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Trump ataca contra el derecho a la libre expresión

El presidente de Estados Unidos arremete constantemente contra la prensa y los comunicadores desde que asumió el cargo

El inicio del segundo mandato del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, generó un intenso debate sobre una potencial tendencia antidemocrática en el país, basándose en gran medida en sus constantes y virulentos ataques a la libertad de expresión.

Medios estadounidenses publicaron numerosos análisis que abordan cómo el mandatario utilizó su poder para vengarse de adversarios políticos, especialmente del Partido Demócrata, y de aquellos que contradicen sus caprichos o pensamiento. En este contexto, periodistas y medios de comunicación han sido agredidos de forma persistente por el presidente, cuya intolerancia a cualquier punto de vista diferente al suyo lo llevó a convertir la amenaza en una de sus tácticas predilectas, incluso desde antes de ganar las elecciones.

Desde su juramentación, Trump arremetió contra la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense, que consagra las libertades de religión, expresión y reunión.

Su comportamiento restrictivo se hizo evidente tempranamente: cuando la agencia Associated Press (AP) se negó a utilizar su término no oficial de «Golfo de América» en lugar del reconocido «Golfo de México» (nombre que data de 1550), Trump excluyó a sus periodistas del grupo que acompaña al presidente en el Air Force 1. Llevó esta medida más allá en febrero, al despojar a la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca, un organismo independiente, de su derecho histórico (vigente desde 1950) a seleccionar a quienes integran la rotación de prensa.

Controversias y Acusaciones

Obsesionado con controlar la cobertura mediática bajo sus propios términos, Trump protagonizó diversas y furiosas controversias, que incluyen acciones legales y acusaciones directas. Presentó demandas contra cadenas como ABC y, más recientemente, contra el Wall Street Journal y el New York Times. A este último lo calificó como «uno de los peores y más degenerados periódicos de la historia de nuestro país» por, según él, mentir «sistemáticamente» sobre su persona y su movimiento político.

El profesor de política mediática de la Universidad de Pensilvania, Víctor Pickard, señaló en el New York Times que «los ataques a nuestras instituciones mediáticas no tienen precedentes en la historia moderna de Estados Unidos».

Aunque el presidente criticó y recortó fondos a otros sectores como universidades, acusándolas de ser «izquierdistas», los periodistas siguen siendo sus principales blancos de ataque.

El mandatario lanzó amenazas directas a reporteros, como cuando espetó a un periodista de ABC: «Probablemente, persigamos a gente como tú», o cuando advirtió a un corresponsal australiano que hablaría con su primer ministro sobre su «perjuicio» a Australia.

A su regreso del Reino Unido, Trump incluso sugirió que el tratamiento hostil de las cadenas de televisión en los programas nocturnos hacia su persona debería ser motivo para revisar sus licencias de operación, acusando a los medios de ser «una rama del Partido Demócrata» a pesar de que él ganó fácilmente la elección con una cobertura que, según afirma, fue mayoritariamente en su contra.

La sombra del Macartismo vuelve a Estados Unidos

 

La intensa y constante persecución que el presidente Donald Trump desató contra sus adversarios políticos o contra cualquiera que emita opiniones desfavorables y revivió en Estados Unidos la memoria histórica del macartismo. Esta práctica se remonta al tristemente célebre senador republicano Joseph McCarthy, quien entre 1950 y 1956 encabezó una «caza de brujas» contra supuestos «comunistas» en diversos ámbitos.

En esta denominada segunda «era trumpista,» el mandatario utilizó la calificación de «izquierda radical» para englobar todas las acciones o posturas que le resultan incómodas.

La semana pasada, Trump reflejó esta tendencia al instruir públicamente a la fiscal Pam Bondi a través de su cuenta en Truth Social: «No podemos retrasarlo más, está acabando con nuestra reputación y credibilidad. Me han sometido a dos procesos de juicio político y me han acusado (¡cinco veces!) por nada. ¡Se debe hacer justicia ya!».

El escritor y analista peruano Mirko Lauer abordó este paralelismo en su artículo «El nuevo macartismo,» afirmando que el actual «grito de batalla es contra los ‘izquierdistas'». Según Lauer, esta categoría incluye a «los demócratas, liberales, inmigrantes frescos y, finalmente, a toda la oposición al presidente y sus esbirros. Sobre todo incluye a la prensa opositora.»

El Retorno de Jimmy Kimmel

 

La escalada de ataques a la libertad de expresión por parte del presidente Donald Trump se manifestó recientemente con la suspensión temporal del programa del reconocido presentador Jimmy Kimmel en la cadena ABC. El incidente se desató a raíz de un comentario de Kimmel sobre el asesinato del activista conservador Charlie Kirk, lo que provocó un escándalo mediático.

Tras el comentario, Brendan Carr, presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), exigió y consiguió la suspensión del programa, incluso utilizando la frase «por las buenas o por las malas». Esta acción desató una ola de críticas, incluyendo una carta firmada por más de 400 artistas, entre ellos figuras como Tom Hanks, quienes advirtieron que «el fascismo está aquí».

A pesar de la suspensión, Kimmel regresó a su programa una semana después. La reacción de Trump no se hizo esperar, quien amenazó públicamente: «Creo que vamos a poner a examen a ABC por esto».

El presentador abordó el conflicto con cautela a su regreso, afirmando que «nuestro gobierno no debe poder controlar lo que decimos o no en televisión». Al día siguiente, Kimmel elevó el tono, ironizando que «solo Donald Trump intentaría demostrar que no estaba amenazando a ABC, amenazando a ABC», y previamente lo había descrito como «un matón al estilo de las películas de los años 80».

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