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Anemia perniciosa en el liderazgo

Es un acierto que los estrategas de Capriles lo hayan relanzado (producto comercial, al fin y al cabo) con nueva imagen y el apelativo "Flaquito" para que las masas se lo digan de cariño y todo.

Primero, es una respuesta a esa ignominia de su rival -muy típica de los cuarteles- de encasquetarle los alias "majunche" y "ah-muchacho-pa'bobo"; y mejor respuesta todavía a la ruindad de uno de sus supuestos partidarios -muy típica de las aguas servidas mediáticas- de estigmatizarlo como una chayota.

Que sea escaso de carnes es un buen argumento para conquistar el voto de los gordos y -sobre todo- las gordas de la clase media, cuya preocupación social más acuciante es el sobrepeso. "Comprarán al candidato igualito como compran Herbalife", pronosticó la politóloga Eva Ritz Marcano.

Pero, además, es un acierto porque el hombre es realmente flaquito, de modo que se trata de un argumento de venta basado en la verdad, algo muy excepcional en la campaña opositora, dicho sea de paso. Es flaquito en todo. Por ejemplo, luego del discurso que "pronunció" (bueno, es un decir) en el CNE, cobra fuerza la tesis de que el muchacho tiene las neuronas un poco enclenques, tal vez por demasiadas huelgas de hambre intelectuales. "No tanto como huelgas, pero sí ha pasado muchos años haciendo dieta de ideas", me sopló el Estrangulador de Urapal.

Con una oratoria tan raquítica como la que mostró el domingo, cabe preguntarse cómo hizo este caballero para llegar a la Cámara de Diputados, la Alcaldía de Baruta y la Gobernación de Miranda. La analista Marcano lo explica así: "Sus electores típicos son amantes de la comida chatarra, o sea, capaces de comerse cualquier cosa siempre que se la vendan en una cajita feliz".

Al parecer quienes están más deprimidos con la desnutrición expresiva de Capriles son los precandidatos perdedores de las primarias de febrero. No es para menos: ser derrotado por un político tan esmirriado es como para sufrir una pérdida de peso por depresión aguda. Todos corrieron a hacerse exámenes. Les diagnosticaron anemia perniciosa por deficiencias en la médula del liderazgo. Hierro con ellos.

Los asesores tienen la esperanza de que con el amor condescendiente y un tanto lastimero que la gente le tomará al Flaquito pasará por debajo de la mesa su delgadez de criterio. También quedará en la nevera el programa de gobierno, una propuesta para dejar en el hueso a la gente que -guiada por el irresponsable rrrégimen- ha adquirido el hábito de comer. ¡Qué abuso!

El Estrangulador opina que el nuevo nombre del candidato no resultará el remedio definitivo para una gente que ya tiene como veinte años ayuna de liderazgo. Pero será un buen tentempié. Eso es lo que hay.

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