Opinión

Sed y hambre de matar a estudiantes

El periodista Pedro Cuartilla, arrancó su viejo Malibú, encendió el radio y sintonizó a su emisora predilecta Mundial Margarita (1020AM, 92.9FM y www.radiomundial.com.ve), en la cual luego de oír una canción de Alí Primera, escuchó un avance informativo: “El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, inauguró este sábado en Nueva Esparta la planta de tratamiento de desechos sólidos más moderna de Latinoamérica. La obra es el resultado de un convenio de cooperación firmado entre Venezuela y Argentina en 2004, gracias al comandante Hugo Chávez y Néstor Kirchner, explicó el jefe de Estado”. “Esto, se dijo, sólo es posible en revolución y así se termina con esa llaga que es el vertedero El Piache, donde zamuros y personas se disputaban la comida, lo cual es una de las tantas herencias terribles de la IV República”.

El periodista andaba disfrutando del paisaje marino de Manzanillo, cuando la infaltable llamada telefónica de Pedro Cachamay, llegó y, sin mucha salutación, manifestó, dolido: “Quiero hablarte, amigo Cuartilla, sobre la muerte de Eleazar Hernández, estudiante de la Universidad del Zulia, por educandos opositores, quienes, al parecer, heredaron de sus líderes de la IV República esa sed y hambre de asesinar a estudiantes, pues en ese período se cuentan por centenares, de aquí mismo, de Margarita, te puedo citar una muestra: "Luis Felipe Rosas Piña, nació en Porlamar, estudiante de la ULA, asesinado en una protesta estudiantil el 20 de Mayo de 1971 en Mérida; Héctor Marcelino Moya Hernández, nació en Paraguachí, estudiante de la UCV asesinado el 21 de noviembre de 1963; Noel Gregorio Rodríguez Mata, nacido en el Valle de Pedro González, estudiante de la UCV, muere el 6 de agosto de 1973, en las cámaras de torturas de los cuerpos represivos de la época; y Héctor Guzmán, quien nació en Tacarigua, fue muerto en una manifestación estudiantil en la Universidad Lisandro Alvarado de Barquisimeto, el 28 de noviembre de 1991… Y mejor no sigo, amigo, porque se me parte el alma ante estos crímenes”.

El Reportero, al despedirse de su amigo, reflexionó: “Es triste y dolorosa la muerte y más aún cuando se trata de un estudiante, porque se apaga una luz del camino que nos puede conducir a mejor vida”.

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