Crónica

Recorriendo Venezuela: Isla La Tortuga (+Fotos)

La alarma del teléfono de las 4:00 a.m no sonó -típico cuando estás ansiosa (o) por algo y quieres ser puntual-. Lo ideal era salir a las 4:15 a.m pero terminé saliendo a las 5:17 a.m (demasiado tarde cuando tu destino está a 146 kilómetros de distancia).

Eran las 6:21 a.m cuando llegué al punto de salida, veinte minutos después de lo establecido. A medida que me voy acercando siento las punzantes miradas -que hablaban por sí solas diciéndome como mínimo “impuntual”- de al menos 20 personas.

Con la pena correspondiente, me monto tímidamente en la embarcación tipo peñero dispuesta para partir hacia la isla La Tortuga. Después de encender los motores fueron tres horas de recorrido, donde al principio vi Buche, Caracolito y otras playas, luego mi campo visual veía cómo desaparecían las montañas; más o menos 45 minutos después lo único que visualizaba era cielo y mar.

Ya pasadas como dos horas y con el agua chispeando en nuestras caras, recibimos una maravillosa sorpresa con la espontaneidad de la naturaleza: estábamos rodeados de una manada de delfines. Nunca había visto la majestuosa belleza de esta especie tan cerca, que a juzgar por su reacción puedo decir que les encanta la atención.

Después de haber vivido esa grata experiencia que duró solo instantes pero que no se ve todos los días, continuamos el recorrido como media hora más hasta llegar a Cayo Herradura, lugar permitido para acampar y donde permanecimos el resto del día.

El agua es fría de color turquesa, la arena limpia, blanca y suave, con repentinas brisas cálidas y un sol inclemente sin una nubesita que lo tape por segundos; es un panorama único, un increíble paisaje que te transmite una energía inexplicable.

Pude ver a los pescadores en plenas labores: además de varios tipos de pescados, tenían langostas y manta rayas para los gustos extravagantes.

El atardecer es un lienzo incomprable e incomparable que queda grabado originalmente en la memoria y que tienes la oportunidad de guardar una copia en el teléfono o cámara fotográfica.

Cayó la noche y aquel cielo estrellado y despejado no era comparable, la vista era inigualable. Lo mejor del caso es que no era solo eso, los sonidos de las olas, del viento, el olor, la paz, todo fue digno de ser tierra venezolana.

Al día siguiente desperté a las 5:54 a.m queriendo ver el amanecer, pero apenas intentó salir una de las estrellas más grandes del sistema solar, las nubes aprovecharon de desfilar. No obstante, eso no dejó nunca de embellecer la vista.

Se acercaba el mediodía, entonces nos trasladamos al Cayo Tortuguillo. No sé cuál fue la diferencia pero hacía más calor, sin embargo, el agua tenía una temperatura ideal, podía verme los pies en detalle, tanto que el reflejo del sol era cegador.

Fue poco tiempo, casi dos horas que permanecimos ahí, como una especie de “ñapa” antes de retirarnos de aquel destino extraordinario que algunos tienen la oportunidad de visitar aunque sea solo una vez.

Fueron dos días y una noche, insuficientes por supuesto, pero el esfuerzo, el trayecto, “la roncha” para conocer por primera vez a la isla La Tortuga, sin dudarlo valió la pena.

Cumplir con uno más de mis objetivos de conocer otro rincón de Venezuela, es una gran satisfacción que me impulsa a seguir queriendo conocer toda la geografía de esta Patria, a cuidarla y defenderla.

Algunas recomendaciones y consideraciones

Solo en carpas es posible pernoctar

El trayecto es largo y fuerte, por lo que no es recomendable llevar niños

Llevar en la medida de lo posible poco equipaje

Todas las pertenencias deben estar protegidas con bolsas plásticas

Lentes de sol con protección UV

Protector solar con factor alto

Gorra, sombrero, visera, etc

Agua potable

Agua dulce

Snacks

Conociendo La Tortuga

Ubicada al sur del Mar Caribe, está incluida dentro de las Dependencias Federales Venezolanas y es la segunda isla (en cuanto a tamaño) de Venezuela, después de Margarita. Tiene una forma similar a una elipse de 12 km medidos de Norte a Sur y 25 km de Este a Oeste. Está conformada por un grupo de islas que incluye Los Tortuguillos, Cayo Herradura y otros bajos o formaciones: Bajo de los Los Palanquines, Cayos de Ño Martín, Islote El Vapor, Cayos de Punta de Ranchos.

El nombre de la isla deriva de las numerosas tortugas marinas que llegan anualmente a desovar en sus largas y arenosas playas.

No ha tenido población permanente y por su localización y morfología, ha permanecido secularmente en el olvido, lo que la convierte en uno de los últimos parajes semivírgenes de Venezuela.

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