya Machado Zuloaga que viene hacia el cafetín donde siempre nos reunimos. Llega, me levanto y me da un beso, y soy la envidia de un buen número de hombres que se ponen la mano en la cabeza.

Toma asiento y dice Cinthya: “Todos somos Bolsonaro, dice Julio Borges, María Corina, Lilian Tintori, y Antonio Ledezma no tiene tiempo de decir nada porque su yerno está preso, y tiene miedo de convertirse en cómplice. Y volvemos a la edad de piedra. Un hombre que se autoproclama racista, homofóbico y partidario de la muerte y la tortura, ahora es presidente de Brasil, ¿qué será de la vida de La Chica de Ipanema?, esa maravillosa canción que nos dejó el poeta y diplomático, Vinicius de Moraes”.

Y el mesonero llegó y escuchó lo de Ipanema y comenzó a cantar: “Mira que cosa más linda, más llena de gracia/Es esa muchacha, que viene y que pasa/ Con su balanceo, camino del mar/Niña de cuerpo dorado, del sol de Ipanema…” Cinthya lo mira admirada, y él, satisfecho de esa mirada que casi lo tumba, coloca las dos tazas de café sobre la mesa, y se marcha sabiendo que quedó como un rey ante su reina.

“Lo que quiere decir –sigue analizando Cinthya- que la corrupción sigue en el poder. Y Venezuela ahora está rodeada por los tres mosqueteros del mal: Iván Duque, Bolsonaro, y David Granger. Solo nos queda el mar Caribe, ese espacio de libertad, dice mi padre. Con la victoria del Bolsonaro descubrimos que aquí también tiene sus seguidores, allí están Julio, María Corina y Lilian pidiéndole que contribuya a rescatar la democracia en Venezuela, es que volvimos a la edad de piedra. Mi padre está leyendo el libro de Eduardo Fernández, La traición de los mejores, y dice que eso es una contradicción, porque los mejores nunca traicionan, los que traicionan siempre son los peores.

Así vamos, con una oposición que gracias a Chávez, hay que decirlo, descubrimos que era y sigue siendo la peor, que nunca pensó en el país sino en ellos mismos. Y ahora están tan abandonados, que son capaces de empezar a hablar como Bolsonaro”.

Y termina diciendo: “Seguro que la chica de Ipanema ya se fue del país”.

Roberto Malaver

Periodista/Profesor UCV

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