Opinión

Un chavista en tu garaje

Los meritócratas de Pdvsa les lanzaban tal amenaza a los obreros que no se incorporaron al sabotaje petrolero. Los golpistas del 11-A, antes de que hubiera el primer muerto, preguntaban a los militares leales dónde se iban a meter

La mujer madura, sifrinaza ella, le juraba a su asombrada y silicona amiga haber visto a un chavista por la calle. “Lo vi con estos ojos, mujer, te lo juro, andaba por ahí, como si no supiera lo que pasó el 6-D”. La impresionada amiga entornó los ojos de un verde artificial de óptica Caroní y mandibuleó: “No-te-lo-puedo-creer”. Las dos damas, obviamente opositoras pero nunca fanáticas, habían internalizado la frase de venganza a futuro que se le espetaba a los chavistas antes de las elecciones: “Después del 6-D, no sé dónde se van a meter”. 

La saboreada amenaza la deslizaban por la comisura de la jeta, con rictus de superioridad, desde el propietario del vehículo “Cherry” al que le tapó con tirro el oprobioso logo de “Orinoco”, hasta los altos dirigentes de la derecha que llevan 16 años acariciando ese momento. No bien se conocieron los resultados, Ramos Allup anunció concretar la dulce venganza en los trabajadores de Antv. A la altura de esta línea, no sé si ya la cristalizó.
 

Los meritócratas de Pdvsa les lanzaban tal amenaza a los obreros que no se incorporaron al sabotaje petrolero. Los golpistas del 11-A, antes de que hubiera el primer muerto, preguntaban a los militares leales dónde se iban a meter. La frasecita retumbó con el referéndum de 2004, las elecciones de 2006, la reforma de 2007 y las guarimbas con guayas de 2014. La interrogación se hizo viral y bacteriana en las redes: ¿dónde se van a meter ustedes los chavistas? ¿Dónde?

El 6 de diciembre, reconocida la victoria de la derecha por el presidente Maduro, acusado de dictador hasta la víspera, los escuálidos salieron a averiguar dónde se habían metido los chavistas para disfrutar de su pánico. Los encontraron en plazas, bulevares, autobuses, iglesias, discotecas y hasta bailando en un concierto llamado “Corazón Llanero”. La sifrina otoñal llegó a su casa con unos vaporones que alarmaron a su marido, el del carro con los logos de “Cherry” y “Orinoco” tapados con tirro. La refinada dama, al ver el auto de “Venezuela Productiva”, gritó con vergüenza de oligarca beneficiaria:

¡Nooo, los chavistas se nos metieron hasta en el garaje!

Profesor UCV

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