Ciencia y Tecnología

Sabías que los científicos necesitan de la ciencia-ficción para construir el futuro

Aldous Huxley predijo los antidepresivos, Ray Bradbury pronosticó los auriculares y Arthur C. Clarke describió una pantalla portátil para recibir noticias

A mediados del siglo pasado, la Corporación RAND (un laboratorio de ideas vinculado con el ejército de Estados Unidos) tenía a dos tipos de investigadores trabajando para imaginar el futuro: los científicos y los futurólogos. Imaginaron tecnologías como los órganos artificiales o las píldoras anticonceptivas.

Los líderes del mundo necesitan a los futurólogos para prever los caminos que puede seguir la sociedad y tomar decisiones en base a esas predicciones. Pero ¿cómo trabajan los futurólogos? Una manera de adivinar el futuro es trazar las tendencias actuales del mundo hacia el futuro y medir las probabilidades de que sigamos cada uno de los trazos.

Sin embargo, la futurología tiene una limitación clara y es la propia ciencia: estamos limitados por nuestros conocimientos. Como explican en este fantástico video de TED-Ed, para cualquier científico de mediados del siglo XIX habría sido imposible imaginar una bomba atómica o una máquina de rayos X. “¿De dónde sale toda esa energía?” habrían preguntado. Evidentemente, no tenían ningún conocimiento acerca de la física nuclear y la radioactividad. 

Para los científicos del siglo XIX, muchos de nuestros inventos actuales habrían sonado a magia. En palabras del gran Arthur C. Clarke, “toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. Entonces, ¿cómo hacen los futurólogos para trazar un futuro factible? La respuesta está en la ciencia-ficción, un género literario que nació en plena era de transformación para la tecnología: la Revolución Industrial.

Libros como Viaje al Centro de la Tierra de Julio Verne1984 de George OrwellFundación de Isaac Asimov imaginaron el futuro como nadie lo había hecho antes. Muchos predijeron correctamente aspectos de nuestro mundo moderno. Por ejemplo, en Un mundo feliz (1932), Aldous Huxley predijo los antidepresivos; en Fahrenheit 451 (1953), Ray Bradbury pronosticó los auriculares, a los que llamó “dedales del oído”; y en 2001: Una Odisea del Espacio (1968), Arthur C. Clarke describió una pantalla portátil para recibir noticias.

Hoy en día muchos futurólogos se han dado cuenta de la importancia de la ciencia-ficción y han empezado a incluir a autores en sus equipos. Es el caso del proyecto iKnow, donde personas de todo el mundo imaginan distintos escenarios futuros y sus consecuencias: ¿qué pasaría si nos encontráramos con una civilización alienígena o descubriéramos cómo vivir cientos de años?

 

La ciencia ficción nos invita a pensar fuera de la caja o, como decía el filósofo Michel Foucault, “poner ventanas donde había paredes”. Así es como la literatura (y hoy en día el cine y la televisión) ayudan a los verdaderos científicos a romper las limitaciones que la ciencia puede establecer en sus mentes para construir nuevas realidades futuras

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