Sierra de La Culata cumple 26 años como Parque Nacional
La Sierra de La Culata, entre los estados Mérida y Trujillo, arriba a sus 26 años como Parque Nacional, un espacio natural que ofrece a propios y visitantes una formación montañosa constituida por los páramos Tambor Campanario, Piedras Blancas, Mucuchíes y Piedra de Escuque, además de poseer una visita hermosa de paisajes que lo convierten en un espacio único e inigualable.
Una nota del Ministerio para el Ecosocialismo y Agua refiere que este espacio natural está protegido por el Instituto Nacional Parques (Inparques) y pasó a ser Parque Nacional el 7 de diciembre de 1989, a través del decreto número 640 publicado en la Gaceta Oficial 34.439, de fecha 29 de marzo de 1990.
El Parque Nacional Sierra de La Culata posee una superficie de 200.400 hectáreas. Su principal atractivo son los páramos con altitudes que van desde los 400 metros hasta los 4.737 metros, "de donde nacen varios ríos que satisfacen la demanda actual para el consumo humano y agropecuario de los estados Mérida, Trujillo y Zulia. Entre estos destacan los ríos Chama Mucujún, Tucaní y Santo Domingo", refiere la nota de prensa.
El parque está separado de la Sierra Nevada por la depresión longitudinal del río Chama que le sirve de límite norte; mientras que por el noroeste lo hace el fondo del valle del río Santo Domingo, desde la Laguna Mucubají hasta el sitio de la represa José Antonio Páez, en las adyacencias a la localidad de La Mitisús. Por el sureste, el límite del parque lo conforma el fondo del valle del río Nuestra Señora, afluente de la margen izquierda del río Chama, aguas abajo de la ciudad de Ejido, detalla el ministerio.
Su riqueza en vegetación se destaca por sus numerosas especies de frailejones, arbustos, helechos, musgos y hongos y árbol emblemático el Coloradito.
La riqueza animal la engrosan la lapa, el jaguar, el oso frontino, el cachicamo, la el venado caramerudo, el zorro y el conejo de páramo, así como anfibios, entre ellos, el sapito niñera.
Asimismo, posee 400 especies de aves -residentes permanentes o inmigrantes- entre las que se destaca el cóndor de los andes (Vultur gryphus), el colibrí, el querrequerre, la guacharaca y la pava de monte.
