Tres trastornos por uso excesivo del celular: ¿Tienes alguno?
Con estos números, Chile se pone en la parte alta del ranking de uso de estos dispositivos en la región. Otro de los datos revelados en un estudio realizado por Comscore indica que en el país, un 60 por ciento de estos usuarios tiene menos de 34 años
En 2015 se constató que dos de cada tres celulares son smartphones, con una penetración de Internet que alcanza a 64.2 hogares por cada 100, según el informe emitido por la Subsecretaría de Telecomunicaciones en junio del año pasado.
Con estos números, Chile se pone en la parte alta del ranking de uso de estos dispositivos en la región. Otro de los datos revelados en un estudio realizado por Comscore indica que en el país, un 60 por ciento de estos usuarios tiene menos de 34 años.
Las cifras solo vienen a confirmar una realidad. Cada vez es más común ver a niños, adolescentes, jóvenes y adultos conectados a sus celulares, con una proyección que impacta: se espera que a 2020 un 86 por ciento de los usuarios de la región tenga teléfonos inteligentes, alcanzando los 603 millones de equipos en Latinoamérica y el Caribe.
En otros lugares del mundo, esta alta participación de los smartphones es estudiada desde diversas disciplinas. Por ejemplo, en España, uno de los países de Europa con mayor número de usuarios de estos dispositivos, existen estudios sobre las fobias y trastornos que se pueden desatar por su uso excesivo.
Acá enumeramos cuáles son los 3 trastornos más comunes, algunos de los cuáles ya se encuentran en nuestro país.
Nomofobia: Explicada como el miedo a no poder consultar el teléfono cada vez que se desea. El término proviene del inglés, no mobile.
En enero de este año, la empresa Adimark en conjunto con Entel, realizaron un estudio para detectar la realidad en Chile. Así, se reveló que un 64 por ciento de los encuestados cree que el celular es más importante que un computador o el televisor. De ese universo, las mujeres son quienes más lo priorizan con un 76 por ciento de las respuestas, versus el 53% de los hombres.
Otro de los datos informados por la encuesta es que la mitad de la muestra prefiere olvidar en casa las llaves antes que el teléfono, por eso no extraña que un mayoritario 60 por ciento asegure que se devolvería a buscarlo.
Whatsappitis: Como su nombre lo indica, esta es la adicción a la red social. Específicamente a participar de conversaciones en grupo. Así, en 2014 en Chile se diagnosticó el primer caso de la enfermedad, que provocó dolencias en dedos y muñecas. Es tal la penetración del uso de las nuevas tecnologías que diversos estudios han confirmado las nuevas habilidades desarrolladas por los adolescentes, derivadas del uso constante del celular. Incluso, se prevé que las nuevas generaciones tendrán mutaciones genéticas tales como pulgares más fuertes y grandes.
Phubbing: Una de los principales reclamos de los progenitores tiene que ver con la forma en que los adolescentes se abstraen del mundo por estar insertos en su mundo online. Esta situación, denominada phubbing ha cambiado la forma de relaciones familiares, y presenta desafíos para los padres de todas las latitudes. Así, las consecuencias no solo serían familiares, sino también en el mundo académico y la salud mental de quienes lo padecen.
Así, los diversos estudios y publicaciones que abordan estos problemas llegan al único acuerdo de enseñar del control. Parte importante de ello surge desde la imitación. Los adolescentes no lograrán contenerse si sus padres son adictos a estas plataformas, por ejemplo.
En ese sentido, se valora el ingreso de los teléfonos inteligentes a la vida diaria de las personas comunes, por todos los beneficios asociados a su instalación. Sin embargo, se advierte de las consecuencias no solo sociales o mentales, sino las físicas como los trastornos a los huesos y músculos del brazo y manos, que hacen todo el esfuerzo para sostener estas extensas horas de exposición.
También se hace un llamado a retardar el ingreso de los niños al mundo smartphones. Nuevos estudios piden a los padres no permitir el contacto con estos dispositivos antes de los seis años, para no afectar el correcto desarrollo cerebral de los pequeños.