Opinión

A Ramos Allup le faltó mencionar su motor mediático y su motor nulo

Tiene razón Prodigio: en honor a la verdad, la dirigencia opositora dista mucho de ese retrato laudatorio de un señor mayor con la vanidad erecta

Una vez le pregunté a un entrevistado si tenía inconvenientes en decirme su año de nacimiento y él, tras soltar una carcajada, me respondió: “¡No, chico, desde que se inventó el Viagra, yo no tengo problemas con la edad!”.

Y es que ese medicamento ha modificado tantas cosas, más allá de la vida sexual… Puede decirse que ha significado un verdadero cambio cultural.

En la política ha alterado incluso el sentido del ridículo. Por ejemplo, un dirigente opositor de 72 años, probablemente saturado de sildenafil (el componente activo de la píldora milagrosa), se siente tan “potente” que se atreve a vociferar durante un discurso público que tiene un motor arrechísimo en la entrepierna. ¡Fin de mundo!, dirían las abuelas de otrora (no las de ahora, porque esas saben cómo funciona el asunto).

Tal vez no se haya estudiado bien este efecto colateral de la pastilla azul, pero en algunos sujetos parece que además de levantarles la lujuria, les pone tiesa la vanidad. Y, como suele pasar a los que sufren estos dos pecados capitales juntos, se les obnubila el entendimiento y comienzan a hablar más de lo recomendable.

El fragmento del discurso callejero (nunca mejor dicho) de Henry Ramos Allup en la poco excitante concentración del sábado antepasado en un rinconcito de Chacao amerita -como diría Pérez Pirela en Cayendo y corriendo- un análisis con la profundidad que esa bravata merece.

Mi politóloga favorita, Prodigio Pérez, luego de ver en cámara lenta la cosa de Ramos Allup (el discursito, digo), resumió su dictamen en el refrán “dime de qué presumes y te diré de qué adoleces”. Y Prodigio, que es una señora muy seria, no se refería sólo al tema de la entrepierna. “Ramos afirma, de manera arrogante, que la dirigencia opositora está muy bien dotada de cabeza, lengua, corazón y, según se entiende, testículos. Pero si uno hace un análisis dialéctico de lo que ha pasado durante estos 17 años tiene que arribar a la conclusión de que, justamente, les ha faltado cerebro, les ha faltado labia, les ha faltado pasión y, sobre todo, les han faltado bolas”.

Según la politóloga, no es que la oposición haya carecido de esos cuatro elementos simultáneamente, pero lo cierto es que nunca ha logrado reunirlos de manera coherente. En algunos casos han pensado bien su plan, pero les ha faltado lenguaje para explicarlo; o no han tenido para impulsarlo esa llamarada salida del pecho, de la que hablaba el comandante; o el arrojo que suele asociarse con los cojones.

Como el liderazgo opositor es tan variopinto, sucede que unos tienen cabeza pero les falta corazón y otros tienen buena lengua, pero carecen de esféricas. Tal vez si intentaran formar una sola persona con las respectivas partes, les saldría un individuo más o menos capaz de asumir la dirección del importante sector de la sociedad que vota por ellos (o a pesar de ellos), aunque lo más probable es que les saliera un Frankenstein cualquiera, tal vez parecido al orador erótico de la semana pasada.

Muchos opositores se sintieron reivindicados con la declaración ramosallupista, pero eso sólo demuestra cuán colectiva se ha vuelto la disfunción que sufre el liderazgo. Durante más de tres lustros los jefes de la contrarrevolución han confundido sus títulos universitarios con la virtud de tener cabeza; han creído que lanzar palabras despectivas, denigrantes, subestimadoras del pueblo y de la dirigencia chavista es sinónimo de un verbo combativo; han creído que odiar al adversario es una forma de amor; han pensado que tener glándulas varoniles es cerrar una calle y degollar motorizados o dispararle desde la distancia a quien pretenda limpiar la barricada.

Tiene razón Prodigio: en honor a la verdad, la dirigencia opositora dista mucho de ese retrato laudatorio de un señor mayor con la vanidad erecta.

En lo que sí tiene la contrarrevolución un motor muy bien aceitado es en su aparataje mediático y de redes sociales. El videíto del diputado Ramos Allup ostentando sus partes íntimas, cual un Ricky Martin de tercera (edad), se volvió viral, como se dice ahora de esos mensajes que llegan a miles de usuarios de computadoras y teléfonos, sin importar mucho el contenido, ya sea que se trate de un asiático bailando con un perro mocho o de la selfie en pelota de una vedette recién parida. En esa frívola categoría sí es verdad que a la oposición venezolana le roncan las turbinas.

Prodigio me devuelve la pregunta. Le digo que, como casi siempre, estoy de acuerdo con ella y le agregó un detalle anecdótico: a mí, en particular, la performance del presidente de la honorable e ilustrísima Asamblea Nacional me hizo pensar en las de ciertos comediantes malazos que dicen, con muchas ínfulas artísticas, que están trabajando en stand up comedy cuando, en realidad, se dedican a complacer con chabacanerías fáciles a un público borracho. Y, viendo su lenguaje gestual, confieso que me hizo recordar aquel chiste (previo al Viagra, se entiende) del caballero de Italia adicto al sexo que decía que en toda etapa de la vida era posible disfrutar de los placeres carnales y, explicaba (en algo que parece italiano) que: “cuando el vigore va bene, avanti con il pene; cuando el vigore mengua, avanti con la lengua; y cuando el vigore e nulo…” ya ustedes saben la rima. ¿Será que allí es donde realmente tienen los antichavistas –incluyendo al doctor Ramos- su motorcito secreto?

clodoher@yahoo.com

 

 

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