Uso intensivo de smartphones puede provocar déficit de atención
Más de la mitad de los usuarios de celulares son nativos digitales, así que no vivieron ni pueden imaginar cómo era la vida 1.0. Para los inmigrantes de este mundo digital, los mayores de 40 años de edad, por ejemplo, sí es posible recordar la libreta telefónica, de papel, hay que aclararlo, o la costumbre frecuente hace más de dos décadas de memorizar al menos un puñado de números telefónicos.
Actualmente el celular no solo es libreta telefónica, se puede revisar el correo para buscar en un mensaje específico la información que se requiere en un momento dado, revisar la cartelera cinematográfica o dar por terminada una discusión aportando un dato tomado de Google o Wikipedia.
Búsquedas cómodas
¿Puede esta facilidad de búsqueda de los móviles perjudicar el desarrollo de habilidades analíticas del cerebro? Varios estudios clínicos respaldan esta tesis. Uno de ellos, de investigadores de la Universidad de Waterloo y publicado en Computers in Human Behavior, sugiere que los usuarios de smartphones que son más intuitivos –confían más en sus sentimientos e instintos cuando toman decisiones– usan más frecuentemente el buscador que sus propios razonamientos.
Los participantes que habían demostrado más habilidades cognitivas y una mayor disposición a pensar de forma analítica, usaban mucho menos la función de búsqueda de sus móviles.
Gordon Pennycook, coautor del estudio dice: “Nuestra investigación permite asociar el uso intensivo de los smartphones con inteligencias menos desarrolladas”. Aclara, sin embargo, que no está demostrado que puedan ser responsables de una disminución de la inteligencia. “Esta es aún una discusión no resuelta y requiere más investigación”.
Atención en crisis
Un estudio elaborado por Microsoft, por el que entrevistaron a 2.000 personas y se midió la actividad cerebral de 112, concluyó que las personas han perdido capacidad de atención. Aquellos encuestados con un estilo de vida más tecnológico requerían de un esfuerzo mayor para concentrarse en situaciones en las que es necesaria una atención prolongada, tales como conferencias y clases de formación.
En el caso de la exposición creciente de los niños a la tecnología –celulares, tabletas, videojuegos– hay preocupación por las consecuencias que pueden derivarse, como una mayor dificultad para concentrarse en clase o hasta para comunicarse entre ellos.